Libertad Digital continúa con su serial de entrevistas y reportajes que tienen como tema principal los orígenes del deporte en las principales civilizaciones antiguas. Empezamos con Roma con Santiago Posteguillo, escritor y Premio Planeta 2018 por su novela Yo, Julia. Seguimos con Egipto, acompañados de Rosa Pujol, presidenta de la Asociación Española de Egiptología. Continuamos con Grecia con Fernando García Romero, catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid. Y en nuestro último episodio hablamos de los vikingos con Jordi Pujolá, ciudadano español, escritor y residente en Islandia.
Ahora dejamos la Europa vikinga para volar hacia el continente americano donde conoceremos un poco más sobre la cultura azteca. Para ello hemos hablado con la maestra historiadora mexicana, Columba Graciela Rivera Trejo, que ha impartido en diferentes Instituciones las asignaturas de Historia de México, Historia Universal, Geografía Turística de México, Patrimonio Turístico Universal e Historia del Arte. A través de su conocimientos entramos de lleno en el deporte y en los juegos aztecas.
Pregunta: Para ir de una descripción más general a cosas más concretas después. A nivel global, ¿cuál era el papel del deporte en la cultura azteca?
R: Hablamos de la cultura azteca o de la cultura mexica, como también se denomina. El ejercicio físico y el deporte eran parte importante de ella ya que hablamos de capacidad física, mental y también de las reglas que todo deporte o juego tienen y que son necesarias también dentro de una sociedad. Por supuesto hablamos en este sentido de disciplina. En el México prehispánico se practicaban este tipo de deportes, sin embargo, lo más importante a destacar es que todas estas actividades o juegos se hacían siempre en el contexto de la cosmovisión o de la religión. La religión jugaba un papel muy importante en cualquier actividad, no solo en el deporte. Se combinaba el deporte con el sentido religioso y solamente así se puede entender el deporte en la cultura azteca o mexica.
P: ¿Qué juegos más destacados tenían en la cultura azteca ya sea de cara a los entrenamientos militares, actos religiosos o simplemente de cara al entretenimiento?
R: Te voy explicando uno a uno los más importantes:
-El Rayamiento
Uno de los juegos rituales prehispánicos más conocidos es el llamado sacrificio gladiatorio, al que los aztecas o mexicas dieron el nombre de "rayamiento" -tlahuahuanaliztli en la lengua náhuatl- haciendo referencia a las marcas que se hacían en los cuerpos de los cautivos al herirlos con las armas. Tenía carácter ritual. Se enfrentaban "Rayados" -cautivos destinados al sacrificio gladiatorio- y guerreros cautivadores, que por su vestimenta, adorno y danzas, denotan la estrecha relación de sus acciones con el calendario y el retorno de la vegetación que propician las ceremonias de Tlacaxipehualiztli, que se hacían en honor a Xipe Tótec, deidad de la vegetación. La fertilidad era simbólicamente representada con la piel de los sacrificados. Los cautivos valerosos a los que se concedía el privilegio de ser "rayados" en la lucha gladiatoria eran despojados de su piel después de su muerte en la contienda contra las águilas y los ocelotes, que era una jerarquía militar asociada a una orden religiosa de carácter solar y nocturno, respectivamente.
-Escaramuza de los xipeme y los tototectin
En el mismo mes de Tlacaxipehualiztli, antes del juego del "rayamiento", eran sacrificados enemigos cautivos a Xipe Tótec, de los cuales unos recibían el nombre de Xipe -los xipeme- y otros el de Tótec -los tototectin. Ambos grupos se colocaban sobre montones de yeso o de zacate, uno frente a otro, e iniciaban las provocaciones hasta terminar en una batalla fingida en la que los prisioneros tenían que pagar rescate para obtener la libertad.
-La persecución de los Tetzompacqui
La captura de un enemigo concedía privilegios a un guerrero azteca. Desde ese momento se le cortaba el mechón de pelo y podía vestirse con prendas de algodón, calzarse, vivir en poligamia, quedaba exento de tributo, obtenía algunas veces puestos públicos de importancia y se veía honrado al ocupar un lugar en ciertos banquetes del palacio. La memoria de su acción era conservada con trofeos que permanecían en su casa, entre ellos el fémur del cautivo y las prendas de papel con que éste era ataviado cuando representaba a alguna divinidad en el sacrificio.
-El Etzalcualiztli
En esta fecha del calendario había una ceremonia en honor a los dioses de la lluvia. Los sacerdotes se dirigían a cuatro capillas, ubicadas a orillas del lago de Texcoco, donde se bañaban imitando a las aves acuáticas. Durante el retorno tenían la facultad de golpear y robar a cualquier persona.
-La Caída de Xócotl
El juego consistía en llegar a la cúspide de un tronco, auxiliándose con cuerdas, para obtener una imagen hecha de masa de bledos que ahí se colocaba. Tronco e imagen recibían el nombre: de xócotl, (fruto). En dicho ritual se tenía por divinidad al "Señor de· los otomíes", Otontecuhtli, cuya imagen, casi siempre un pájaro, era la figura de masa de bledos (amaranto) por la que los jóvenes luchaban al ascender por el tronco. Aquí intervienen tres importantes personajes, los que adornan el tronco y la imagen, que también arrojan a los esclavos al fogón del sacrificio, y el joven vencedor que es honrado en un templo donde también eran inmolados en el fuego los esclavos comprados por los comerciantes. El premio era una manta lujosa, que podría ser usada por éste únicamente en el caso de que hubiese capturado a algún enemigo vivo en combate.
-Prácticas de tiro y cacería de mixcoatl
Se festejaba a Mixcóatl, dios de la caza, con una cacería que se hacía en el monte Zacatépetl, cercano a Tacubaya, en la Ciudad de México.
-La Escaramuza del Choncháyotl
La fiesta en honor de Huitzilopochtli se celebraba con una escaramuza entre los sacerdotes y los jóvenes, o tal vez, si consideramos lo que dice Sahagún, entre estudiantes del calmécac -considerados sacerdotes- y estudiantes del telpochcalli. La lucha terminaba cuando se ponía el sol.
-La carrera de la flor
También se hacían ceremonias en honor de llamatecuhtli, la "Señora anciana". Una de ellas consistía en la quema que se hacía de un pequeño armazón de madera envuelto en papel, que representaba un granero. Antes de quemar este objeto, los sacerdotes competían por llegar primero a la cumbre del templo donde se encontraba la llamada "Flor divina". Otros sacerdotes, mientras tanto, prendían fuego a la "troje", y los que se encontraban en lo alto descendían rápidamente con la flor para arrojarla entre las llamas.
-Conducción del fuego nuevo
El Quinto Sol, la era presente, debía acabarse entre fuego y terremotos. Al concluir un siglo, correspondiente a 52 años, los mexicas o aztecas temían a la destrucción, al arribo de los tzitzimime, que eran entidades que devorarían a los hombres y a que no volviera a amanecer. El signo favorable era el envío del fuego nuevo. Se apagaba la lumbre y los aztecas esperaban en tinieblas que apareciera el fuego, producido por una llama que se colocaba sobre el pecho de un cautivo. Al encenderse el fuego nuevo, los corredores lo distribuían por la ciudad y por los pueblos vecinos.
P: En Grecia están los Juegos Olímpicos. En Roma, el Coliseo y el Circo máximo con los gladiadores y las cuadrigas. En Egipto y en la Europa vikinga nos comentaron que no había ese tipo de cultura de estadios o recintos. ¿Existía en la cultura azteca algún tipo de escenario para sus deportes o juegos?
R: En ese sentido destaca sobre todo el juego de pelota, que se jugaba en un terreno en forma de I latina. Generalmente tenía una dimensión de 60 metros de largo por unos 30 de ancho. Había dos aros con un orificio cada uno y por ahí tenían que encestar. Había espectadores en la parte alta ya que el terreno estaba hundido y por lo tanto las gradas quedaban por encima del campo de juego. Arriba estaban los espectadores. Por supuesto hay que recordar el sentido mágico y religioso de esta actividad ya que el movimiento de la pelota representaba el movimiento del sol. Para los aztecas era una lucha cosmogónica entre el día y la noche, es decir, la dualidad. Este tipo de juegos se hacían mucho en momentos en los que el pueblo estaba descontento y era una forma de controlar a la gente con ocio y entretenimiento. También estaban como escenarios las plazas abiertas. Se hacía al pie de los templos de los dioses más importantes. Ahí se colocaban los espectadores, los sacerdotes, los invitados especiales, los gobernantes y también los músicos para amenizar el juego.
P: En una sociedad de clases, ¿había deportes o juegos propios de las élites?
R: Como bien dices era una sociedad dividida en clases y existía esa convivencia entre gobernantes, comerciantes, sacerdotes o ciudadanos en general. Todos ellos participaban de una manera o de otra en los juegos, sacrificios y rituales. No había juegos dedicados exclusivamente para la élite, pero sí que esas actividades de las que hablamos, como el juego de pelota, eran organizadas por los sacerdotes o tlatoanis (gobernantes). Cuando había descontento social se canalizaba eso a través del entretenimiento. Se aplacaba por así decirlo la ira del pueblo.
P: ¿Cuál fue el papel de la mujer en el deporte o en los juegos aztecas?
R: Eran simples espectadoras salvo en un juego ritual que se llamaba escaramuza blanda. A ese ritual se le dedicaba un día del calendario y se tomaba a una mujer de unos 40 a 45 años a la que se llamaba Toci, que es el nombre de la diosa de la salud y abuela de los aztecas. Esa mujer representaba a esta diosa. Antes de sacrificarla se acercaban cuatro mujeres, le daban consejos y le intentaban hacer menos cruel su muerte. Para que veas el nivel de misticismo que había se dice que si durante ese camino de la mujer hacia el lugar del sacrificio había alguna voz de tristeza o alguien simplemente tosía lo tomaban como un mal presagio. Ya en el lugar del sacrificio la desollaban, sobre todo muslos y codos, y un sacerdote se colocaba esa piel como si fuese una máscara. Después de varios días iban cerca de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, dos volcanes muy importantes en México, y la colocaban en un palo. Eso sí, allí había guerreros que querían evitar que los mexicas dejasen ahí esa piel. Si lograban ensartar esa máscara en el palo era un triunfo para ellos y una deshonra o una derrota para los que defendían el lugar.
P: Por lo que me cuenta hay casi siempre un sacrificio dentro de estos juegos o deportes. Era ocio, pero a la vez había muchísima más muerte alrededor de ellos, ¿verdad?
R: Exacto. Así es. Tenían muchos juegos y muchas actividades muy singulares con la muerte como protagonista, ya sea en sacrificios o rituales. El tema de la piel, por ejemplo, formaba parte de ceremonias que debían seguir sí o sí por el calendario establecido.
P: En la actualidad, los deportistas eligen ser deportistas, pero por todo lo que estamos hablando del imperio azteca, muchas veces el hecho de participar en juegos que podían llegar a ser mortales se daba por orden de los dirigentes o sacerdotes y no por voluntad propia. ¿Cómo entendían los ciudadanos esa obligación?
R: Cuando los elegían, los que iban a morir, que por cierto a veces recibían psicotrópicos para enturbiar así su sufrimiento, consideraban que su muerte era de alguna forma una manera de mantener en movimiento el cosmos y así cuidar la naturaleza y todo lo que les rodeaba. La tierra era básica para ellos, porque comían todo lo que nacía de ella y para mantener eso entendían que había que hacer sacrificios. Asumían su próxima muerte como un honor y un compromiso social.
P: ¿Existían las apuestas?
R: Pese al sentido religioso de estos juegos, los aztecas apostaban como cualquier ser humano. Apostaban con varias cosas y con lo que ellos consideraban más importante o más valioso y eso era según los estudios que hay sobre el tema, por ejemplo, las mantas de algodón. Los cronistas españoles refieren que tener una manta de algodón de otra persona o de un rival dentro de la propia competición era considerado un privilegio. De hecho se dice que Moctezuma Xocoyotzin (emperador azteca) donaba una manta de algodón a alguno de los ganadores. También apostaban con maíz, flechas, alimentos... de todo. Se conjugaban la diversión, el entretenimiento y las apuestas. Uno de ellos era el patolli. El juego tenía la forma de una hélice de cuatro ejes, con cuatro signos del calendario: conejo (tochtli), casa (calli), pedernal (técpatl) y flor (xóchitl). Cada uno estaba conformado de trece casillas, con un total de 52 casillas, representativas del calendario (52 años). Los jugadores tiraban cinco frijolillos (dados) que tenían una marca, para distinguir un signo de otro, y avanzaban casillas o regresaban al principio, según fueran moviéndose los participantes.
P: ¿Hay algún nombre de guerrero, monarca o dios que podamos decir que sea representativo del deporte o de los juegos de la época?
R: El juego y el deporte tenían un carácter muy religioso y en las últimas investigaciones sobre el tema, en las que destaca el doctor Jesús Galindo, se habla sobre el juego de pelota que, por ejemplo, estaba dedicado al dios Xolotl, sin embargo, el doctor López Ortín habla de juegos en los que se capturaban dos sacerdotes para representar al propio Huitzilopochtli, el dios del sol. Eran ceremonias donde el sol tenía un papel fundamental ya que la pelota simbolizaba el sol y la cancha era el cosmos. Había un sentido de activación del cosmos. Como te digo hay varias interpretaciones sobre este tema, sin embargo, todas se orientan a la profunda religiosidad que tenían los aztecas. Acerca del nombre de un vencedor en concreto... Tlahuicole, un héroe tlaxcalteca, quedó registrado en la historia; pero la hazaña de este noble capitán tlaxcalteca en el sacrificio gladiatorio fue casi sobrehumana. Sobre estos temas es importante citar y revisar el trabajo del doctor Alfredo López Austin.
P: Esta es una pregunta fija en nuestro serial y va más allá del tema deportivo. ¿Cuál es la gran mentira que el cine o la literatura nos ha contado del imperio azteca?
R: La mayor mentira en mi opinión tiene que ver con la película Apocalypto. Esa gran mentira dice más o menos que los mexicas eran unos antropófagos que prácticamente podían cocinar a cualquiera y que se comían todo su cuerpo. Sí había lógicamente antropofagia, eso no se puede negar, pero esta tenía un sentido. Solo podían comer el brazo izquierdo de un guerrero caído en combate y era porque pensaban que la habilidad y el poder mágico que tenía esa persona radicaba en su brazo izquierdo: que también lo asociaba con Huitzilopochtli, su deidad principal. Se lo comían pensando que les daría más fuerza y más poder. Tampoco se comían todo el cuerpo como se decía en la película. Era para ellos una forma de comunión con el alma del guerrero fallecido.