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Rubén Nova, una historia de vida, lucha y entereza

El pasado verano sufrió un accidente que le dejó en silla de ruedas. Hoy, con una entereza asombrosa y a través del parabádminton, rehace su vida.

El pasado verano sufrió un accidente que le dejó en silla de ruedas. Hoy, con una entereza asombrosa y a través del parabádminton, rehace su vida.
Rubén Nova, durante su etapa en el Andratx (i), y actualmente entrenando a parabadminton (d). | Rubén Nova

Rubén Nova acaba de regresar de disputar el Circuito Nacional de parabádminton en Vitoria. No le ha ido mal. "Mejor de lo esperado", afirma, tras conseguir algunas victorias. Todo ello con el objetivo de seguir creciendo, de seguir mejorando, de cara a futuros campeonatos. Algo impensable hace tan solo unos meses. Algo imprescindible en estos momentos para Rubén.

"El deporte es esencial. Físicamente, y psicológicamente. Sin el deporte, no podría seguir adelante. Cuando no lo estoy practicando, necesito hacerlo cuanto antes. El cuerpo me lo pide. Ya sea bádminton, piragua, en el gimnasio, antes hice tenis de mesa…", afirma el deportista balear.

La competitividad y la lucha han sido siempre rasgos característicos de Rubén Nova Fernández (Andratx, Mallorca, 10 de marzo de 1990). Una de las primeras imágenes que me vienen a la cabeza cuando me siento frente a él es un partido que nos enfrentó hace dos años en uno de esos maravillosos torneos de verano de fútbol sala . En los últimos minutos, con empate en el marcador, él me tiró un doble-penalti; yo se lo paré; el rechace le volvió a él, remató de nuevo, en una posición complicada; volví a parar. Instantes después, una jugada suya permitió la victoria de su equipo en el último suspiro.

Esta escena resume quién es Rubén Nova: dando el máximo en todo momento, sin venirse nunca abajo a pesar de la adversidad, siempre trabajando por el bien colectivo. Y así sigue siendo.

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Ahora en el parabádminton. "Gracias al parabádminton mantengo ese gusanillo de seguir creciendo; ese espíritu competitivo que tanto me gusta. Cuanto más vas haciendo, más quieres", dice.

Pero no se trata sólo de eso. "Yo tengo muchos dolores neuropáticos. Se lleva muy mal. Pero cuando voy a entrenar, se me va todo. Es como si me metieran en una burbuja en la que soy feliz, y todo lo demás, los dolores y todo, se queda fuera…".

El accidente

Todo cambió para Rubén el 10 de julio del año pasado. Aquel día, regresando en moto de trabajar, sufrió un accidente en la carretera Ma-10, la que recorre la Sierra de Tramuntana de Mallorca. Una carretera tan amada por ciclistas y motoristas de todo el planeta como azarosa puede resultar. Entre Banyalbufar y Estellencs perdió el control en una curva, y cayó varios metros por un terraplén.

Recuerda perfectamente todos los detalles del accidente. Cómo fue todo. En qué momento. En qué curva. Qué había hecho antes y qué pensó justo después.

"Me caí unos cuantos metros para abajo, de espalda. Intenté levantarme, pero no pude. Me tocaba las piernas y no sentía nada. Fue cuando me di cuenta de que aquello era grave. Intenté llamar, pero no había cobertura. ¿Cuánto tiempo iba a pasar ahí? ¿Me iba a encontrar alguien? Apareció caminando un hombre, Tomás; le debo tanto…".

¿Cuántas veces habrá maldecido aquél instante? ¿Aquella caída? ¿Aquella noche? "Ninguna". Vuelvo a preguntar, incrédulo. Y vuelve a responder: "Ninguna, porque en realidad, si lo pienso, creo que he tenido suerte. Esa mala o buena suerte, como yo siempre digo. Tengo claro que me podría haber matado; que tengo que dar gracias por estar aquí. He vuelto al lugar, a ver dónde me caí, a ver cómo fue… y de verdad que cuando lo vi, lo único que pensé fue que tenía que estar agradecido de seguir aquí".

"Desde el primer momento asumí lo que había pasado. Tampoco me quedó otra. Evidentemente tienes momentos complicados. Cuando asumes que no vas a volver a andar, que no vas a volver a jugar a fútbol… claro que tuve momentos de bajón. Pero qué quieres que te diga; de nada vale lamentarse. Había que ir para adelante. Pensar en lo que podré hacer a partir de ahora y disfrutarlo; no en lo que había hecho hasta ese momento. Me queda tanto por hacer…", afirma.

De hecho, Rubén hacía bromas a aquellos que le visitaban al hospital. "Todo lo que venga a partir de ahora tiene que ser bueno. Eso es lo que pensaba mientras estaba tumbado en el hospital", cuenta a Libertad Digital. Así es él. Uno iba al hospital a tratar de animarlo un poco, y salía de ahí revitalizado, como si fuera él el que animara al visitante. Con una entereza asombrosa. Entereza que sigue mostrado en todo momento.

¿Y cómo se siente ahora Rubén? "Yo me siento muy bien. Muy fuerte. Es verdad que hay momentos de dolor, con esos dolores neuropáticos que son realmente jodidos, también con mucha espasticidad… Si no fuera por eso, estaría la leche. Pero bueno, poco a poco. Sólo han pasado 8 meses del accidente, y habrá que ir evolucionando con los fisios, trabajo, etc. Estoy bien al 70%. Pero es verdad que eso fastidia".

Preguntado por si "la procesión va por dentro", Rubén Nova responde: "Claro. Hay muchas movidas detrás de todo esto. Yo antes veía a alguien en una silla de ruedas y pensaba, bueno, va en silla de ruedas; es una putada grande, no mueve las piernas, pero ya está. Pero qué va… Hay muchísimo detrás que no tenemos ni idea. Los dolores, la espasticidad, las complicaciones, todas las pastillas que hay que tomarse, sondarse, los ritmos para todo… Cuidado con lo que comes, cuenta bien todo lo que bebes…".

Se le ve con una gran entereza. No es una cuestión de fachada. Ha afrontado la situación de la mejor manera posible.

¿En qué ha cambiado Rubén? "Por supuesto me ha cambiado la vida. Eso es evidente. Y me ha cambiado para todo. Debo hacerlo todo con más cuidado, con mucha más calma. Pero puedo seguir disfrutando de la vida. Y eso es lo más importante. Puedo seguir haciendo casi todo lo que yo quiera. Pero como persona, te diría que no he cambiado en nada. Yo sigo siendo el mismo. Todo esto no ha cambiado mi carácter. Cuando fallo un punto entrenando a bádminton me quejo igual que cuando fallaba un pase o un tiro jugando a fútbol. Marta, mi novia; y mi familia, han sido clave para que yo pueda seguir tan fuerte", afirma.

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El fútbol es lo que más echa de menos. "Sabía que aún me quedaban algunas cosas por hacer, por conseguir. Con estos años tan buenos que estamos viviendo en el Andratx. (ndr: el Andratx, por primera vez en su historia, pelea en la zona alta de la Tercera División, con la posibilidad real de alcanzar el ascenso). Pero bueno, trato de seguir conectado con el club, con el vestuario, con mis compañeros… A veces no es sencillo, pero poco a poco. A la larga quiero estar el máximo tiempo posible con ellos".

Un caso muy seguido

Rubén echa de menos el fútbol; y el fútbol echa de menos a Rubén. No hay más que ver las múltiples muestras de cariño, agradecimiento, y positividad que se han ido sucediendo en el fútbol balear desde su suceso. Y no sólo en las islas. Y no sólo desde el fútbol. Basta dar una vuelta por Google para ver la cantidad de mensajes, noticias, reportajes y reconocimientos que se le han dedicado a Rubén.

¿Cómo ha llevado todo el boom mediático que se generó en torno a su suceso? "Fue una locura. Me costó incluso asimilarlo. Que me llegaran mensajes como ‘eres un ejemplo de superación’, ‘estamos aprendiendo mucho de ti’… me parecía todo como un poco exagerado. Mi gente me decía que era normal por el esfuerzo, el ánimo, la actitud que le ponía; pero, sinceramente, era algo que salía natural de mí. Es que ese era Rubén Nova, y ese sigue siendo Rubén Nova. Por eso me parecía todo como un poco grande, ¿no? Yo sentía que no hacía nada especial. Que era la manera en que había que actuar".

Lo dice sin titubear. Tan natural como es él. Hablando desde la certeza; desde el corazón.

"Pero igual que te digo esto, también te digo que es algo que se agradeció muchísimo. Me daba mucha fuerza. A veces conscientemente; a veces, inconscientemente. Empezó a ser como un ‘input’ para seguir siendo fuerte en los momentos de flaqueza. Que sin duda los había, qué duda cabe. Sobre todo al llegar a Toledo…", afirma al referirse al Hospital Nacional de Parapléjicos.

Y es que su estancia allí fue "muy complicada, sobre todo al principio". "Yo cuando llegué a Toledo estaba KO total. Muy, muy jodido. Imagínate, yo atado en una cama en una avioneta yendo hacia un hospital de parapléjicos.. Son tantas cosas las que vives y piensas en esos momentos… Estaba muy asustado. No sabía qué iba a pasar ahí, qué me iba a encontrar, qué me dirían, qué iba a hacer…" , dice.

"Pero en una semana ya me comenzaron a dar más libertad. Me subí a una silla de ruedas. Vi que iba evolucionando, y aquello me animó. Y desde aquel momento sólo pensaba en seguir adelante. En llegar a la siguiente etapa. En mi cabeza sólo había la sensación de que no había tiempo para lamentarse, no había tiempo para pararse; sólo podía pensar en lo que quedaba por delante, y afrontarlo de la mejor manera posible.", continúa.

Y entonces apareció el deporte. "Yo lo pedí casi desde el primer día, aunque no me dejaron hasta haber pasado más de un mes. En cuanto me dejaron por primera vez, que fue para jugar a ping pong, ahí ya cambió todo para mí. Se me abrió un mundo nuevo. Sólo pensaba en que llegara el día siguiente para hacer algo más; para seguir jugando; para seguir progresando. Me hizo mucho bien tanto física como psicológicamente. Era una parte más de la rehabilitación. Para mí, la más importante".

Disfrutar de la vida

Ahora para él lo más importante es "vivir la vida intensamente. Disfrutarla. Y que todos lo hagamos. Es verdad, estoy en silla de ruedas. ¿Y? Puedo hacer muchísimas cosas. Disfrutar con muchísimos placeres. Y más que podré hacer. Echaré de menos algunas cosas; cierto. Pero también podré hacer otras que jamás me hubiera planteado. Tampoco miro mucho más allá. Sólo pienso en mañana. En seguir creciendo. En hacer mucho deporte. Y en que queda mucho y muy bonito por hacer.

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Un mensaje, el de vivir la vida intensamente, que Rubén extiende a todo el mundo, sea cual sea su situación. "Sé que suena a tópico, pero es que es clarísimo. Mira cómo te puede cambiar la vida en un segundo, en un instante, sin contar para nada con ello. No pienses ‘ya lo haré’, porque igual dentro de un minuto ya no eres la misma persona. Eso es así. Por eso hay que exprimir cada instante al máximo posible", afirma un emocionado Rubén Nova a Libertad Digital.

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