De un lado, Rocky Marciano. Campeón mundial de los pesos pesados durante cinco años seguidos. Imbatido en todas sus defensas del título.
Del otro, Mohammed Ali. También campeón mundial, desposeído de su título por negarse a ser reclutado por el ejército americano para la Guerra de Vietnam.
Hablamos, es obvio, de dos de los mejores boxeadores de todos los tiempos. Campeones invictos. Por ello, el combate prometía ser antológico. Todo el mundo estaba pendiente de una pelea que sería proyectada simultáneamente en multitud de salas de cine de Estados Unidos y Europa. Sólo había un problema: Ali llevaba meses retirado (temporalmente). En el caso de Rocky Marciano, el problema era aún mayor: había fallecido cinco meses antes de aquel 22 de enero de 1970, fecha del combate.
Los albores de la informática
Lo que se hizo, obviamente, fue una simulación. Una pelea falsa. Aunque, ojo, basada en la realidad.
Todo se remonta a tres años atrás, a julio de 1967, cuando el productor de radio Max Woromer ideó un torneo ficticio entre los 16 mejores pesos pesados desde el inicio del boxeo hasta la fecha. Los resultados de los combates serían determinados por una computadora, en una época en la que la informática daba sus primeros pasos importantes. Una larga lista de historiadores del boxeo valoraban una serie de variables propias de cada competidor. Después éstas eran introducidas en el ordenador, que se encargaba de analizar las mismas, enfrentarlas, calcularlas, y lanzar su veredicto.
Una vez conocidos los resultados, se llevaría a cabo la narración en la radio de cada uno de los combates. Obviamente, sin dar a conocer lo que había determinado la computadora NCR 315. Como si se tratara de una pelea en directo. En tiempo real. La idea gustó, y mucho. Hasta 380 estaciones de radio la compraron. En poco tiempo tuvo 12 millones de oyentes.
Aquellos 16 participantes –siete de ellos ya fallecidos– fueron Jack Dempsey, que se enfrentaría en octavos a Gentleman Jim Corbett; John L. Sullivan ante Jim Braddock; Bob Fitzsimmons ante Jack Sharkey; Jim Jeffries ante Jersey Joe Walcott; Joe Louis ante Jess Willard; Max Baer ante Jack Johnson; Rocky Marciano ante Gene Tunney; y Muhammad Ali ante Max Schmeling. Los vencedores de estos duelos se encontrarían en cuartos. Después en semis. Y después en la final.
Una final en la que Rocky Marciano se impuso a Jack Dempsey en el 13r round. Así, Marciano era coronado, en palabras del propio Woromer, ‘el más grande de los pesos pesados de todos los tiempos’.
Pero Muhammad Ali, por entonces aún Cassius Clay, no quedó contento. Único boxeador en activo de aquel campeonato, aunque en aquellos momentos se hallaba desposeído de su corona y de su licencia por su rechazo a incorporarse a las fuerzas armadas estadounidenses en plena guerra de Vietnam, mostró su malestar ante lo que consideraba una mancha más a su reputación. Tanto, que presentó una denuncia por un millón de dólares por calumnias.
Aquello hizo reaccionar a Woroner quien, lejos de tomar el gesto como un ataque a su idea, vio ante sí una nueva oportunidad para hacer dinero: propuso a Ali la posibilidad de un combate ficticio –nuevamente a través del NCR 315– ante Rocky Marciano. No sólo le ‘permitía’ enfrentarse al vencedor de su campeonato. Se trataba de los dos únicos pesos pesados de la historia retirados sin perder un solo combate.
A pesar de las reticencias iniciales, Muhammad Ali y Rocky Marciano aceptaron al conocer que ambos se llevarían una suma importante de dinero. Acababa de nacer la Super Fight.
La Súper Pelea
En esta ocasión, y a diferencia de en el campeonato anterior, Ali y Marciano compartirían ring. Todo sería grabado. Y aunque el resultado sería nuevamente determinado por una computadora, habría imágenes para acompañar la narración de la ficticia pelea. Así que ambos estuvieron en un cuadrilátero de Miami repartiéndose golpes ocasionales –alguno de ellos, incluso, real, aunque más bien por error– durante la grabación de 75 rounds de un minuto. La idea era tener registrados todos los posibles desarrollos y finales del combate.
258 expertos en boxeo aportaron sus ideas y valoraciones sobre ambos púgiles. Según Sports Illustrated, se tuvieron en cuenta hasta 58 factores diferentes. Desde la velocidad o la potencia de sus golpeos, a su valentía o su agresividad. Todos los datos eran introducidos en la computadora, que los procesaría para lanzar su veredicto. Para determinar al campeón.
Un veredicto que se mantendría en secreto hasta que las imágenes del combate serían emitidas.
Un éxito millonario
El martes 20 de enero de 1970, a las 19:30 hora del Pacífico, se proyectaba la pelea de manera simultánea en 1000 salas de cine de todo Estados Unidos, más otras 500 salas entre Canadá, México y Europa. Se estima que generó unos cinco millones de dólares.
Todos los asistentes desconocían el resultado. Entre ellos, el propio Mohammed Ali, que contempló el combate desde un cine de Philadelphia. Y quedó sorprendido al ver cómo a los 57 segundos del round 13 era derrotado por Rocky Marciano.
Al principio se lo tomó con resignación. ‘La computadora debió ser construida en Alabama’, se limitó a decir. Pero su sorpresa se fue tornando en enfado cuando comprobó lo que habían conseguido aquellas imágenes falsas rodadas unos meses atrás. La gente creyó que se trataba de un combate real. Que lo que habían visto en el cine era cierto. Que Mohammed Ali había sido derrotado por Rocky Marciano. Un Rocky Marciano que había fallecido unos meses antes, en un accidente de avión.
"Sentí que había decepcionado a millones de personas en todo el mundo. Sentí vergüenza por lo que había estado haciendo. Había recorrido el país promocionando la grabación como justa y precisa", declararía Ali.
De hecho, se planteó la posibilidad de interponer una nueva demanda. Pero desistió cuando comprobó cómo en Europa se estaba celebrando su victoria. ¿Cómo podía ser? La realidad es que mientras en Estados Unidos, efectivamente, se había ofrecido una grabación en la que Ali era derrotado, en Europa los cines habían mostrado un combate en el que se llevaba la victoria ante Rocky Marciano tras provocarle varias heridas, también simuladas (y con mucho kétchup, por cierto).
En total, se da por hecho que se grabaron siete finales de combate diferentes.
Y decimos que se da por hecho porque después de su exitosa emisión, las salas de cine tuvieron prohibido volver a reproducir el combate, y se dio la orden de destruir todas las imágenes.
Aunque no todos debieron hacer caso. Más allá de rumores de cines clandestinos que supuestamente siguieron mostrando eventualmente aquella histórica e inexistente pelea, muchos años más tarde una edición fue hallada y convertida en un DVD en 2005. Se relanzó el 27 de diciembre de ese mismo año, y contaba, además de con las imágenes grabadas entre Rocky Marciano y Mohammed Ali, con un documental sobre dichas grabaciones, con fragmentos de audio de las narraciones en radio originales, y con entrevistas con diferentes boxeadores analizando aquel duelo. Un duelo que ha quedado para la posteridad como ‘The Superfight: Marciano vs. Ali’.