Del biodiesel al gas natural: los combustibles del futuro
Ni las infraestructuras ni la industria están todavía preparadas para el cambio. Se está probando también con algas, madera o agua.
La ciencia está desarrollando nuevos combustibles más sostenibles y generosos con el medio ambiente. Más allá de los habituales diésel y gasolina, con los que estamos acostumbrados a llenar los tanques de nuestro vehículos y que nos obligan a tener un ojo puesto en su constante vaivén de precios, se están haciendo pruebas con otros posibles combustibles como el hidrógeno, las algas, la madera, el gas, los fósiles e, incluso, el agua.
Sea como fuere, es siempre una buena noticia saber que se está trabajando en alternativas para el petróleo, ya que estos nuevos combustibles están pensados para que generen menos emisiones contaminantes y, además la mayoría no provienen de fuentes fósiles finitas y son sostenibles. Y por si fuera poco, muchos de estos combustibles alternativos pueden ayudar a algunos países a ser más energéticamente independientes.
Recogiendo esta nueva tendencia, el Departamento de Políticas Energéticas de Estados Unidos, ha creado una lista con ocho combustibles alternativos que tienen el potencial de ser una competencia real y sensata para la gasolina y el diésel. Algunos de ellos se encuentran todavía en fase de desarrollo pero todos ellos tienen el potencial como para ser considerados futuras alternativas totales o parciales a los combustibles tradicionales:
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Gas natural: Es un tipo de combustible que quema limpio y que, además, se puede suministrar desde varias partes del mundo a través de instalaciones suministradoras de gas natural a casas y empresas. En el ‘debe’, podríamos decir que la producción de gas natural crea metano, que es altamente agresivo con el medio ambiente y que favorece el calentamiento global.
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Electricidad: Es una de las energías alternativas con más aceptación. La prueba está en las carreteras, donde se pueden ver, cada día, más vehículos alimentados por esta energía. Estos vehículos que se mueven con electricidad, almacenan la energía en baterías, que a su vez, se recargan enchufando el vehículo en fuentes convencionales de electricidad.
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Propano: También se conoce como ‘gas licuado de petróleo’ y es un subproducto del procesamiento natural del gas natural y la refinación de petróleo. Su uso para cocinas y calefacciones está muy extendido y también se utiliza para ciertos vehículos. Entre sus ventajas se encuentra el hecho de que produce menos emisiones que la gasolina y en lo negativo hay que decir que es un gas de invernadero que puede resultar hasta 21 veces más contaminante que el CO2.
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Hidrógeno: El hidrógeno se puede mezclar con gas natural para crear un combustible alternativo que puede ser utilizado por vehículos de combustión interna. También se puede utilizar en vehículos de celdas de combustible movidas con electricidad. No emite emisiones dañinas pero es muy caro, por eso de su poca aceptación general.
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Metanol: También conocido como alcohol de madera, puede ser usado como combustible alternativo en vehículos que estén diseñados para utilizar M85, que es una mezcla de metanol al 85 por ciento y de gasolina al 15 por ciento. El problema se encuentra en que los fabricantes de vehículos no están fabricando este tipo de motores, con lo cual la existencia de estos vehículos es básicamente nula.
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Biodiesel: El biodiesel es un combustible resultado del tratamiento de grasas vegetales o animales, por ejemplo los aceites utilizados previamente para cocinar. En muchos casos se puede mezclar con el combustible diésel y utilizado en motores no modificados. Es un combustible seguro, biodegradable y poco contaminante, pero, desafortunadamente, cuenta con infraestructuras muy limitadas.
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Etanol: Se trata de una alternativa basada en el proceso de fermentación del alcohol y la destilación de cosechas, como puede ser el maíz o el trigo. Se puede mezclar con gasolina para aumentar los niveles de octano en pos de mejorar la calidad de las emisiones. El mayor problema viene en que el uso del etanol puede disparar los precios y la disponibilidad de algunos alimentos.
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Combustibles P Serie: Son una mezcla de etanol, líquidos del gas natural y metiltetrahidrofurano, que es un solvente derivado de la biomasa. Estos combustibles pueden ser utilizados en vehículos flexibles. Desafortunadamente los fabricantes no apuestan por este tipo de motores.
Así pues, existen claras alternativas a los combustibles tradicionales, pero, en resumen, podemos afirmar que las infraestructuras y la industria no favorecen todavía el cambio. Es por eso que la población aún no tiene acceso claro a vehículos con los que se puedan utilizar estas alternativas y, lamentablemente tardaremos en ver a la gente acudiendo en masa a realizar una valoración de su coche para ponerlo en venta con la idea de comprarse uno nuevo adaptado a combustibles de nueva generación.
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