Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 serán recordados eternamente como unos de los mejores jamás celebrados. Fueron los Juegos del Dream Team, del oro español en fútbol, de Carl Lewis, de Vitaly Scherbo, de Krisztina Egerszegi, de la mejor final de waterpolo de la historia, de Derek Redmond y su padre, de Cobi, de la flecha de Rebollo, del "Amigos para siempre"…
Y también de Hassiba Boulmerka, una mujer que tuvo que huir de su país, Argelia, por las amenazas de muerte recibidas "por correr en pantalón corto y tirantes por las pistas de todo el mundo". En Barcelona otorgaría a su país el primer oro olímpico.
Una atleta mayúscula
Nacida en Constantina, la tercera ciudad más grande de Argelia, el 10 de julio de 1968, Hassiba Boulmerka fue descubierta siendo aún una niña, durante unos juegos escolares. Los entrenadores asistentes vieron en ella unas cualidades innatas para la media distancia. Sólo había que pulirlas…
Y en aquellos tiempos, no le iba a resultar muy difícil. Como relata la propia Boulmerka en el programa italiano ‘Il falco e il gabbiano’, "en la escuela recibí una educación musulmana, con sus reglas, sí, como no comer carne de cerdo, o que las chicas no podían ir a bailar. Pero era lo normal. Vivíamos todos en armonía, hombres y mujeres, siguiendo estas reglas. Podíamos hacer deporte juntos, aunque el número de mujeres que lo practicaban era pequeño".
Es decir, Boulmerka podía entrenar. Boulmerka podía progresar. Y no tardarían en llegar los éxitos. En 1988 se proclamó campeona de África en las distancias de 800 metros y de 1.500 metros. Victorias que repetiría al año siguiente.
El salto definitivo se produciría en 1991, en el mundial de atletismo de Tokio. Con una marca de 4’02’’21 se impuso en el 1.500, convirtiéndose así en la primera mujer africana que lograba un oro en un mundial.
Pero, paralelamente a su carrera hacia el éxito, en Argelia crecía el extremismo islamista radical. De hecho, en ese mismo 1991 se declaró el estado de excepción, después de la entrada del Frente Islámico de Salvación en el Parlamento. Ante el temor de una posible victoria en las elecciones se anuló el proceso electoral. Varios dirigentes del partido fueron encarcelados. Aunque aquello no hizo sino intensificar los ataques del Ejército Islámico de Salvación, su facción más extremista.
La misma facción, más radical, que comenzó a amenazar a Hassiba Boulmerka por ser una mujer que corría en pantalón corto y mostrando los hombros; una mujer que se negaba a utilizar el velo en los actos públicos. Esa mujer no podía llevar el nombre de Argelia en el pecho. Fue considerada un enemigo del Islam en Argelia.
"Tras la medalla de Tokio mi fama se multiplicó, y los extremistas me pusieron como su enemigo. El imán de mi ciudad empezó a decir que yo estaba en contra del islam por correr con pantalones cortos y, según él, mostrarme desnuda. Eso generó polémica en el país, hubo gente a favor, otra en contra... Provocó que me amenazaran, y que pensara en la muerte" confiesa Boulmerka en BBC World.
Aquella situación hizo que la atleta tuviera que huir del país para seguir entrenando. Sabía que en cualquier momento podía ser asesinada, pero no quería renunciar al sueño olímpico de Barcelona. Se trasladó a Europa, a Alemania, donde continuó con sus entrenamientos. Siempre con la amenaza del Grupo Islámico Armado Argelino presente. "Sabía que era peligroso. En los meses previos a Barcelona no realicé ninguna carrera. Ninguna. Porque sabía que podía ser asesinada en cualquier momento".
Una victoria por la vida
A la cita olímpica de Barcelona, pues, no llegó de la mejor manera. Pese al éxito el año anterior en Tokio, había serias dudas sobre su estado de forma habida cuenta de que apenas había podido entrenar.
Pero lo cierto es que en Barcelona se destapó. Tras pasar con relativa facilidad a la final, allí mantuvo un bonito duelo con la soviética Lyudmila Rogachova hasta la última contrarrecta. A falta de unos 150 metros para el final Boulmerka atacó, y se quedó sola. Con un crono en 3’55’’30, la mejor marca del año, el oro era suyo. Y de todo su país. Era la primera victoria olímpica para Argelia. Ya fuera en un deporte femenino o masculino.
La celebración fue apoteósica. Y emotiva. Lo que acaba de conseguir era mucho más que un oro, y Boulmerka lo sabía. En un país donde las mujeres no podían practicar deporte, donde éstas recibían amenazas de muerte por luchar por su libertad, aquella victoria era la mejor reivindicación posible.
"Reaccioné así para decir ‘¡He ganado!’. Porque para mí aquello era una victoria para la vida. Y también ante el desafío de aquellas personas que me querían muerta. Que me querían arrebatar la vida. Ahora si queréis matarme podéis hacerlo, ya he ganado", declararía la atleta.
Continúan los éxitos…y la lucha
Evidentemente, la fama de Hassiba Boulmerka se multiplicó. Y con ello, las amenazas. Pero la argelina continuó con su carrera –aunque tuviera que seguir haciéndolo fuera de su país–, y continuó cosechando éxitos.
En 1993 conseguiría la medalla de bronce en el Mundial de Stuttgart. Y en 1995 logró una nueva medalla de oro en un Mundial, tras imponerse en Gotemburgo. Un Mundial en el que tuvo que ser alejada del lugar de concentración de los atletas, al recibir nuevas amenazas del Grupo Islámico Armado Argelino.
"Estuve todos los días acompañada por la Policía. Hasta dentro del estadio. Decenas y decenas de policías me rodeaban continuamente. Todos con sus pistolas. Cuando iba al baño también me acompañaban. En las vueltas de calentamiento. Incluso cuando me iba a duchar. Estaban por todo".
En ese mismo 1995 Boulmerka sería distinguida con el Premio Príncipe de Asturias de los deportes. Era un reconocimiento por su valentía, por su lucha en la liberación de la mujer a través del deporte, y por promover el espíritu olímpico, tal y como reflejó el entonces príncipe Felipe.
Dos años más tarde, en 1997, llegaría su retirada, dejando atrás una brillante carrera, pero sobre todo una lucha continua por los derechos de la mujer en el mundo del deporte.
Una lucha que hoy continúa la atleta. Además de formar parte del Comité Olímpico Internacional, Hassiba Boulmerka trabaja en proyectos para fomentar el deporte entre las mujeres del Magreb y para defender su derecho a competir en igualdad.
Aunque quizá la mejor arma para seguir luchando sea ella misma. Su ejemplo. El ejemplo de una mujer que fue amenazada de muerte por ganar, y que siguió ganando. Que nunca se rindió. Porque quería cumplir su sueño, pero sobre todo, porque quería reivindicar que la mujer musulmana también puede ser una vencedora. Que las mujeres de cualquier lugar pueden luchar y superar los prejuicios y las amenazas para cumplir sus sueños.
"Tuve miedo, pero jamás se me pasó por la cabeza abandonar. ¿Por qué? Amo el atletismo. Y mi decisión fue seguir corriendo, aunque tuviera que cargar siempre con toda esa gente que me quería matar. Yo no había hecho nada malo. Al contrario, gané tres medallas de oro para mi país, para Argelia. Y decidí seguir haciéndolo frente a ellos. Seguir entrenando. Seguir ganando. Diría que incluso todo aquello provocó que creciera mi motivación para ganar".
Este artículo forma parte del libro 'HEROÍNAS a través del deporte', del mismo autor. Una colección de 25 historias de mujeres deportistas que iniciaron nuevos caminos, rompieron barreras, y trascendieron en las generaciones venideras, en la línea del artículo que acaban de leer.