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¿Hasta dónde es capaz de saltar el ser humano?

Armand Duplantis ha vuelto a ser el que más lejos ha llegado en salto de pértiga saltando 6,25 metros. Pero, ¿dónde está el límite?

(Salto con pértiga, Francia, Suecia) EFE/EPA/ANNA SZILAGYI | EFE

Cuando uno, durante los Juegos Olímpicos o los Mundiales ve los saltos que hace Armand Duplantis puede pensar que no existe techo para el cuerpo humano. En París 2024 ha vuelto a lograr un nuevo récord mundial en salto de pértiga llegando a los 6,25 metros de altura. Hay que recordar que el anterior, tan solo un centímetro menos, también es suyo. Para quien no lo sepa, el salto de pértiga es de las disciplinas más técnicas del atletismo ya que combina fuerza, velocidad, agilidad y precisión, y, precisamente por ello ha llevado a los atletas a desafiar los límites de la capacidad humana para alcanzar alturas impresionantes. Pero la pregunta es ¿hasta dónde se puede saltar? ¿Se está acercando al tope que permite la física? ¿Es humanamente posible llegar hasta los 7 metros?

Hay que recordar que el salto de pértiga tiene su origen en Europa, cuando las personas utilizaban largas y finas pértigas para saltar de un lado hacia otro de arroyos y canales. Con el pasar del tiempo, esta técnica fue incorporada en competiciones que medían la distancia y no la altura. El deporte como se conoce actualmente surgió cerca del año 1850 en Alemania y, en 1896 los griegos introdujeron esta modalidad en los Juegos Olímpicos. Las alturas de récord han ido variando con el paso de los años, al principio mucho y en la actualidad menos.

Desde la primera competición de salto con pértiga en 1854, donde los atletas alcanzaron una altura máxima de 3,05 metros, la evolución de los récords ha estado marcada por los avances tanto en el material de las pértigas como en las técnicas de salto y, durante más de un siglo, los récords aumentaron a ritmo medio de 2,3 centímetros por año. Así, las primeras pértigas, hechas de bambú, permitieron alcanzar en 1942 una altura de 4,74 metros. Este material fue reemplazado en 1960 por aluminio, lo que llevó a un nuevo récord de 4,80 metros. No obstante, la verdadera revolución llegó con las pértigas de fibra de vidrio y carbono, materiales mucho más ligeros y flexibles, que permitieron a los atletas superar los 6 metros, alcanzando un récord de 6,14 metros en 1994.

Sin embargo, desde mediados de los años 90, el incremento en las alturas alcanzadas ha sido mínimo, tanto que entre 1994 y 2002, el récord mundial solo aumentó en 7 centímetros, llegando a 6,21 metros. Este estancamiento trae consigo una pregunta básica: ¿es posible que se esté acercando a los límites del ser humano y del material utilizado? La física confirma esta teoría y, es más, pone valor a ese récord máximo de altura.

Hay que recordar que el récord mundial masculino actual en salto con pértiga es de 6,25 metros, establecido por Armand Duplantis en 2024. En la categoría femenina, la marca más alta es de 5,06 metros, lograda por Yelena Isinbayeva en 2009. Para alcanzar estas alturas, los atletas utilizan una pértiga flexible hecha de materiales como fibra de vidrio o carbono. ¿Cómo se ejecuta un salto de pértiga? La técnica requiere una carrera de aproximación rápida y controlada, seguida de una plantación precisa de la pértiga en el cajetín. La pértiga se dobla bajo la fuerza del atleta y luego se endereza, lanzando al saltador hacia arriba y por encima del listón. Pero, ¿cómo puede ser que lleguen tan alto? La capacidad del cuerpo humano para saltar en esta disciplina está influenciada por varios factores. La fuerza y la velocidad son esenciales, pero también lo es la técnica y el timing. Además, la altura del salto está limitada por la resistencia del material de la pértiga y la capacidad del atleta para manejarla eficientemente.

De cara a mejorar los récords existen teorías que sugieren que pueden seguir mejorando con el tiempo, aunque a un ritmo más lento. El motivo es, como ha sucedido hasta ahora, que las mejoras en la técnica de entrenamiento, el perfeccionamiento de las pértigas y el desarrollo de estrategias más avanzadas podrían permitir a los atletas superar las marcas actuales. Sin embargo, es probable que haya un límite fisiológico y biomecánico más allá del cual no sea posible saltar, dado que el cuerpo humano y los materiales utilizados tienen sus propias restricciones.

La física en el salto de pértiga

El movimiento realizado por los atletas en el salto con pértiga se caracteriza básicamente por la transformación de la energía cinética en energía potencial gravitacional. Por este motivo, para conseguir alcanzar grandes alturas, el atleta necesita correr el máximo mientras carga la pértiga, acumulando energía cinética y posicionar la pértiga en el encaje en el suelo y transformar esta energía cinética en energía potencial elástica, deformando la pértiga que dará empuje al atleta, levantándolo a determinada altura, y se vuelve energía potencial gravitacional al alcanzar la altura máxima posible.

La velocidad alcanzada durante la carrera define la energía cinética disponible para el salto. Considerando que esta energía no sea dispersada por otros factores, como la resistencia del aire, la energía potencial gravitacional en la altitud máxima será la misma energía acumulada en el final de la carrera.

Limitaciones reales: No más de 7 metros

Pero, para poder entender correctamente el límite teórico impuesto a este tipo de saltos, se pueden usar un cálculo simplificado. Por ejemplo, los cálculos físicos se cumplen para el último récord de salto con pértiga de Armand Duplantis. Hay que recordar que Duplantis pesa 79 kg y alcanza una velocidad de 9,9 m/s al final de su carrera. Pues bien, la energía cinética que alcanzaría, y por tanto la que tendría disponible para convertir en potencial sería de 3.871 Julios. Si todo ese valor se transformara sin pérdidas, el centro de masas del atleta podría llegar a elevarse hasta 5 metros. Sin embargo, como su centro de masas está en la mitad de su cuerpo y el atleta mide 1,81 m, su centro de masas se situaría a 5,94 metros del suelo.

Así, sumando la distancia desde su centro de masas hasta la pelvis, que es aproximadamente un cuarto de su altura, se obtiene que la altura máxima teórica es de 6,39. Bajo este contexto, ya empieza a ser obvio pensar que, aunque se siguiese mejorando la eficiencia de la pértiga y minimizando las pérdidas de energía, aún habría límites en la cantidad de energía que una pértiga puede almacenar y devolver eficientemente o en la velocidad máxima a la que el atleta puede correr.

Por ello, esta es una pequeña demostración de que las restricciones físicas y materiales implican que, aunque hubiera mejoras, superar consistentemente los 7 metros es algo más que improbable ya que la energía adicional necesaria para esos centímetros extra es considerablemente mayor y las pérdidas energéticas inevitables se volverían realmente significativas.

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