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El milagro de Santa Teresa: rugby para la salvación de delincuentes venezolanos

El Proyecto Alcatraz, para la reinserción de delincuentes venezolanos a través del deporte del balón ovalado, cumple su mayoría de edad.

El Proyecto Alcatraz, para la reinserción de delincuentes venezolanos a través del deporte del balón ovalado, cumple su mayoría de edad.
Wilkinson Arrieta (c), antiguo delincuente y jugador de rugby forjado en Proyecto Alcatraz. | Santa Teresa

Marzo de 2003. Tres jóvenes delincuentes venezolanos, a las órdenes del mafioso Luis Oropeza, asaltaron la hacienda de 3.000 hectáreas que la compañía de ron Santa Teresa tiene entre las montañas de Revenga, en el valle venezolano de Aragua —a unos 70 kilómetros al sur de Caracas—.

Los malhechores tendieron una emboscada y capturaron a un guardia de seguridad, pero las autoridades lograron arrestar a los tres en la misma finca. Allí les ofrecieron dos alternativas: ser entregados a la Policía e ir a la cárcel o devolver todo lo que habían robado y trabajar durante tres meses en la Hacienda Santa Teresa sin recibir nada a cambio para reparar los daños causados.

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Hacienda Santa Teresa en el municipio de Revenga (estado de Aragua, Venezuela). | Foto: Santa Teresa

Eligieron la segunda opción, pero a cambio pidieron que sus compañeros de banda también fueran aceptados. Así nació el Proyecto Alcatraz, un programa que, desde su creación hace ya más de 18 años, ha conseguido rescatar de la delincuencia a más de 200 jóvenes y desarticular 11 bandas criminales en Venezuela.

Un programa basado en la educación de valores a través de una actividad con muy poco arraigo en Venezuela como es el rugby, deporte del que el presidente de Ron Santa Teresa, Alberto Vollmer, se declara gran apasionado tras haberlo jugado durante su juventud en Francia —donde estudió— junto a su hermano Henrique. "Es el mejor deporte del mundo. Winston Churchill decía que el fútbol es un deporte de caballeros jugado por bárbaros y el rugby es un deporte de bárbaros jugado por caballeros. Es un deporte que te inculca una serie de valores como el respeto (por el árbitro, el adversario, por ti mismo...), la disciplina, el trabajo en equipo, el espíritu deportivo y la humildad, que quizá sea el más importante porque te permite aprender de tus propios errores", declara Vollmer en una charla con Libertad Digital.

Primero fueron tres delincuentes los que se enrolaron en el Proyecto Alcatraz y posteriormente sus 22 compañeros de la banda. Después lo hicieron los miembros de una segunda banda criminal… y así hasta 216 delincuentes han acabado pasando desde entonces y hasta hoy por este programa de justicia restaurativa con el que Santa Teresa, compañía líder de la producción de ron en Venezuela, pretende reinsertarlos en la sociedad.

Chicote como anfitrión

Un programa de reeducación de dos años en el que los delincuentes no sólo juegan al rugby, sino que también realizan formación profesional —principalmente mixología y coctelería— y se someten a sesiones de psicología. "Mucha gente me tildó de loco al dar la oportunidad a personas tan peligrosas, pero lo preferí antes que dejarlos en manos de una Policía corrupta y de un sistema judicial que no funciona. Tomamos la ley por nuestra mano", explica Alberto Vollmer a este periódico.

El presidente de Ron Santa Teresa ha estado estos días en Madrid junto a dos antiguos delincuentes que hoy son embajadores de la compañía productora de ron gracias a Proyecto Alcatraz: Anther Herrera (29 años) y Wilkinson Wilco Arrieta (25). Los tres fueron protagonistas junto a Alberto Chicote en un evento celebrado en el restaurante Puertalsol, el local que el conocido chef tiene en la Puerta del Sol, con unas magníficas vistas a la emblemática plaza madrileña.

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Alberto Chicote (2d) y Alberto Vollmer (2i), junto a Wilkinson Arrieta (i) y Anther Herrera. | Foto: Alejandra Ferrer

Chicote hizo gala de sus extraordinarias dotes culinarias —Libertad Digital puede dar fe de ello— y recordó su afición al rugby, no en vano en la década de los 80 jugó en la selección juvenil madrileña junto al actor Javier Bardem. "El rugby me ha hecho una persona distinta. No sé si mejor o peor, pero me atrevería a decir que mejor. Es un deporte que tiene muchos valores compartidos con la cocina. Y un jugador de rugby nunca deja de serlo aunque ya no lo practique, precisamente por esas grandes enseñanzas como son el trabajo en equipo, el sacrificio y un respeto reverencial por los compañeros y por el árbitro", apuntó el cocinero antes de preparar una serie de platos con el extra añejo ron Santa Teresa 1796 —ceviche de corvina, canelón de pollo, alcachofa al carbón con ajoblanco o carrillera de cerdo ibérico, entre otros— en un entretenido show cooking.

De delincuente a ‘embajador’

Quedó prendado el cocinero madrileño —y con él, quien estas líneas escribe— escuchando las historias de Anther Herrera y Wilco Arrieta, otrora delincuentes, hoy hombres de provecho gracias a este Proyecto Alcatraz. "El rugby me hizo volar y ser libre, estando entre rejas", explica Wilco, cuyo padre, Luis Arrieta, fue el líder de la banda que entró a robar en la Hacienda Santa Teresa aquel marzo de 2003 y hoy en día es el entrenador del equipo Alcatraz Rugby Club. El mismo lugar, para más inri, donde estuvo trabajando el abuelo de Wilkinson "durante más de 40 años".

"Proyecto Alcatraz fue un hito en mi familia y en el pueblo de donde vengo. Gracias a ellos, mi padre y su banda decidieron transformar sus vidas y con ese cambio puedo acompañarlos hoy como embajador de ron Santa Teresa 1796", apunta Wilkinson Arrieta, agradecido por esta "segunda oportunidad". Formado en mixología —estudio y habilidad para preparar bebidas mezcladas— y coctelería, Wilkinson es bartender y embajador de marca premium Santa Teresa 1796 —el ron más premium de la compañía—, al igual que Anther Herrera.

El pasado mes de enero, Wilkinson fue distinguido como uno de los mejores jugadores emergentes de rugby de Latinoamérica, según el portal America’s Rugby News, por su valiosa participación en competiciones nacionales e internacionales.

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Miembros del equipo Alcatraz Rugby Club. | Foto: Santa Teresa

Wilkinson Arrieta no se veía a sí mismo como un gran jugador de rugby. De niño no le gustaba este deporte, pero con ocho años empezó a practicarlo con la intención de acercarse a su padre. "Yo era muy mal jugador, pero me di cuenta de que debía esforzarme más para no hacer quedar mal al resto del equipo. Si entrenas con disciplina y con una meta, tarde o temprano te da la recompensa", apuntaba el joven deportista venezolano, que años más tarde se convirtió en el primer jugador del Alcatraz Rugby Club que ha sido fichado por un equipo de rugby profesional fuera de Venezuela —en las filas del Pucaru Stade Gaulois uruguayo—.

"Es un orgullo que Wilkinson, que se ha formado como jugador desde muy joven en la cantera del Alcatraz Rugby Club, haya sido seleccionado como una de las figuras emergentes en el rugby latinoamericano, después de ser seleccionado en 2017 por el Pucaru Stade Gaulois", apuntaba Andrés Chumaceiro, director de la Fundación Santa Teresa.

"Ahora cuento cómo me fue en el trabajo"

"’¿Cómo te fue en el trabajo?’, me pregunta mi esposa. Yo ahora por fin le puedo contar todo, antes no porque, obviamente, no era legal". Es la lacónica frase que dejó Anther Herrera al contar su caso a Libertad Digital.

Hijo de un albañil y procedente de una familia "con principios", como él mismo dice, Anther era un chico normal, buen estudiante, que jugaba al fútbol sala. Pero con 14 años se unió a un grupo de amigos de la comunidad y su vida cambió. Aquel muchacho aparentemente tímido se transformaba por las noches: saliendo de fiesta... y también a robar. El miedo se apoderó de Anther cuando algunos miembros de la banda murieron y otro fue capturado.

Herrera se lo acabaría contando todo a su padre, que lo aconsejó hasta enderezar el rumbo. "Seguí con el grupo, pero de bajo perfil, en el barrio no sabían nada. Yo llevaba una doble vida, era como un hobby, pero ni mucho menos era el líder, no destacaba", recordaba Anther en declaraciones facilitadas a este periódico por la Fundación Santa Teresa.

Se graduó y un familiar le ofreció la oportunidad de entrar a trabajar en un organismo de seguridad en Caracas, donde llegó a ser escolta. Pero Anther se cansó con el paso del tiempo, pidió la baja y volvió a su pueblo, donde volvió a tener una doble vida. Fue entonces cuando conoció a Luis Oropeza, el líder de la peligrosa Banda Once de Sabaneta, una población del estado de Aragua. "Estábamos más organizados, había lealtad a Luis y yo era el segundo al mando. No íbamos a robar, sino a defender el sector donde vivíamos. Acabamos con casi todas las bandas y otras tuvieron que irse", relata.

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Anther Herrera (i) y Wilkinson Arrieta, embajadores de Proyecto Alcatraz. | Foto: Alejandra Ferrer

Apareció entonces la oportunidad del Proyecto Alcatraz, donde Anther, que es padre de tres hijos, lleva ya un año para poder rehacer su vida gracias al rugby, a la mixología y la coctelería, oficios que Herrera ha aprendido a base de tesón. "Ésta es una nueva oportunidad. El tren sólo pasa una vez y esto sirve para crecer como persona. Ahora sí mantendré firmes los valores, la formación, la disciplina... Quiero ser un ejemplo. Además, es bonito vivir en paz y ver que la gente está orgullosa de ti", apunta a LD.

"Matar la culebra por la cabeza"

Proyecto Alcatraz no ha tenido precisamente un camino de rosas durante estos 18 años. "En 2003 la delincuencia en Venezuela y en nuestra área, Revenga, estaba desbordada", destaca Alberto Vollmer a este periódico. "Cuando empezamos con el programa, educamos a los jóvenes en esta serie de valores y también en el perdón. Les dimos la oportunidad de pedir perdón a las víctimas, pero sobre todo a saber perdonarse a sí mismos, educándolos en valores que vemos muy representados en el rugby", insiste el empresario caraqueño, de 53 años, de origen alemán y miembro de la quinta generación familiar de Ron Santa Teresa —entre sus antepasados tiene a una prima del libertador Simón Bolívar—.

"Había que matar la culebra por la cabeza", recalca Vollmer, destacando que Proyecto Alcatraz no sólo ha logrado rescatar a 200 jóvenes de la criminalidad y desarticular 11 bandas, sino también reducir de 114 a 12 los homicidios por cada cien mil habitantes en el área de Revenga desde 2003. Actualmente son 32 las cárceles de Venezuela (20 masculinas y 12 femeninas) a las que llega este Proyecto Alcatraz, seguramente uno de los programas de responsabilidad social empresarial más exigentes y comprometidos del mundo.

Un halo de esperanza

Y, por si fuera poco, en un país que desde hace muchos años vive una durísima realidad política, económica y social como es Venezuela. La crisis lleva décadas abatiéndose sobre la población y salpicando hacia el resto del continente americano. La principal dificultad que existe en la república bolivariana para analizar lo que ocurre en cualquier ámbito de la vida pública es la extrema opacidad con que las entidades oficiales, lideradas por el gobierno de Nicolás Maduro, manejan la información. Por eso, que una empresa cumpla 225 años como Ron Santa Teresa es prodigioso, y más aún en Venezuela, donde el ron es el segundo producto más exportado después del petróleo.

En estos últimos tiempos, la compañía de Aragua ha tenido que esquivar sus propios problemas. A principios de siglo XXI, Santa Teresa se enfrentaba a la quiebra y logró sortearla gracias al buen manejo de los hermanos Alberto y Henrique Vollmer, tataranietos de Gustav Julius Vollmer, un alemán llegado desde Hamburgo que en 1796 fundó la Hacienda Santa Teresa en Revenga.

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Alberto C. Vollmer, presidente de Ron Santa Teresa. | Foto: Santa Teresa

En el año 2000, con Hugo Chávez nacionalizando empresas y clamando contra los oligarcas, más de 400 familias invadieron terrenos de la hacienda tratando de encontrar un lugar donde vivir. En lugar de desalojarlas, los Vollmer cedieron espacios para el proyecto Camino Real, que incluyó la construcción de viviendas para aquellas familias. A partir de entonces comenzarían a establecerse relaciones con el Gobierno bolivariano que se fortalecerían años después gracias al Proyecto Alcatraz.

"El país tiene una enorme cantidad de problemas, pero hay motivos para ser optimista, para pensar en un proceso paulatino de reconstrucción de las instituciones y en que la sociedad pueda ir recuperando su economía. Uno de esos motivos es la dolarización de facto que ha traído mayor inversión y mayor estabilidad al país", explica Alberto Vollmer a Libertad Digital.

"La hiperinflación de Venezuela era terrible, generaba una gran pobreza, pero uno empieza a sentir los efectos de la recuperación. Hemos sufrido una pérdida del 80 por ciento del PIB durante ocho años. Hemos tocado fondo y, según qué economista, en 2022 veremos un crecimiento de entre el 4 y el 10%. El pueblo venezolano es alegre y enérgico y yo, como venezolano que soy, veo elementos que nos permiten ser optimistas", relató el presidente de Ron Santa Teresa, confiando en que la compañía y su Proyecto Alcatraz —ya en plena mayoría de edad— sigan creciendo juntos de la mano.

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