Carnicería en la Fórmula 1: lo mejor fue el coche de seguridad
Ya ha sido todo un logro que el semáforo se haya apagado este domingo en Austria, que estuvieran todos los equipos y con todos los pilotos. Con casi cuatro meses de retraso ha arrancado un Mundial con muchas incertidumbres en lo organizativo y, ahora que hemos visto a los monoplazas en pista, las dudas también invaden a los equipos. La falta de fiabilidad ha dejado claro que los meses de espera han pesado en el desarrollo y la puesta a punto de los monoplazas. El primero de los coches que anunciaba la sangría que se iba a producir era el Red Bull de Verstappen, máximo favorito para poder derrotar a los Mercedes; después de él, ocho coches más abandonaban la carrera.
A unos les fallaban los frenos, a otros la electrónica y algunos incluso perdieron una rueda. Hasta los Mercedes tuvieron que ir con tiento para no perder la caja de cambios. Falta de rodaje, de puesta a punto, de inversión que ya se está destinando para el año próximo... sea cual se la razón, lo cierto es que la imagen no ha sido demasiado buena y teniendo en cuenta que el calendario seguramente tenga más de diez carreras, cada abandono o cada sanción puede dejarte fuera de las opciones por el título. Lo bueno de estos abandonos, a excepción del de Verstappen, es que nos ha permitido divertirnos, gracias a salidas del safety car en pista.
De no haber sido así, entre que Red Bull perdía el coche de su hombre fuerte y que Ferrari en lugar de caballos parecía que llevaba burros en su motor, el gran premio hubiera sido aburrido, cansino y repetitivo con Mercedes ganando sobradamente y los demás viéndolas venir. Afortunadamente los coches de seguridad tomaron partido en una carrera que terminó como nadie preveía, con Hamilton fuera del podio tras cerrar demasiado a Albon y ser sancionado con 5 segundos, con Leclerc segundo sacando algo que no tiene el Ferrari y con un McLaren, el de Lando Norris, subiendo al podio por primera vez en su carrera.
Un final al sprint que dejó a Carlos Sainz, quinto, muy cerca del podio que conseguía su compañero y con muy buenas sensaciones, algún error, como el de entrar tarde en el segundo de los coches de seguridad, pero con mucha capacidad de mejora por delante, mucho más que los Ferraris. La verdad es que lo visto en el garaje del equipo italiano es un poco descorazonador para el madrileño. Después de que la FIA les prohibiera su artimaña para sacar más caballos y rendimiento a su propulsor, en Maranello, un año más, están perdidos, sin potencia y sin rumbo. Y eso que Leclerc salvó los muebles de un fin de semana para el olvido, con un Vettel que volvió a equivocarse y que no le quedó más que sufrir al final de la tabla; quedó décimo, sí, pero también penúltimo.
En una semana, como si fuera el día de la marmota, los coches volverán a repetir circuito, no sabemos si carrera y resultado, pero sea con coches de seguridad o sin ellos... ¡por Dios, que nos divirtamos! ¡Que echábamos mucho de menos las carreras!