Después de la decepción de Bahréin qué mejor sitio que el Gran Premio de España para enmendar la plana y volver a lo más alto del podio. Además, ganar en Montmeló tiene varias lecturas. Primero, la patriótica. Vencer delante de tu afición y hacerlo con el dominio con el que lo ha hecho Fernando Alonso, dejando al resto de pilotos con la única opción del segundo puesto, da moral y envía un mensaje claro al resto de aspirantes.
La segunda de las lecturas es que el circuito catalán es uno de los trazados más exigentes con las prestaciones del coche de todo el campeonato y suele dar muchas pistas de quién tiene el mejor monoplaza; por lo menos el más equilibrado. En más de la mitad de los casos quien gana este gran premio suele alzarse con el título al final de temporada. De hecho, el último año que Alonso ganó en Montmeló fue en 2006, cuando consiguió su segundo título con Renault. Aunque las normas están para romperse porque el pasado año quien se alzó con la victoria fue un novato en esto del triunfo, el venezolano Pastor Maldonado.
La temporada es larga y todavía es pronto para hablar de favorito. Pero hoy Fernando ha dado un paso importante. Porque ha conseguido recortar puntos al todavía líder Sebastian Vettel, que pese a que Pirelli cedió y cambió el tipo de compuestos a uno más duro ha sufrido mucho con las gomas.
Pero lo que más me ha gustado ha sido la seriedad con la que ha trabajado Alonso y el equipo Ferrari. Impecables y valientes con la estrategia de carrera, sabedores de que tenían el coche con el mejor ritmo de la parrilla.
El único que pudo llegar a inquietar al garaje de los de Maranello fue el Lotus de Raikonnen y su estrategia a una parada menos con las que el finlandés consiguió colarse en la segunda posición entre los dos pilotos de Ferrari. Ojo con Kimi, porque está demostrando ser el más regular y al final de la temporada eso se nota en el casillero. Veremos si Lotus consigue mantener este ritmo durante y sigue trabajando hasta el final en el desarrollo del coche.
Si tengo que hablar de decepciones sin duda ésta tienen un nombre: Mercedes. Rosberg y Hamilton partían con la primera y la segunda posición de la parrilla y apenas duraron unas vueltas antes de caer y diluirse como un azucarillo en un vaso de agua. Todavía Nico consiguió mantenerse en los puntos, pero el británico desapareció y tuvo que luchar con equipos de inferior categoría.
Con este ambiente el Mundial llega más caliente que nunca a un circuito que es historia pura de la Fórmula1, Montecarlo. Las apuestas más difíciles que nunca tras la victoria de Fernando Alonso. Bravo, Fernando.