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Moto GP

Saarinen y Pasolini: 45 años de la muerte más catastrófica del motociclismo

Tal día como hoy de 1973 fallecían en el circuito de Monza los pilotos Saarinen y Pasolini tras un cúmulo de desgracias.

Tal día como hoy de 1973 fallecían en el circuito de Monza los pilotos Saarinen y Pasolini tras un cúmulo de desgracias.
Una de las pocas imágenes que se obtuvieron en la curva donde se produjo el fatal accidente. | Archivo

El 20 de mayo de 1973, concretamente a las 15:17 h, se producía en el circuito de Monza, Italia, uno de los peores accidentes que se recuerden en el mundo del motociclismo. En él fallecían dos pilotos de talla mundial, Jarno Saarinen y Renzo Pasolini, y otros 14 resultaban heridos, entre ellos el español Víctor Palomo. Las causas, aún hoy, son controvertidas.

El campeonato de 250 c.c. de 1973 se presentaba, de nuevo, apasionante. El finlandés Jarno Saarinen era el gran favorito, después de lograr la victoria el año anterior, y de comenzar el Mundial dominando en las dos primeras carreras. Incluso en 500 c.c. se permitió el lujo de ganar a Giacomo Agostini, en lo que parecía anunciar el cambio generacional que estaba por llegar.

Sus principales rivales para el título eran el italiano Renzo Pasolini, vigente subcampeón de 250 c.c., y el alemán Dieter Braun, que había ganado dos años antes el campeonato de 125 c.c. El inicio de año no había sido muy propicio para ambos pilotos, especialmente para Pasolini, pero se esperaba que en casa, en Monza, pudiera resurgir y, con ello, acercarse al primer puesto de la general.

¿Una tragedia evitable?

La carrera de 250 cc era la última del día. El ambiente en la salida ya no era bueno. En el final de la carrera previa, la de 350 c.c., la Benelli de Walter Villa había dejado casi dos litros de aceite sobre la pista, buena parte de ellos en la primera curva a derecha después de la recta de salida. De hecho en ese tramo, durante las últimas vueltas, se había visto cómo las motos entraban temerosas a la curva, dando bandazos, y sólo un milagro había hecho que no se produjera ninguna caída.

Los pilotos se negaron a salir, pero fueron obligados a ello. Y además tuvieron que hacerlo sin dar ninguna vuelta de reconocimiento. En cabeza emergió Dieter Braun, que pasó sin problemas la primera curva. Pero al hacerlo Pasolini pierde el control de su moto. Es el inicio de la tragedia. Se desliza y choca con el guardarrail, protegido por balas de paja, mientras la moto regresa rebotada a la pista, golpeando de lleno a Saarinen, que no puede hacer nada por evitarla.

La imagen que se produce acto seguido es dantesca. Caídas, golpes, choques… catorce pilotos caen al suelo, heridos, en shock. Desde el primer instante se vio que el accidente era grave. Muy grave. Los pilotos que lograban levantarse llegaban de nuevo a la salida, en contradirección, anunciando lo que ya parecía una realidad: Saarinen y Pasolini estaban muertos en medio de la pista.

Controversia en la explicación

Desde el primer momento, las causas que provocaron la tragedia fueron motivo de controversia. Muchos son los que afirmaron que había sido por culpa del aceite que había dejado en la pista Walter Villa en la carrera previa. Pero también se ha afirmado, sobre todo desde la organización, que fue por un problema de motor en la Harley Davidson de Renzo Pasolini, que pudo gripar. Una versión desmentida por los testigos, pues afirmaban que la rueda delantera fue la primera que perdió el contacto con el asfalto. Sin duda tampoco ayudó el hecho de que la curva donde se produjo el accidente no contase con ninguna escapatoria, lo que ya había provocado airadas quejas de Giacomo Agostini el día anterior.

Sea como fuere, la tragedia fue tan grande que sacudió los cimientos del motociclismo para mucho tiempo. La escudería japonesa Yamaha anunciaría pocos días después que abandonaba el mundial de motociclismo. Argumentaba que bajo las condiciones de seguridad imperantes en aquellos momentos, era mejor no competir. No hay que olvidar que todavía se corrían grandes premios que más tarde serían anulados del calendario como el TT de la Isla de Man o los circuitos de Imatra u Opatija. Además, Monza no volvió a entrar en el calendario mundialista hasta 1981.

Pero evidentemente la peor parte se la llevaron Saarinen y Pasolini. No sólo era la pérdida de dos grandes pilotos; eran dos ídolos del motoclicismo mundial, vencedores de muchos títulos y grandes premios, y en el camino de conseguir muchos más. Eran dos motociclistas bravos y amados, como demuestra el hecho de que aún hoy no se ha olvidado aquella tragedia.

Su muerte ha llegado hasta nuestros días, y con muchas incógnitas. ¿Fue realmente un gripaje de la moto de Pasolini? ¿O fue por culpa del aceite en la pista? ¿Por qué no se quitó ese aceite? ¿Por qué, a diferencia de lo que era habitual, no se hizo ninguna vuelta de reconocimiento? Preguntas, todas ellas, sin respuesta.

A todo ello hay que añadir que la secuencia no fue captada por ninguna cámara. Sólo por algunas fotografías, y no de mucha calidad. Lo que sin duda contribuyó a que las causas de aquel accidente no fueran nunca explicadas de manera clara. Lo único que parece evidente es que aquella tragedia pudo ser evitada, y de ese modo no se hubiera terminado con la vida de dos grandes pilotos. Tan grandes que hoy, cuarenta y cinco años después, la imagen y la leyenda de Saarinen y Pasolini siguen presentes.

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