Noviembre de 1948. La Sun Bowl comienza a preparar una nueva edición, prevista para el 1 de enero de 1949. Hablamos de una competición de fútbol americano universitario que se celebra en El Paso, en Texas, cada día de año nuevo desde 1935, y que por aquel entonces ya era considerado como uno de los torneos de postemporada más importantes de Estados Unidos, rivalizando con la Sugar Bowl, la Orange Bowl, la Rose Bowl y la Cotton Bowl- .
De las cinco mencionadas, tan solo la Cotton Bowl permitía en aquel entonces la presencia de jugadores negros. Un detalle a tener en cuenta en la historia que relatamos. Aunque, para ser más exactos, no es que no permitiera la presencia de futbolistas negros, sino que la normativa impedía ‘que los universitarios se enfrentaran a jugadores negros’. Así que los equipos que lograban disputar alguna de las competiciones mencionadas, debían dejar a sus futbolistas negros –si los tenían- en casa.
Pero en aquellos años ese mundo ya estaba comenzando a cambiar
Durante aquel 1948 los Leopards de la Universidad de Lafayette sorprendieron a todos mostrándose atípicamente como uno de los equipos más fuertes de la máxima categoría de la NCAA. Firmaron 7 victorias por 2 derrotas. Y la Sun Bowl quiso contar con el equipo de moda del país, aprovechando además para dar un mayor alcance a la competición con la inclusión de universidades del norte.
Una de las grandes estrellas de los Lafayette Leopards era Davey Showell. Había ingresado el año anterior en la Universidad, siendo uno de los dos únicos alumnos negros. No le costó ganarse el respeto de todos. Había sido piloto en la Guerra con los aviadores de Tuskegee. Era, según sus compañeros, el más maduro y educado de toda la plantilla. Nunca nadie pronunció nada en contra de su raza. De ser negro. Le aceptaban todos como compañero de equipo, como compañero de clase, y como amigo.
El 19 de noviembre la organización de la Sun Bowl oficializó la invitación a los Lafayette Leopards para formar parte de la competición. Pero la invitación añadía una condición, no atípica para la época, pero sí sorprendente para el equipo: si Laafayette aceptaba disputar el encuentro, Showell no podría jugar.
La decisión
Todos los miembros del equipo se reunieron para discutir la propuesta. Jugadores y cuerpo técnico. Era una situación complicada: querían jugar, pero no querían hacerlo sin Showell. Se decidió que votarían todos, de manera individual, si se acudía a la Sun Bowl o no.
Sobre ello discurren dos versiones, según se apunta en este amplio artículo de The Guardian.
Una, que afirma que los jugadores manifestaron por unanimidad que no acudirían a la Sun Bowl si no podía jugar su compañero de equipo.
Otra, que la votación estuvo más equilibrada, e incluso llegó a ganar el sí a acudir a la cita, pero después de que el propio Showell pidiera a sus compañeros que aceptaran la propuesta. Que él había sufrido ese tipo de racismo durante toda su vida, y que esta vez al menos serviría para algo: los jugadores de Lafayette no debían desperdiciar la oportunidad de disputar un título tan importante.
Lo que se sabe con certeza es que Showell no quiso participar de la votación, dejando a sus compañeros que escogieran libremente.
Y también que, en realidad, aquella votación de poco sirvió. Porque el mismo día fue la propia Universidad la que declinó la invitación. El director atlético de Lafayette, William Anderson, envió un telegrama a la organización de la Sun Bowl anunciando su negativa.
Las protestas
Eso sí. En su telegrama, la Universidad no dio ninguna aclaración sobre el motivo que le había llevado a rechazar la invitación. Más tarde explicaría que no era su intención situar El Paso en el centro de una polémica de discriminación racial. Pero aquello fue inicialmente desconocido por los alumnos de Lafayette.
Sorprendidos por aquella negativa de su universidad a disputar un preciado torneo como era la Sun Bowl, con todo lo que significaba, cerca de 1000 estudiantes –de los 1900 que formaban parte de la Universidad- se presentaron ante la casa del director de la Universidad, Ralph Cooper Hutchison, reclamando una explicación.
Y lo que parecía que iba a ser una protesta por dejar en mal lugar a Lafayette, con estudiantes con pancartas, subiéndose a los árboles, e incluso golpeando las ventanas de la casa del director, terminó convirtiéndose en uno de los primeros movimientos en defensa de los derechos civiles en Estados Unidos.
El cambio en el sino de la protesta tardó lo que tardó Hutchison en explicar apaciblemente que habían declinado participar en la Sun Bowl porque no dejaban jugar a Showell. Porque no dejaban jugar a un alumno negro de su Universidad. Algo que no alcanzaban a comprender los jóvenes estudiantes, que comenzaron a gritar ‘¡Sólo jugaremos si permiten jugar a Showell!’, según se indica en el The Lafayette Alumnus.
Ante aquella situación Hutchison llegó incluso a enviar un nuevo telegrama a la organización solicitando un permiso especial para que Showell pudiera jugar. Pero tan solo tardó unos minutos en recibir una contestación en la que la Sun Bowl se ratificaba en su decisión. Lo que no hizo sino incrementar las protestas estudiantiles.
Varios de estos jóvenes se desplazaron hasta una emisora de radio local solicitando ser escuchados. Y les escucharon. Otros acudieron a una oficina de Western Union para enviar telegramas de manera masiva reclamando un cambio. Uno de ellos fue directamente dirigido al presidente Harry S. Truman. "Negado el partido de la Sun Bowl porque tenemos un negro en nuestro equipo. ¿Es esto democracia?", decía.
Al día siguiente una reunión a la que acudieron casi la totalidad de estudiantes de Lafayette sirvió para aprobar una resolución en contra de la discriminación racial.
La prensa, claro, se hizo eco de todo aquello. El New York Times fue uno de los principales medios que llevó a sus páginas el movimiento. Y aquello llegó hasta El Paso, hasta donde debía disputarse la Sun Bowl. No fueron pocos los vecinos de la ciudad texana que se sumaron a las protestas contras las leyes segregacionistas.
En poco más de 24 horas el movimiento se había vuelto imparable, y casi nacional.
A pesar de ello, la Sun Bowl no rectificó su postura. Ni tampoco los Lafayette Leopards. West Virginia Mountainers le sustituyó, enfrentándose a Texas Mines Miners.
Pero dos años después, en octubre de 1950, se suprimió la prohibición y los jugadores negros pudieron jugar en la Sun Bowl. Aunque aquello no significaría el final del racismo en el fútbol americano. Que se lo pregunten a Harold Warren Moon, quien tuvo que marcharse a Canadá para ser aceptado como quarterback por ser negro.
Los Leopards Lafayette, por su parte, jamás volverían a tener la posibilidad de disputar un encuentro de ninguna ‘bowl’. No duraría mucho su presencia entre los mejores equipos universitarios de fútbol americano. Pero sí perduraría para siempre su movimiento y su lucha contra el racismo y los derechos civiles de los negros, mucho antes de Emmet Till y Rosa Parks.
Triste final para Showell
Y el protagonista involuntario de toda aquella historia era, claro, David Showel. Nacido en Pennsylvania el 14 de octubre de 1924, sufrió un dramático final el 23 de diciembre de 1955. Mientras se encontraba repartiendo paquetes en Filadelfia, un brusco movimiento para evitar impactar con un coche en la carretera hizo que su camión volcara y le aplastara. Tenía 31 años.