Tuvieron que pasar 120 años para que los Juegos Olímpicos desembarcaran en tierras sudamericanas. Lo hicieron en Brasil, en Rio de Janeiro. Una decisión que corroboraba la intención del COI de llevar el movimiento olímpico a todos los continentes –ya sólo resta África- pero que también levantó una gran polémica.
Especialmente por los contrastes de la zona entre la opulencia de los recintos deportivos, y las favelas que había en su entorno –llegando incluso a ser necesarios el desalojo y la expropiación de asentamientos irregulares adyacentes a la Villa Olímpica o al Estadio Olímpico-. No fueron pocos los movimientos que se levantaron en contra.
Si aquella controversia fue previa a la celebración de los Juegos, también ha quedado otra posterior: el legado que dejan. Desde el COI se ha abogado siempre en que una cita de tal envergadura deja una importante mejora y progreso en la ciudad y el país. Sin embargo, no parece que haya sido el caso de Rio que, más allá de la deuda económica que dejan unos Juegos –como siempre ha sucedido-, ha visto como la mayoría de las instalaciones han caído en desuso casi desde la finalización de los mismos. Un "homenaje al despilfarro", como se ha definido en más de una ocasión.
Con todo, y como era de esperar, la ciudad y el país entero se volcaron de lleno para que los 16 días de Juegos fueron una fiesta continua, dando lugar a una celebración que, si bien tampoco entraría en el ranking de las mejores de la historia, no puede negarse que fue más que correcta, sin ningún contratiempo.
En total, 11.551 atletas de 207 comités olímpicos nacionales compitieron en 306 eventos. 118 atletas ruso se quedaron fuera por el escándalo de dopaje institucional que saltó en el país poco antes de la cita.
Las dos grandes despedidas
Dos grandes nombres, enormes, quedarán para el recuerdo de los Juegos Olímpicos de Rio 2016. Por sus éxitos –una vez más- y también porque supusieron su despedida del mundo del deporte. Hablamos, por supuesto, de Michael Phelps y Usain Bolt. Entre los más grandes nadadores y velocistas –respectivamente- de todos los tiempos.
El primero en hacerlo fue Michael Phelps. El tiburón de Baltimore conseguía en Rio nada menos que 5 medallas de oro, en el 200 mariposa y el 200 estilos, y en el 4x100 estilos y libre, y el 4x200 libre, además de una plata en el 100 mariposa. Superaba de ese modo sus registros de Londres 2012. Con todo, Phelps se retiraba con un total de 28 medallas olímpicas, 23 de ellas de oro, siendo por supuesto el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos.
Una semana más tarde lo hacía Usain Bolt. Y lo hacía, de nuevo, a lo grande: tercer triplete en los terceros Juegos consecutivos. El jamaicano se llevó la victoria en los 100 metros, 200 metros, y el 4x100, las mismas pruebas que dominó en Pekín 2008 y Londres 2012. Bolt se retira con 9 medallas olímpicas, los récords del mundo en ‘sus’ tres pruebas –récords que siguen vigentes-, y el reconocimiento como uno de los mejores atletas de la historia.
Unos se van y llegan otros. Y quizá la irrupción de mayor impacto en Rio fue la protagonizada por Simone Biles. La gimnasta de 19 años y 1’45m de altura conquistó cuatro medallas de oro –en equipo, individual, salto y vuelo- y una de bronce. Pero no fue sólo por las medallas ganadas; fue por cómo las ganó. Una superioridad, una perfección en los ejercicios que no se había visto desde Nadia Comaneci. Su progresión no ha parado desde entonces, y apunta a ser una de las grandes estrellas también en Tokio.
Otra niña de 19 años, en este caso en la piscina, conquistó también cinco medallas: Katie Ledecky. En su caso, además, repetía, pues ya había ganado un oro en Londres 2012. En la distancia de 800, la misma en la que en Rio la estadounidense lograría un nuevo récord del mundo. Su dominio en la natación femenina parece no tener sombra, y en estos días podría repetir la gesta de Dawn Fraser.
Aunque quizá la actuación más explosiva la protagonizó el atleta sudafricano Wayde Van Niekerk, quien con su exhibición en el 400 metros (43.03) arrebataba el récord del mundo en la distancia a Michael Johnson después de 17 años.
Y la mayor proeza convendría atribuírsela a la tiradora estadounidense Kim Rhode: con su bronce en Rio se convertía en la única mujer capaz de sumar medallas olímpicas en seis Juegos seguidos de forma individual. El húngaro Aladar Gerevich (esgrima) y al italiano Armin Zöggeler (luge) también lo han logrado. Kim no podrá revalidar éxito, al no lograr la clasificación para Tokio.
Sin olvidar al británico Mo Farah, segundo atleta que logra el doblete olímpico en los 5.000m y los 10.000m en dos Juegos consecutivos (Londres 2012y Rio 2016).
Con todo, el medallero quedó encabezado una vez más por Estados Unidos, con 121 preseas totales -46 de ellas de oro-, seguido de Reino Unido (67 medallas, 27 de oro), que siguió beneficiándose del impulso a su deporte que supuso la organización de los Juegos anteriores. China fue tercera con 70 medallas totales, 26 de ellas de oro. Por su parte, España terminó con 17 medallas, que repasaremos más adelante.
Los Juegos de las oportunidades
Si los Juegos de Rio serán recordados por la despedida de dos gigantes, y por la irrupción de nuevas figuras, algo más o menos habitual en este tipo de citas, también lo serán por algo totalmente inhabitual.
El tirador Fehaid Aldeehani se convertía en el primer deportista que conquistaba una medalla sin representar a ningún país. Participando bajo la bandera independiente, Aldeehani se hizo con el oro en la modalidad de doble trap. Nacido en Kuwait en 1966, no se permitió la participación de su país en los Juegos por "injerencias del gobierno en el organismo olímpico" –sanción que ha sido revocada para Tokio-. Sin embargo, a Fehaid Aldeehani sí se le permitió participar, como deportista independiente, y bien que lo aprovechó. Para hacer historia.
Igualmente histórica fue la participación del ROT, el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, que se incluyó por primera vez en Rio de Janeiro –repetirá en Tokio-. 10 atletas, cuatro mujeres y seis hombres -todos ellos con sus marcas mínimas para ser olímpicos- provenientes de países en conflicto como Siria, Congo o Etiopía, representaron a este nuevo equipo, llevando por bandera la esperanza de millones de personas que se han visto obligadas a desplazarse; a huir de sus países por culpa de la guerra y el terror. No ganaron ninguna medalla, pero sus participaciones supusieron victorias, para muchos, más importantes que un oro.
Otra victoria sin medalla fue la que protagonizaron la estadounidense Abbey D’Agostino y la neozelandesa Nikki Hamblin en los 5.000 metros femeninos de atletismo. Durante el transcurso de la misma, un tropiezo terminó con las dos en el suelo. Lejos de rendirse, las dos se apoyaron en sí mismas –aún con d’Agostina con un ligamento roto- y terminaron la carrera cojeando, a una gran distancia del resto de participantes, pero dejando para la posteridad una imagen que escenifica el verdadero espíritu olímpico.
Y no podíamos terminar el capítulo de héroes de Rio sin recordar la gran victoria de la selección de fútbol de Brasil, capitaneada por Neymar. Era el único gran título que le faltaba a la canarinha, a quien el oro olímpico se le había escapado de entre las manos en varias ocasiones. Ahora, en casa, y no sin dificultades, iban a lograr el meritorio triunfo tras imponerse en la final a Alemania en la tanda de penaltis. Neymar terminó en el suelo llorando de alegría, en otra de las icónicas imágenes que nos dejaron los Juegos de Rio.
La España más femenina
El resultado de España en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016 puede calificarse de positivo. Sin grandes alardes, pero con buenos resultados. En total 17 medallas, unos guarismos muy similares a los logrados en las últimas citas olímpicas, a excepción de Sidney 2000, donde tan solo fueron 11, y por supuesto de Barcelona 92, donde se consiguieron 22 medallas, techo hasta la fecha.
De estas 17 medallas, 7 fueron de oro, 4 de plata, y 6 de bronce. 9 en pruebas femeninas, y 8 en masculinas. Aun con esta paridad, las mujeres fueron claras protagonistas en el medallero español no tanto por su cantidad, sino por su magnitud.
Especialmente destacadas fueron las logradas por la haltera Lydia Valentín, dando la primera medalla en la historia de la modalidad deportiva para nuestro país. La ponferradina fue bronce en Rio, aunque posteriormente los casos de dopaje se tradujeron también en una medalla de plata en Pekín 2008 (tras ser quinta en la prueba) y una de oro en Londres 2012 (tras ser cuarta en la prueba).
Otro significativo oro fue el logrado por la cántabra Ruth Beitia en salto de altura. Tras una dilatada y exitosa carrera, se despedía en lo más alto de la competición olímpica, siendo además la primera y hasta la fecha única atleta española que consigue una medalla de oro.
Otros nombres propios en clave femenina fueron el de Carolina Marín, que consiguió la primera medalla olímpica para el bádminton español, tras imponerse en la final a Pusarla V. Sindhu por 21-15. Era, además, la primera ocasión en que el oro no era para una deportista asiática. También Maialen Chorraut, oro en Piragüismo en Eslalon K1; y por supuesto Mireia Belmonte, que haría doblete tras conquistar el oro en el 200m mariposa y el bronce en el 400m estilos.
Otro que lograría doblete sería Saúl Craviotto, al imponerse en el K2 200m junto a Cristian Toro, y ganar el bronce en el K1 200. No fue la única medalla en piragüismo: el mallorquín Marcus Cooper ganó el oro en el K1 1000. Y tampoco falló un valor seguro como es Rafa Nadal, oro en dobles masculino junto a Marc López.
El resto de medallas fueron las platas de Orlando Ortega en el 110m vallas; Eva Calvo en taekwondo -57kg; el equipo femenino de baloncesto, que perdió la final ante Estados Unidos; y el equipo femenino de gimnasia rítmica. Y los bronces de Joel González en taekwondo -68kg; Carlos Colomo en ciclismo campo a través; y el equipo masculino de baloncesto.