El Mundial vuelve a ser cosa de dos
… y si me apuran, cosa de un solo piloto. Lewis Hamilton ha demostrado con esta nueva victoria que las vacaciones no han mermado ni su liderazgo ni tampoco las prestaciones de su coche. El británico se impuso en Spa con superioridad desde el principio y eso que los pilotos no contaron en la salida, por primera vez esta temporada, con asistencia desde el muro que sí condicionó a Rosberg que perdió varias posiciones.
La gran catedral de la velocidad, que es el trazado belga, ha puesto de manifiesto las diferencias de rendimiento entre los distintos propulsores de la parrilla, o mejor dicho ha mostrado de forma más evidente la gran diferencia de potencia de Mercedes con el resto de unidades de potencia. De hecho los mejores coches en este gran premio han sido aquellos que llevan motor Mercedes, incluyendo a Lotus que por primera vez desde hace mucho tiempo ha logrado colocar a uno de sus pilotos, Grosjean, en el podio, gracias al motor pero también, y es justo decirlo, de la mala suerte de Sebastian Vettel que se quedó sin podio en la última vuelta y sin opciones de disputar el Mundial a los hombres de las flechas plateadas. La suerte ya no sonríe al alemán como antaño cuando nunca se le rompía el coche y todo lo malo le pasaba a su compañero de equipo. Vettel ha descendido del Olimpo y empieza a sufrir las adversidades que acarrea que te abandone la señora suerte.
Con Rosberg más condescendiente que nunca, Ferrari todavía fuera de combate y con Red Bull más preocupado en buscar un motor para el próximo año, Hamilton sólo depende de sí mismo y le vale con mantener la regularidad que hasta ahora ha demostrado y lo sabe, y eso se nota en sus declaraciones, su pilotaje. Él ya se ve campeón de nuevo.
Y si tras las vacaciones los de arriba siguen dominando el Mundial el descanso estival tampoco ha traído cambios a los garajes regentados por los españoles. Carlos Sainz se ha anotado un nuevo abandono, y ya van seis, y de nuevo no ha sido por un fallo del madrileño sino por los problemas mecánicos de su coche. Fernando Alonso ha pasado su trago más duro en Spa y se puede decir que pese a todo no ha estado demasiado mal, al menos el coche cruzó la línea de meta. No es ironía, y reconozco que suela a broma pero tal y como están las cosas el terminar ya es un logro para el equipo McLaren todavía a años luz de los objetivos que persiguen y para los que trabaja todo el equipo. Por último, Roberto Merhi sigue luchando con el Manor, de nuevo por delante de su compañero de equipo y arriesgando tanto como le deja un coche que parece de hace dos temporadas.
Dentro de quince días la velocidad volverá a condicionar la parrilla en Monza y Mercedes volverá a mostrarnos un auténtico recital de velocidad y potencia.