La claves de la victoria de Sainz
Buen coche, fiabilidad y suerte. De esta manera se podría explicar la reciente victoria de Carlos Sainz en el Dakar, pero hay mucho más. Detrás de su segundo título hay un trabajo de años, tanto físico como de preparación del coche. Para empezar, desde que el piloto español fue fichado en 2014 por Peugeot Carlos no ha parado de cambiar, afinar y probar decenas de componentes que han convertido al equipo del león en el más potente en la prueba de motor más dura del mundo. Este año el Peugeot 3008 DKR era más ancho, y sobre todo más estable lo que le ha permito lograr un rendimiento sobresaliente en las dunas, pese a su condición de tracción trasera, superando en este terreno a coches de tracción integral como el Toyota de Nasser Al Attiyah, que a priori partían con ventaja.
La visión de Carlos para poner a punto los coches que pilota es evidente y su capacidad de desarrollar un proyecto, una línea de trabajo ya quedó sobradamente demostrada en sus primeros años en el Mundial de Rallies. De hecho, a él se le atribuye, entre otros, la profesionalización de este deporte.
Pero en los deportes de motor el tándem maquina-piloto debe estar equilibrado. Carlos a sus 55 años ha sido consciente de las necesidades físicas que suponía correr en el Dakar, donde la altura, el calor y el frío son denominadores comunes. La personalidad perfeccionista, casi obsesiva de Carlos, demostrada en la preparación del coche, también la ha aplicado en su preparación física.
Para adaptarse a la altura Sainz ha estado durmiendo, un mes antes de la carrera, en una cámara de hipoxia que simulaba de forma gradual la falta de oxígeno a la que después se iba a enfrentar sobre el terreno. Los entrenamientos en bicicleta al aire libre eran prácticamente diarios y los fue combinando con entrenamiento de spinning, también con máscara de hipoxia. Nada debía quedar al azar, aunque el azar siempre tiene mucho que decir.
Preparación del coche, preparación física y nos queda, la estrategia a seguir. Este año Carlos Sainz ha cambiado su forma de enfrentarse no sólo a la prueba sino a cada etapa. Este año la dirección de carrera modificó el reglamento dejando a las motos como la responsables de abrir pista en lugar de los coches, lo que provocó que Carlos optara por una estrategia diferente, más conservadora, más prudente. La misma que le hemos visto una y otra vez con tan buenos resultados al gran Stéphane Peterhansel. En esta ocasión Carlos Sainz en lugar de salir atacando, de querer gestionar la carrera desde el liderato ha preferido ser prudente, levantar el pie en las zonas más complicadas y esperar etapas más favorables para atacar o el fallo del adversario. Y como a Peterhansel en muchas ocasiones, también a Sainz le ha funcionado.
Está claro que existe una cuarta razón que da sentido al resto, el talento y Carlos ha demostrado ir sobrado. Sin duda un cóctel perfecto para una victoria perfecta y en el momento perfecto.