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Las dudas sobre Hamilton

Lewis Hamilton está sufriendo uno de los peores arranques de temporada de los últimos años. Todo el mundo parece estar de acuerdo en que sigue siendo el favorito para llevarse el Mundial, pero mucho tendrá que cambiarle la suerte y otras cosas, al margen del azar, si quiere repetir el éxito de las últimas temporadas. Falta de tino en la salida en Australia, falta de azar en el toque con Bottas en Bahrein, una suerte que tampoco ha estado de su lado en China desde el principio, con los problemas en la caja de cambios, en la clasificación y hasta en la carrera. Un camino con demasiados obstáculos que puede valerle el Mundial si no cambia el rumbo.

Nico Rosberg en principio no parece rival para el inglés, que está viendo cómo su estilo de vida, su forma de ser y los discretos resultados obtenidos están acaparando todas las miradas y las críticas. Que si sale mucho, que si sus compañías no son las más adecuadas, que si no está suficientemente concentrado... Mucha presión y 26 puntos, los que le separan de su compañero, que ha encadenado tres victorias consecutivas con el subidón de moral que eso proporciona. No me meto en la vida privada de los pilotos. Creo que Hamilton es rápido, quizás el más rápido que hay ahora mismo sobre la pista, y un piloto agresivo y luchador que no creo que esté viviendo sus mejores momentos con el equipo.

Quizás ese tren de vida de fiestas y quedadas no les guste demasiado a los jefazos de Mercedes. Por otro lado, no es nueva esta rutina del inglés y, si a él le funciona, bien hecho está. La duda que surge ahora es si le ha dejado de funcionar y su equipo le ha dado la espalda. Y para muestra, un botón. El sábado durante la clasificación en China, Hamilton no pudo ni marcar tiempo en la Q1 por problemas con su propulsor, al volver al garaje y bajarse del coche Hamilton ni siquiera miró a la cara a su jefe de equipo, Toto Wolff, que, impasible y ante la mirada de Nicki Lauda, seguía con interés la progresión de su otro piloto, Nico Rosberg.

De momento a Hamilton no se le ve demasiado preocupado, quizás sabedor de su potencial y superioridad. Pero el exceso de confianza le puede pasar factura al tres veces campeón del mundo. El británico necesita demostrar que sigue ahí, que es el favorito y que nada de lo que hace fuera de los circuitos repercute en su nivel dentro de la pista. Sólo hay una forma de acallar las críticas, y no es otra que ganar dentro de quince días en el circuito ruso de Sochi.

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