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Peter Norman, el doble castigo al atleta olvidado del Black Power

Australiano y blanco, pagó demasiado caro su colaboración en una imagen icónica de la lucha por la igualdad de derechos civiles de los negros.

La icónica imagen del podio de México 68, con Peter Norman en primer plano. | EFE | EFE

La imagen dio la vuelta al mundo. Hoy, más de 50 años después, sigue siendo recordada. Sus dos protagonistas principales quedaron para la posteridad. Sin embargo, ahí también aparece él. Peter Norman. En un discreto segundo plano. Pocos repararon en que sin aquella figura, la imagen hubiera sido distinta. No imposible, pero sí distinta. En silencio, fue castigado por ello. Severamente castigado.

Nos remontamos al 16 de octubre de 1968. Séptimo día de los Juegos Olímpicos de México. Se disputa la final de los 200 metros. Y el estadounidense Tommie Smith vuela. Como hiciera su compatriota Jim Hines en los 100 metros, pulveriza el récord mundial. 19.83; primera vez que se bajaba de los 20 segundos en la distancia.

Tras él, el australiano Peter Norman, con 20.06, y tercero otro estadounidense, John Carlos, 20.10.

Sin embargo, la entrega de medallas eclipsará cualquier registro. Porque al subirse al podio los dos atletas afroamericanos decidieron lanzar al cielo sus protestas en pos de los derechos civiles de los negros en Estados Unidos. Y en el mundo.

Tommie Smith y John Carlos levantaron su puño envuelto en un guante negro mientras comenzaba a sonar el himno nacional estadounidense. El saludo de las Panteras Negras. El Black Power en versión olímpica. Un gesto de dolor y de protesta. Un gesto que ha quedado para la posteridad.

En un segundo plano, entremezclado entre los dos atletas negros, aparece un atleta blanco, un atleta australiano, Peter Norman. Pero su papel fue crucial en la icónica imagen. Ya no sólo por el hecho de que Carlos había olvidado los guantes en la villa olímpica y fue el propio Norman quien propuso que cada uno se pusiera un guante (motivo por el que en la imagen aparecen los dos atletas negros con el brazo contrario levantado).

Norman quiso sumarse a la reivindicación. Conocedor de lo que significaba el racismo en la historia de Australia, conocedor de la desigualdad racial sufrida por los aborígenes australianos, quiso contribuir en el mensaje. Lo más fácil hubiera sido mantenerse al margen, pero decidió apoyar en silencio y solicitó llevar en su pecho, justo encima del escudo australiano, la pegatina del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos.

Un gesto, por cierto, con el que Tommie Smith no estaba del todo de acuerdo inicialmente, pues no quería que ningún hombre blanco portara el distintivo, pero John Carlos le trasladó la importancia de que un atleta blanco se uniera también al mensaje.

Un prometedor futuro arrasado

Hasta la fecha, Peter Norman, nacido en Coburgo, muy cerca de Melbourne, el 15 de junio de 1942, se había mostrado como un atleta dominador en su país, pero al que le faltaba dar el salto internacional.

Criado en el seno de una familia devota del cristianismo protestante del Ejército de Salvación, 1966 fue el año de su consolidación como atleta al conquistar la medalla de bronce en los Juegos de la Commonwealth en la prueba de relevos de los 100 metros.

Sin embargo, su distancia favorita era la de 200 metros, en la que ese mismo año conquistaría el primero de sus cinco títulos nacionales australianos consecutivos (66, 67, 68, 69 y 70).

A México llegó sin grandes aspiraciones a medalla. No en vano, en aquellos mismos Juegos de la Commonwealth que le habían catapultado ni siquiera había logrado llegar a la final en la distancia. Pero desde su llegada a México demostró que andaba muy fino.

De hecho, ya en la primera manga logró un record olímpico (poco después superado por Smith), con 20.17. Fue primero en cuartos, y segundo en semis. Ya en la final, un demoledor tramo final le permitió colgarse la medalla de plata con un tiempo que es historia del atletismo australiano: con 20.06 su récord sigue siendo el mejor en los 200m de Oceanía 52 años después.

Tremendas consecuencias

Volviendo a aquel 16 de octubre de 1968, nada más bajar del podio los atletas comenzaron a pagar las consecuencias de la imagen que acababan de protagonizar. Del mensaje que acababan de enviar. Los tres. No sólo los dos negros.

Carlos, Smith y Norman fueron expulsados de la villa olímpica, marginados tras sus regresos que debieron ser triunfales –algo similar a lo que sucedió también con Jim Hines- y sus gestas y logros se difuminaron en el tiempo.

La vida de Carlos y Smith se destruyó desde entonces. Ya lo saben. Amenazas de muerte, rechazo social, falta ya no de reconocimientos sino de trabajos y de oportunidades… Incluso la mujer de John Carlos, que era quien había comprado los guantes negros, se suicidó.

Pero la de Peter Norman, el blanco de la foto, no fue mejor. Fue repudiado y, aunque se le permitió seguir participando en los pruebas nacionales, fue vetado de las pruebas internacionales. Ni estuvo en los Juegos de la Commonwealth de 1970 en Edimburgo, y se le impidió participar en los Juegos Olímpicos de Munich del 72 pese a haber superado las clasificatorias.

El seleccionador australiano dejó claro que era por su comportamiento en los Juegos del 68. Querían que pidiera perdón, y él nunca lo hizo.

A raíz de todo aquello cayó en una profunda depresión, y se abocó al alcohol. Entró en una espiral sin salida. En una especie de cárcel invisible. Todo por aquel gesto. Por aquel silencio. Por aquella pegatina.

Fallecería el 3 de octubre de 2006, a la edad de 64 años por un ataque al corazón. Y lo hizo sin haber recibido ningún reconocimiento, ni ningún perdón, en vida. La oportunidad perfecta para reparar ese daño hubiera sido en los Juegos de Sidney del 2000, pero nadie lo hizo. Ni siquiera se le invitó. Se siguió tratando de olvidar su historia.

No sería hasta agosto de 2012 cuando el Parlamento australiano le pidió perdón de manera oficial. Desde entonces, cada día 3 de octubre es ‘El día del atleta’ en Australia.

Y ya en octubre del año pasado se erigió una estatua en su honor en Melbourne. En la peana, reza la leyenda: "La valiente postura de Peter en solidaridad con los estadounidenses Tommie Smith y John Carlos en el podio, después de la carrera, será para siempre uno de los momentos deportivos más emblemáticos de Australia, con un lugar especial en la historia olímpica. Peter Norman, te saludamos".

Aunque quizá el mayor homenaje que recibió Peter Norman fue el día de su entierro, cuando los dos atletas afroamericanos, los dos atletas protagonistas junto a él mismo de una de las imágenes más icónicas de la historia del deporte, le acompañaron. Tommie Smith y John Carlos portaron su féretro, mientras sonaba ‘Carros de fuego’ de fondo.

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