No ha sido un día de celebración para nadie en el circuito de Suzuka, ni para Hamilton que ha conseguido una victoria estratégica frente a su compañero Nico Rosberg. Hay dos preguntas que sobrevuelan ahora el paddock. La primera, cuál es el estado de salud de Jules Bianchi después de haber sido operado de urgencia para tratar el fuerte hematoma sufrido tras el impacto de su monoplaza con la grúa que estaba retirando el coche de Andrea Sutil. Y la segunda de las preguntas que se hacen, sobre todo los pilotos, es si no se tenía que haber suspendido antes la carrera.
A toro pasado es fácil decir que debió salir el coche de seguridad desde el mismo instante que Sutil sufrió el accidente. También es fácil afirmar que si las condiciones meteorológicas no permitían al helicóptero medicalizado despegar, la carrera se tendría que haber suspendido… No sé si alguien pensó "es un momento" o "es que sólo quedan ocho vueltas". Si fue así, la FIA tendrá que responder.
No se puede levantar la guardia en un deporte como la F1, ni por las audiencias, ni por lo patrocinadores. Y digo esto porque no entiendo que si lo más seguro para todos era adelantar la carrera unas horas para sortear el efecto de las lluvias, se debía haber hecho, tal y como habían propuesto muchos de los pilotos de la parrilla.
El accidente de Bianchi debe devolver la cordura a la Fórmula 1, no todo vale, y eso se aprendió hace veinte años cuando el malogrado Ayrton Senna falleció debido a un accidente ocurrido en Imola durante la celebración del Gran Premio de Italia. Esperemos que en esta ocasión la historia no tenga el mismo final.
Al margen de lo importante, que es el estado de salud de Bianchi, la carrera empezó con la decepción de ver a Fernando Alonso salir del coche sin poder dar ni siquiera una vuelta tras la salida del coche de seguridad. Un problema en la electrónica de su monoplaza nos privó de ver una morbosa batalla entre el presente y el futuro de Ferrari. Es decir, entre Alonso y Sebastian Vettel, que ha movido ficha y ha hecho real los rumores al anunciar su marcha a la escudería italiana.
A punto estuvo el asturiano de recalar en Mercedes, quienes propusieron un cambio de cromos entre Alonso y Hamilton, pero en Ferrari no quieren al inglés. Ahora sólo queda esperar a ver quien gana el Mundial y quien se queda con la plaza de Hamilton en la escudería de las flechas plateadas, si es él mismo o se convierte en el nuevo asiento de Fernando Alonso.
Esperemos que si Mercedes no mueve ficha, McLaren ponga encima de la mesa una oferta atractiva para el asturiano porque sino nos quedaremos sin verle en parrilla la próxima temporada, y Fernando no está en la edad como para tomarse un año sabático. Quizás tampoco esté como para aterrizar de nuevo en un equipo que no le de un coche con el que poder ser otra vez campeón del mundo.
Con la agonía de Bianchi y la agonía de los despachos, la Fórmula 1 no descansa. En menos de siete días aterriza por primera vez en su historia en Rusia.