La tradición manda que la maratón de Boston, la más antigua de cuantas se disputan de manera continua, se celebra siempre el Día del Patriota, el tercer lunes de abril. Así ha sido desde 1897, aunque este año se ha trasladado al 11 de octubre con el objetivo de esquivar la pandemia.
Una prueba que ha dejado grandes momentos para la historia. Como la brillante victoria de Geoffrey Mutai –con polémico récord del mundo incluido– en 2011, el fatídico atentado de 2013, o la irrupción de Kathrine Switzer en 1967, la primera mujer que corrió el maratón con dorsal, y que se convirtió en un icono del feminismo.
Aunque, realmente, debería reconocerse a Roberta Gibb como la primera mujer en completar la distancia. Lo hizo el 19 de abril de 1966; es decir, un año antes. Y aunque su participación no tuvo ninguna oficialidad, su llegada a meta tuvo un enorme valor simbólico.
Una prueba imposible
Roberta Louise Bobbi Gibb había nacido en Cambridge, Massachusetts, el 2 de noviembre de 1942. Desde joven sintió una gran pasión por el atletismo, que practicaba como aficionada. Y amaba, sobre todo, correr grandes distancias. Aunque sabía que a las mujeres no les permitían competir de manera oficial en ellas.
Tras acudir en varias ocasiones a verla desde fuera, quedó fascinada por la Maratón de Boston. En su mente estaba el poder disputarla algún día. Era el summum de aquello que tanto amaba, el atletismo. Así que hizo una petición formal a la organización para competir en la edición de 1966.
Mientras esperaba una respuesta comenzó a intensificar los entrenamientos, comprobando cómo era capaz de completar la distancia de 42km y 195m. Pero la decepción llegó en forma de carta. La Boston Athletic Association denegó su inscripción. Se alegaba que no estaba permitida la participación de mujeres en la prueba, porque no estaban fisiológicamente capacitadas para ello.
Pero a pesar del mazazo aquello no iba a detener a Bobbi. Al contario. "Una razón más para correrla", pensó.
En la mañana del 18 de abril, Día del Patriota, Bobbi Gibb se desplazó hasta la salida de la prueba. Estuvo merodeando sigilosamente por la zona, y en cuanto los atletas comenzaron a correr, se mezcló entre la multitud. Ni muy adelante ni muy atrás, con capucha y unas bermudas de su hermano. Tratando de no ser descubierta.
Los corredores que la vieron, cuenta Gibb, le mostraron su apoyo, asegurándole que no permitirían que las autoridades la sacaran de ahí. "No fue una confrontación entre hombres y mujeres. Los hombres se alegraron de que estuviera corriendo. Y de ese modo, me quité la pesada y caliente sudadera, y entonces todos pudieron ver que yo era una mujer".
Bobbi Gibb completó la distancia con un tiempo de 3 horas, 21 minutos y 40 segundos. Pero antes incluso de llegar, en cuanto se conoció y extendió la información de que una mujer estaba corriendo en la prueba, se convirtió en noticia. La radio comenzó a informar sobre su progreso hacia la meta. Toda la prensa escrita quiso entrevistarla.
Así lo publicaba Sports Illustrated, en su edición del 2 de mayo de 1966, en un artículo de Gwilym S. Brown titulado ‘Una chica en un juego de hombres’:
La semana pasada, una rubia de 23 años, bonita y de aspecto impecable, llamada Roberta Gibb Bingay, no sólo tomó la salida, sino que cubrió las 26 millas y 385 yardas del recorrido a un ritmo lo suficientemente rápido como para terminar por delante de nada menos que 290 de los 415 participantes del evento.
Sin embargo, su hazaña quedó sin ninguna oficialidad. Por eso, se reconoce a Kathrine Switzer como la primera mujer que completó el maratón de Boston con un dorsal. Aunque también tuvo que hacerlo a escondidas…
Eso sí, en 1996 Bobbi Gibb sería reconocida como la ganadora del Maratón de Boston de 1966. También en el de 1967 y en el de 1968. Años en que la atleta volvió a correr, nuevamente sin dorsal y sin inscripción –la participación de las mujeres en la prueba no se permitiría oficialmente hasta 1972–, y en los que volvió a cruzar la meta con tiempos similares al de 1966 (3h 27’ y 17’’, y 3h30’ respectivamente).
Su nombre, Roberta Louise Gibb, fue inscrito en el Museo de la Boston Athletic Associations. Hoy es considerada como una de las atletas más influyentes en la lucha de la mujer por la igualdad de sexo en el mundo del deporte.