El Museo del Holocausto cifra en 17 millones de personas las asesinadas en el capítulo más negro de la historia moderna. Seis millones de ellas fueron judíos. Seis millones...
Fueron también, en lo que aquí nos compete, muchos y muchas deportistas las que no pudieron escapar de las garras del nazismo. Cuando se decidió que el judío era el enemigo, y que había que terminar con él, nada pudieron hacer. A pesar de que en muchos casos se trataba de grandes estrellas del deporte alemán. De atletas ayer queridos por todo el pueblo germano.
Es el caso de Lilli Henoch. La mejor deportista de Alemania durante los años 20. Una pionera. Una referente para el deporte femenino. Cuando se encontraba en el cénit de su carrera, decidieron apartarla de la actividad deportiva primero; y terminar con su vida después. Lo hicieron en un campo de concentración. Pero su leyenda y su inspiración sigue viva.
Una avanzada a su tiempo
Lilli Margarethe Rahel Henoch nacía el 26 de octubre de 1899 en el seno de una familia judía de clase media de Königsberg, capital de Prusia Oriental hasta 1945, año en que fue tomada por los soviéticos y rebautizada como Kaliningrado.
En 1912 falleció su padre, momento en el que la familia decidió mudarse a Berlín. Allí fue donde Lilli, apasionada del deporte desde su niñez, se enroló por primera vez en un equipo deportivo, el BSC (Berlin Sports Club). Se trataba en aquellos momentos de uno de los mejores clubes del país, y acababa de abrir una sección femenina, algo poco habitual en la época.
Todo marchaba a pedir de boca de la joven atleta, que pronto demostró estar capacitada para varias de las modalidades que se practicaban en el centro de entrenamiento.
Un desarrollo que alcanzaría su cenit en los años 20. Conquistaría hasta diez campeonatos nacionales en varias disciplinas de atletismo como lanzamiento de peso, lanzamiento de disco, salto de longitud y 4x100 con el equipo del BSC. En aquel tiempo logró además cuatro records mundiales.
Unos logros que toman aún mayor relevancia teniendo en cuenta las pocas oportunidades que tenían por entonces las deportistas femeninas.
Fue la suya una carrera inspiradora, referente para tantas otras deportistas alemanas –y europeas– que llegarían después. No había duda: Lilli Henoch era en los años 20 la deportista más reconocida de toda Alemania. Por sus éxitos, y por su variedad multidisciplinar.
Sin embargo, todos aquellos logros, ni tampoco el hecho de ser la primera mujer que recibía el Águila Dorada del BSC, el mayor distintivo del club, la salvaron en cuanto Adolf Hitler llegó al poder. En agosto de 1933, y sólo unas semanas después de ser elegida presidenta de la sección atlética femenina del BSC, Lilli Henoch era expulsada del club.
Todo después de que se instaurara en el país una política de ‘sólo arios’ en las organizaciones deportivas, lo que terminó con la expulsión de todos los deportistas judíos del BSC, y de todos los clubes de Alemania.
Lilli Henoch, como tantos otros, encontró refugio en el Sports Club 1905, una formación que sí permitía y defendía la presencia de deportistas judíos, aunque para ello tuviera que conformarse con participar en competiciones menores.
Allí Henoch, además de poder seguir practicando diferentes deportes –también formó parte del equipo de balonmano–, comenzó una nueva andadura como entrenadora. Una figura tan influyente y con una carrera como la suya trasladaba ahora sus enseñanzas a las jóvenes atletas judías que, como ella, soñaban con poder ganarse un futuro en el mundo del deporte.
Pero el futuro que les aguardaba, a ellas y a la propia Henoch, era aterrador. La persecución contra todos los judíos se intensificó especialmente a partir del 9 de noviembre de 1938, la Noche de los cristales rotos. Por supuesto, clubes como el 1905 tenían las horas contadas.
Lilli Henoch y su familia fueron obligados a compartir apartamentos de cada vez más pequeños con más judíos, hasta que en el verano de 1942 ella y su madre Rose recibieron la orden de ‘evacuar’. El 5 de septiembre del mismo año eran deportadas a Riga. Un viaje en tren a la muerte que duró tres días. Nada más llegar, el 8 de septiembre, fueron asesinadas. Las dejaron en una fosa común cercana a la ciudad.
Su hermano mayor Max murió el 2 de abril de 1945 en el campo de concentración de Buchenwald. Suse, la hermana mayor, fue la única superviviente de la familia al Holocausto, tras conseguir escapar a Rumanía.
Su historia, como tantas otras, quedó olvidada. Hasta que Martin-Heinz Ehlert la volvió a sacar a la luz. A través de su investigación y entrevistas consiguió restituir la figura de una de las deportistas más importantes del deporte alemán. Hoy son varios los recintos deportivos del país que llevan el nombre de Lilli Henoch.