Después de 581 días, de tres operaciones, de pensar en que la retirada sería obligada, de las dudas y de mucho dolor, físico y mental, Marc Márquez ha vuelto a su estado natural, ha vuelto a ganar.
Si bien los deportistas profesionales, los buenos, se caracterizan por ser capaces de integrar el dolor en su trabajo, sobreponerse a él y seguir brillando pese a todo y a todos hoy Marc Márquez ha dado una lección de sufrimiento, de coraje, de trabajo incansable y de ambición sin límite. Ocho Mundiales son los que atesora el ilerdense, pero ninguna de estas coranas ha sido tan importante como la victoria de este domingo en Alemania. Marc no sólo ha tenido que luchar contra el resto de pilotos, contra el trazado de Sachsenring, contra la tenue lluvia o contra su propia moto, no, la peor de sus amenazas ha sido su mente, esa que le recordaba los tres ceros anteriores, el dolor de la recuperación, el año de parón sin motos, la amenaza de un adiós obligado.
Han pasado tan sólo quince días desde que Márquez asumiera, tras la caída de Montmeló, que quizás nada volviera a ser lo mismo, que él no volviera ser el mismo. Pero ellos, nuestros deportistas, gigantes y colosos como Marc, Gasol, Nadal, nos demuestran que no hay gloria sin sufrimiento, pero que no todos los mortales pueden hacer de la adversidad virtud, y lo pueden hacer porque son especiales, son extraordinarios, en lo físico y en lo mental.
Es verdad que el circuito alemán es un circuito fetiche para el de Cervera, aquí ha ganado 8 veces, siempre que ha participado, y que será difícil y complicado verle en las próximos grandes premios ganar con tanta superioridad como lo ha hecho este domingo, pero el hielo ya se ha roto y ha comenzado el deshielo. Y se ha notado en la emoción, en las lágrimas de Márquez que nos han enseñado el sufrimiento físico y mental que le han acompañado todos estos meses, la impotencia vivida, las dudas propias y ajenas y la necesidad de volver a ser uno mismo.
Una victoria extraordinaria, catártica y muy emocionante, y sin duda mucho más importe, de más valor que cualquier Mundial, cualquier otra victoria, porque es la victoria del sí se puede, del sigo ahí aunque todavía el cuerpo y la menta no responda siempre. Enhorabuena Marc, la próxima ya está más cerca.