Cinco años después de la llegada de Carlos Sainz a la Fórmula 1 el piloto madrileño ha conseguido alcanzar un sueño, pilotar para Ferrari. Su tesón, su trabajo y su constancia le han permitido disfrutar de su mejor recompensa, el reconocimiento por parte del equipo más laureado de la parrilla. Un lustro, sólo un lustro, ha necesitado Sainz para formar parte del cavallino rampante cuando, por ejemplo Fernando Alonso tuvo que esperar nueve años para poder vestirse de rojo. Es cierto que Sainz no llega con los galones que llegó el asturiano, que le otorgaron sus dos Mundiales, aunque de poco le sirvió en la pista frente a Felipe Massa, pero Carlos llega con mucho más que ganar y con menos presión que Alonso. Dicen que llega de segundón, pero mucho ojo con Sainz que puede que no sea tan temerario y agresivo como Verstappen o Leclerc pero es un piloto muy fino, elegante y silencioso, aunque es cierto que con un pata negra, como el Ferrari, uno ya puede y tiene que sacar pecho, hacerse ancho en las las rectas y más agresivo en las curvas.
La carrera de Sainz hasta llegar a Ferrari es muy parecida a la de Alonso, con la gran salvedad de los dos Mundiales y las victorias en el palmarés del asturiano. Me refiero a que ambos empezaron en el mundo del karting y han pisado en su devenir los mismo equipos. Alonso, Minardi, Renault, McLaren y Ferrari; Carlos los mismos, Toro Rosso, que compró Minardi, Renault, McLaren y ahora Ferrari. Dos amigo fuera de la pista, adversarios, siempre dentro de ella.
Pero si de algo debe servirle a Sainz este salto cualitativo en su carrera deportiva es para desprenderse de la sombra alargada de su padre y del propio Alonso. Carlos no puede cambiarse de nombre, tampoco de apellido pero tiene que imponer su impronta, su sello, alejarse de lugares comunes como los que nos encantan en los medios de comunicación del tipo "el sucesor de Alonso", "la mejor herencia del Matador" o titulares de este tipo que sí, son muy atractivos pero dicen más de los demás que de él mismo. En cualquier caso la noticia no puede ser mejor para la afición española y para la F1 en nuestros país. Estoy segura que en España se vivirá un segundo despertar de este deporte desde ya, porque aunque tardemos todavía un temporada en ver a Sainz vestido de rojo, ya todos querremos ver cuáles son sus avances y que hace allí donde vaya. Es lo que tienen los chicos Ferrari.