La otra dimensión de los Mercedes
Si por algo se caracteriza el circuito de Montmeló es por calibrar los monoplazas, por sacarles los colores a los que no han hecho los deberes y sacar lo mejor de los más competitivos. Esta máxima se ha cumplido una vez más y esta vez más que nunca. El equipo Mercedes ha terminado doblando a los Ferrari y sacando casi un minuto al tercer clasificado, el Red Bull de Ricciardo. Si bien este gran premio no ha servido para entretener a nadie, sí que lo ha hecho para demostrar la demoledora diferencia entre las máquinas de las flechas plateadas y el resto de coches. Nadie les ha ganado desde que arrancó el Mundial hace dos meses en Australia y es la cuarta victoria consecutiva de Lewis Hamilton que empieza a saborear un pedacito del título. Queda mucho, sí, pero también es mucha la diferencia y los avances del resto de marcas, visto lo visto, han sido insuficientes.
Al margen de la victoria de Hamilton y la segunda posición de su compañero Nico Rosberg, un resultado que se empezó a fraguar el día de la clasificación, tenemos que poner el acento a la falta de concreción en el proyecto de Ferrari. Era difícil que con la calificación lograda por Fernando Alonso, séptimo, se consiguiera un resultado de podio, pese a que el año pasado el equipo ganó la carrera saliendo desde la quinta posición. Los Ferrari se han quedado con las ganas de luchar por los primeros puestos y, superados por los Red Bull, se han tenido que conformar con luchar entre ellos. Una lucha que se ha anotado Alonso cuyo adelantamiento a Kimi Raikkonen fue lo mejor del piloto español durante la carrera.
Mejor parecen ir las cosas en la casa de Red Bull que pasito a pasito acortan diferencias con Mercedes. Mientras que el australiano Ricciardo ha conseguido volver al podio su compañero y vigente campeón, Sebastian Vettel, ha firmado una brillante remontada de la décima a la cuarta posición con una estrategia a dos paradas y con mucho trabajo de muro que es como se tienen que hacer las cosas. Vettel salió con mucho miedo a la pista después de sufrir sendos fallos en la electrónica de la unidad de potencia en los días previos a la carrera, pero solventados los problemas el coche funcionó y las nuevas líneas del monoplaza están cumpliendo su objetivo, adaptarse a la peculiar forma de conducción de Vettel tan acostumbrado a los raíles de coches anteriores.
Así las cosas la pregunta no es quién ganará el Mundial sino quién seguirá a Mercedes en el casillero. Demasiado aburrido para un año en el que el cambio de normativa prometía más emoción y espectáculo.