L D (EFE) Como demostró en la llegada de Esch sur Alzette, el veterano, que no viejo, Robie McEwen, se encuentra rápido y ágil de movimientos, por eso le volvió a relegar a todo un campeón del mundo como Boonen, quien alimenta las dudas sobre su estado de forma. McEwen se apunta así la décima victoria en el Tour de manera contundente. Entraba eufórico, brazos en alto, reforzando su objetivo de lograr el maillot verde con un tiempo de cuatro horas, 59 minutos y 50 segundos, por delante Gálvez y Freire, ambos rondando la victoria en cada llegada en grupo, pero aún sin fortuna. En un esprint donde no faltó la caída de turno, el noruego Thor Hushovd fue cuarto y Boonen quinto. Todos ellos a una media de 41,450 kilómetros por hora.
La etapa que servía para devolver el Tour a territorio francés no movió los principales puestos de la general. Boonen, que paseó el maillot amarillo por su país durante 115 kilómetros, se mantiene al frente. El australiano Michael Rogers, otro campeón mundial pero de contrarreloj, le sigue a un segundo, mientras que la tercera plaza es para el estadounidense George Hincapie, a siete. La buena noticia para el ciclismo español es que Egoi Martínez (Discovery Channel) ocupa la quinta plaza que dejó Alejandro Valverde, a diez segundos del líder.
Martínez, ganador del Tour del Porvenir en 2003 y de naturaleza escaladora, provocó en el kilómetro 18,5 la escapada del día y tuvo la habilidad de bonificar la totalidad de los 18 segundos en juego en tres pasos intermedios, lo que le permitió saltar del puesto 22 al quinto y ganar el premio diario de la combatividad. A la iniciativa de Martínez se apuntaron de inmediato el británico Bradley Wiggins (Cofidis), especialista en cronos cortas, campeón olímpico de persecución y los franceses Crhistophe Mengin (Francaise), un veterano de 37 años con once participaciones en sus espaldas y una victoria de etapa en 1997 (Friburgo), Laurent Lefevre (Bouygues) y Coutouly (Agritubel), un debutante.
El quinteto atravesó todo el territorio belga cargado de moral y en perfecto entendimiento. El pelotón no estaba aún para prisas y toleró el proyecto que inició Egoi Martínez, el español mejor colocado en la general (vigésimo segundo) tras la retirada de Valverde. Los hombres del Quick Step, los compañeros del líder Tom Boonen, decidieron estabilizar la fuga en la Cota de Falaen (kilómetro 57) en torno a los cuatro minutos. Un esfuerzo vano el de estos aventureros, como es habitual cuando una minoría animosa se enfrenta a una mayoría rodante donde los intereses se multiplican por mil, que pasó a la historia de la etapa a apenas dos kilómetros de meta. Al menos Egoi Martínez, inagotable, se reveló llevándose a su rueda en un último intento a Lefevre y Coutouly, sin fruto alguno.
El Milram de Zabel, el Credit de Hushovd, el Davitamon de McEwen y el Lampre de Bennati abrieron la batalla por la gloria en Saint Quentin, en dura pugna con el Quick Step, empeñado en mantener al ídolo nacional del deporte belga vestido con la prenda de líder. La carrera se volvió loca, rota por los acelerones de última hora y un ritmo asfixiante. Iban Mayo, que había caído, fue ayudado por sus compañeros para reintegrarse a la fila. Otro susto para el pelotón español. La llegada fue descontrolada, tanto que el neozelandés Julian Dean cayó a 50 metros de la llegada y a punto estuvo de provocarse un serio accidente que esta vez no produjo heridas. Freire se dejó llevar por la rueda de Boonen, pero luego se dio cuenta de que "el belga no está en su mejor momento", Hushovd quedó encerrado y Gálvez asomó en duelo con McEwen, quien una vez más no perdonó.
Hubiera sido bonito que los españoles rindieran homenaje con una victoria a la que alcanzaron los ejércitos españoles dirigidos por Manuel Filiberto de Saboya sobre los franceses en la Batalla de San Quintín, allá en 1557. Gracias al episodio bélico, Felipe II mandó construir El Escorial. Pero lo impidió McEwen, el aussie a quien le sucede lo mismo que a los jugadores franceses en el Mundial de fútbol, que con la veteranía mejora.
Este jueves se disputará la quinta etapa entre Beauvais y Caen, de 225 kilómetros de recorrido, con cuatro pequeñas cotas de cuarta categoría en el recorrido, propia para escapadas y llegada masiva, donde los velocistas volverán a verse las caras.
La etapa que servía para devolver el Tour a territorio francés no movió los principales puestos de la general. Boonen, que paseó el maillot amarillo por su país durante 115 kilómetros, se mantiene al frente. El australiano Michael Rogers, otro campeón mundial pero de contrarreloj, le sigue a un segundo, mientras que la tercera plaza es para el estadounidense George Hincapie, a siete. La buena noticia para el ciclismo español es que Egoi Martínez (Discovery Channel) ocupa la quinta plaza que dejó Alejandro Valverde, a diez segundos del líder.
Martínez, ganador del Tour del Porvenir en 2003 y de naturaleza escaladora, provocó en el kilómetro 18,5 la escapada del día y tuvo la habilidad de bonificar la totalidad de los 18 segundos en juego en tres pasos intermedios, lo que le permitió saltar del puesto 22 al quinto y ganar el premio diario de la combatividad. A la iniciativa de Martínez se apuntaron de inmediato el británico Bradley Wiggins (Cofidis), especialista en cronos cortas, campeón olímpico de persecución y los franceses Crhistophe Mengin (Francaise), un veterano de 37 años con once participaciones en sus espaldas y una victoria de etapa en 1997 (Friburgo), Laurent Lefevre (Bouygues) y Coutouly (Agritubel), un debutante.
El quinteto atravesó todo el territorio belga cargado de moral y en perfecto entendimiento. El pelotón no estaba aún para prisas y toleró el proyecto que inició Egoi Martínez, el español mejor colocado en la general (vigésimo segundo) tras la retirada de Valverde. Los hombres del Quick Step, los compañeros del líder Tom Boonen, decidieron estabilizar la fuga en la Cota de Falaen (kilómetro 57) en torno a los cuatro minutos. Un esfuerzo vano el de estos aventureros, como es habitual cuando una minoría animosa se enfrenta a una mayoría rodante donde los intereses se multiplican por mil, que pasó a la historia de la etapa a apenas dos kilómetros de meta. Al menos Egoi Martínez, inagotable, se reveló llevándose a su rueda en un último intento a Lefevre y Coutouly, sin fruto alguno.
El Milram de Zabel, el Credit de Hushovd, el Davitamon de McEwen y el Lampre de Bennati abrieron la batalla por la gloria en Saint Quentin, en dura pugna con el Quick Step, empeñado en mantener al ídolo nacional del deporte belga vestido con la prenda de líder. La carrera se volvió loca, rota por los acelerones de última hora y un ritmo asfixiante. Iban Mayo, que había caído, fue ayudado por sus compañeros para reintegrarse a la fila. Otro susto para el pelotón español. La llegada fue descontrolada, tanto que el neozelandés Julian Dean cayó a 50 metros de la llegada y a punto estuvo de provocarse un serio accidente que esta vez no produjo heridas. Freire se dejó llevar por la rueda de Boonen, pero luego se dio cuenta de que "el belga no está en su mejor momento", Hushovd quedó encerrado y Gálvez asomó en duelo con McEwen, quien una vez más no perdonó.
Hubiera sido bonito que los españoles rindieran homenaje con una victoria a la que alcanzaron los ejércitos españoles dirigidos por Manuel Filiberto de Saboya sobre los franceses en la Batalla de San Quintín, allá en 1557. Gracias al episodio bélico, Felipe II mandó construir El Escorial. Pero lo impidió McEwen, el aussie a quien le sucede lo mismo que a los jugadores franceses en el Mundial de fútbol, que con la veteranía mejora.
Este jueves se disputará la quinta etapa entre Beauvais y Caen, de 225 kilómetros de recorrido, con cuatro pequeñas cotas de cuarta categoría en el recorrido, propia para escapadas y llegada masiva, donde los velocistas volverán a verse las caras.