Joan Mir, un campeón inédito y muy español
Su victoria tiene mucho de pico y pala. Venido de familia humilde y ganador en un equipo humilde.
De nuevo un piloto español ha conseguido el Mundial de la principal y más importante categoría del motociclismo, MotoGP. Es el cuarto español que lo consigue tras Álex Crivillé, Jorge Lorenzo y Marc Márquez. Y lo ha hecho en el año de la pandemia de la covid-19, quizás la temporada más rara en la historia del motociclismo, sin público, con pilotos aislados para no contagiarse, con el vigente campeón sin poder correr y con circuitos que se repetían por la imposibilidad de viajar más allá de Europa.
Ha sido un año que tras la baja de Márquez todos acecharon el título, todos parecían querer ganar, de hecho cada carrera la ganaba un piloto distinto, una marca diferente presentando su candidatura para suceder al máximo dominador de MotoGP. Ganó Quartararo, ganó Viñales, Dovizioso, Oliveira, Morbidelli, Petrucci, Binder, Rins… pero agazapado, escondiendo las garras, pero sin dejar ir demasiado a sus presas estaba Joan Mir. Nunca, a excepción de Brno y Jerez, se separó de los ganadores o de los pilotos que subían al podio y punto a punto, a base de consistencia y regularidad fue construyendo un Mundial merecido, el segundo en su palmarés tras el logrado en 2017 en Moto3.
Podríamos decir que Mir es un recién llegado, pues aterrizó en el Mundial hace dos días en 2015, y sólo cinco años después ya ha conseguido lo máximo que un piloto puede lograr en el mundo de las motos. Su victoria tiene mucho de pico y pala. Venido de familia humilde y ganador en un equipo humilde, el hermano pequeño de las marcas japonesas de motos que llevaban sin ganar un Mundial desde el año 2000 cuando Kenny Roberts Jr. conseguía el título, también inédito por la cantidad de agua que cayó durante toda la temporada. Un piloto que a punto estuvo en 2015 de no tener equipo, pero que pronto en el paddock un hombre de la sabiduría y la trayectoria de Davide Brivio vio en él madera de campeón.
Como piloto es un piloto elegante, que a veces recuerda a la elegancia y fluidez del pilotaje de Jorge Lorenzo, pero con una cabeza que ha sorprendido siempre a sus adversarios, templada, tenaz, segura, valiente en la pista, consistente y calmado en sus impulsos, una combinación que tenía que funcionar y ha funcionado, y lo ha hecho de forma muy precoz, en la segunda temporada en la categoría reina. Tengo que reconocer que siempre me ha gustado Joan Mir, por sus cualidades encima de la moto y por su forma de ser, sin complejos y orgulloso de su gente, de su escuela y sobre todo de su bandera y su país.
Ahora y a falta de una carrera, la que se celebrará el próximo fin de semana en Portimao en Portugal, Mir puede convertirse también en el piloto que menos carreras ha ganado en la temporada en la que se ha convertido en campeón, el desaparecido Nicky Hayden consiguió su único título en MotoGP, también en Cheste habiendo ganado sólo dos carreras. Mir ha evitado el método Alzamora; es decir, convertirse en campeón del mundo —en su caso de 125cc— sin ganar una sola carrera. Joan Mir en cambio, se quitó la espinita el pasado fin de semana ganando en Cheste y dejando encarrilado un Mundial increíble, histórico y sobre todo y de nuevo español.