Mónaco no ha defraudado. Un Gran Premio que, a pesar de la dificultad para adelantar en pista, siempre esconde un cambio de guión tras cada curva. Dos safetycar, adelantamientos imposibles y salidas de libro han salpicado la mejor carrera de la temporada para el piloto español Fernando Alonso. Aunque el final de esta película deja mucho que desear al que hubiéramos querido ver los espectadores.

La segunda posición de Fernando es una bocanada de aire fresco para la afición y para Ferrari, pero la suspensión de la carrera a cinco vueltas para el final nos ha dejado un regustillo amargo y la duda de si Vettel hubiera aguantado con los neumáticos lo suficiente como para que Alonso pudiera pasarle por las calles del Principado monegasco.

La batalla planteada entre el vigente campeón del mundo, Sebastian Vettel, Alonso y el inglés Button era demasiada jugosa como para estropearla como lo hizo la dirección de carrera al permitir cambiar de neumáticos e igualar las fuerzas de los tres pilotos, que habían optado cada uno de ellos por una estrategia distinta. Asombra tal decisión, porque el más perjudicado fue un inglés, el piloto de McLaren, Jenson Button, que parecía haber leído a la perfección la carrera, después de la salida del primer safetycar, tras el accidente de Felipe Massa en el túnel. Quizás la FIA haya cambiado de protegido y ahora sea el alemán Sebastian Vettel el favorito de Charlie Whiting y sus amigos.

No pongo en duda la bandera roja, ya que los daños sufridos por el ruso Petrov parecían mayores de los previstos y exigían la intervención de los servicios médicos en plena pista, pero nada más tendría que haber cambiado, ni el alerón trasero de Hamilton, ni los neumáticos de ninguno de ellos. El espectáculo, que tanto le gusta a los jefazos de este gran circo, debería haber primado independientemente de las interpretaciones que se puedan hacer del reglamento.

Dicho esto, insisto, Mónaco no ha defraudado, ni Fernando tampoco. El asturiano volvió a bordar la salida y el equipo no erró en las paradas ni en la estrategia. La segunda posición es el mejor resultado del piloto español en lo que llevamos de temporada y nos permite olvidar el fiasco del pasado fin de semana en el circuito de Montmeló.

Pero no nos engañemos, el Ferrari sigue estando en el mismo lugar que estaba en el Gran Premio de España, es decir, muy atrás con respecto a Red Bull y McLaren, sólo hace falta echar un vistazo a la clasificación del sábado donde ambas escuderías estuvieron por delante de Ferrari. Si a esto le sumamos la superioridad de Red Bull y la extrema confianza en sí mismo y su coche que en Mónaco ha demostrado Vettel se puede decir sin paliativos que en este 2011 no hay nada que hacer.

La decisión del alemán de aguantar con los neumáticos hasta el final de carrera arriesgándose a una posible salida de pista y confiando en su destreza para evitar ser adelantado o presa de algunas de las protecciones da incluso un poco de miedo. Suerte de campeón o confianza de quien se sabe como el mejor coche y con una ventaja en la general del Mundial que le permite jugar con la suerte... y la suerte, sin duda, le ha acompañado en la consecución de un Gran Premio que todavía no poseía.

Una victoria inédita para Vettel en una temporada de récords para el alemán que, si nadie le para, conseguirá batir el único récord que le queda a Fernando Alonso, el de piloto más joven en conseguir un dos títulos mundiales. Es cierto que queda mucha temporada, ojalá que alguno de los cinco fantástico consiga plantarle cara al piloto del toro y tenga que rectificar las palabras que hoy rubrico en este blog.

Mientras tanto, conformémonos y saboreemos la segunda posición de Fernando Alonso, porque no se consigue todos los días, y nos permite seguir emocionándonos al verle luchar por la victoria. Los deberes se han hecho, en el Gran Premio donde se podían acortar distancias, Fernando las ha acortado. Lo que parece más difícil es que se pueda conseguir el mismo resultado en la próxima prueba en territorio canadiense.