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La impactante historia de Marko Cheseto, el atleta que perdió las dos piernas por congelación en Alaska

El keniano ha batido dos veces el récord del mundo de maratón en categoría paralímpica y sueña con disputar la prueba en unos Juegos Olímpicos.

El keniano ha batido dos veces el récord del mundo de maratón en categoría paralímpica y sueña con disputar la prueba en unos Juegos Olímpicos.
El keniano Marko Cheseto, durante el Maratón de Nueva York 2018. | Archivo

Hay historias de superación personal increíbles y luego está la de Marko Cheseto. Un claro ejemplo de cómo un gran impedimento físico —en su caso perdió las dos piernas por congelación durante una tormenta de nieve en Alaska— no debe ser obstáculo para alcanzar tus sueños.

Este atleta keniano nacionalizado estadouniense, que según Wikipedia tiene "36 ó 37 años", completó el Maratón de Chicago 2019, disputado el pasado mes de octubre, en un tiempo de 2h:37.23, batiendo su propio récord mundial de maratón para personas con prótesis. Una marca sencillamente asombrosa, a poco más de 33 minutos (2h:03.45) del récord absoluto que el también keniano Dennis Kimetto tiene desde 2013 en la Ciudad del Viento.

La historia de Cheseto —de la que este redactor tuvo conocimiento gracias a una distendida charla con el entrenador e historiador de atletismo Óscar Fernández, conocido en Twitter por su usuario @gabyandersengz— comienza a principios de los años 80 ("1982 ó 1983", según Wikipedia) en Kapenguria, una ciudad situada al oeste de Kenia, a unos 70 kilómetros de la frontera con Uganda y relativamente cerca del Lago Victoria.

Atletismo en las venas

Marko vino al mundo en el seno de una familia de granjeros, siendo el tercero de once hermanos. Pero el atletismo lo ha llevado siempre en la sangre: es sobrino de Tegla Loroupe, ganadora del Maratón de Nueva York en 1994 y 1995.

Como muchos de sus compatriotas, empezó a correr de niño con el sueño de convertirse algún día en un atleta de élite. Se inscribió en el prestigioso Eldoret Sports Club, cuna de campeones kenianos, a pocos kilómetros al sur de su Kapenguria natal: entrenaba dos veces al día y no tardó en despuntar a nivel regional, lo que despertó el interés de los ojeadores universitarios estadounidenses desplazados a la zona. Entre ellos se encontraba Michael Friess, el entrenador de atletismo de la Universidad de Alaska en Anchorage —la ciudad más grande del estado con cerca de 300.000 habitantes—, que ya tenía en su lista a otro destacado atleta keniano como es el corredor de media y larga distancia David Kiplagat.

Friess ofreció a Cheseto una beca completa para estudiar en Alaska y, paralelamente, triunfar como atleta. Los padres de Marko se mostraron bastante reacios al principio, pero acabaron accediendo a las peticiones de su hijo y del entrenador, teniendo que vender bastantes animales de su granja para recaudar el dinero suficiente con el que poder costear el viaje de Marko. En agosto de 2008, Cheseto viaja junto a su compañero Alfred Kangogo a Anchorage. Allí se matricula en la carrera de Nutrición, forma parte del equipo de atletismo de la universidad, los Seawolves, y comienza a trabajar en el complejo deportivo universitario.

Fatídico 2011: el suicidio de su primo...

Marko Cheseto empezaba a ganar pruebas con bastante facilidad, convirtiéndose además en uno de los atletas más rápidos en la historia del programa de los Seawolves. Todo parecía ir sobre ruedas para él, pero en noviembre de 2011 se produjo un suceso inesperado que le acabaría cambiando la vida: la trágica muerte de su primo y compañero de equipo William Ritekwiang. William había llegado a Anchorage en 2010, tratando de seguir los pasos de su primo, pero no supo adaptarse a los largos y duros inviernos de Alaska. Cayó en una profunda depresión y acabó suicidándose unos meses después, en febrero de 2011.

"William me llamó un día a las 5 de la madrugada. Le dije que era demasiado temprano y que hablaría con él más tarde", recordaba Marko en una entrevista concedida a la revista Lifestyle en 2014. "Me llamó de nuevo, pero le dije que completara sus tareas de clase y que lo vería después (...) Al día siguiente se lo encontraron en el cuarto de baño. Se había ahorcado con el cable del teléfono", fue el escalofriante relato de Cheseto sobre su primo.

... y la amputación de las piernas

Un trágico suceso que dejó marcado de por vida a Marko Cheseto: empezó a tomar antidepresivos y una gélida noche de noviembre de 2011, abrigado simplemente con una cazadora, decidió salir a correr por un sendero cerca de la universidad, pese a que una fuerte tormenta de nieve sacudía Anchorage y sus alrededores y había varios grados bajo cero. Cheseto, desorientado, se acabó perdiendo por los bosques de Alaska. No daba señales de vida durante las siguientes horas y los equipos de rescate estuvieron rastreando la zona para tratar de localizarlo: 56 horas después de comenzar los trabajos, Marko Cheseto fue encontrado inconsciente en medio de la nieve y con los pies totalmente congelados. Eso sí, estaba vivo.

Marko fue hospitalizado: sobrevivió a aquel terrible suceso, pero los médicos se vieron obligados a amputarle las dos piernas, aproximadamente a una altura de unos 15 centímetros por debajo de las rodillas (Cheseto mide 1,85 metros).

Tres semanas después de la operación, el keniano empezó a caminar con prótesis y enseguida se dio cuenta de que si podía andar sobre sus nuevas piernas, probablemente también podría correr sobre ellas. Pocos meses después de la amputación, comenzó a correr muy lentamente con prótesis, caminando y trotando en carreras locales. Obviamente, sus tiempos estaban lejos de ser los mejores de su etapa anterior, pero aquella experiencia fue un punto de inflexión en su nueva vida.

"Lo divertido fue poder sudar nuevamente. Tuve una gran sensación en aquella primera carrera con las prótesis, no me lo esperaba", relató Marko Cheseto. "Después de haber sido un atleta durante tanto tiempo, quería seguir esas mismas sensaciones con las prótesis. Así que me dije a mí mismo: '¿Por qué no voy a poder seguir corriendo, aunque sea más despacio?'".

Una nueva vida

Fue entonces cuando Cheseto contactó con Brooke Raasch, esposo de la triatleta amputada Sarah Reinertsen y empleado de la compañía especializada en prótesis Össur, para pedirle consejo. Brooke animó a Marko a probar un nuevo producto que podría ayudarlo a caminar y trotar de forma más eficaz que con las prótesis que estaba utilizando por aquel entonces. Y así fue cómo el africano logró una subvención de la Challenged Athletes Foundation —creada en 1997 con el objetivo de ayudar a los atletas con distintas discapacidades físicas— para conseguir las prótesis Flex-Run, diseñadas específicamente para corredores amputados de media y larga distancia.

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Las prótesis Flex-Run, diseñadas para corredores amputados de media y larga distancia. | Össur

Cheseto entrenó muy duro y aprovechó para finalizar sus estudios de Nutrición, que luego completaría con un máster de Ingeniería Administrativa. En aquella época también conoció a Amanda, con la que luego se casaría en 2013 y con la que hoy tiene tres hijas: Aspen (8 años), Kaamilah (5) y Jalene (3).

Marko se veía rápido sobre el tartán del campus de la Universidad de Alaska Anchorage, disputando carreras de 200 y 400 metros, así que se fijó como objetivo clasificarse para los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016, donde esperaba correr para Kenia. Aunque su tiempo en el doble hectómetro era bastante bueno (24.36), Cheseto no pudo competir por su país natal porque el gobierno keniano decidió retirar los fondos del equipo paralímpico antes de su viaje programado para disputar las rondas clasificatorias. Un duro varapalo para él.

Salto al maratón

Lo cierto es que Cheseto echaba de menos la intensidad de las carreras de larga distancia y en diciembre de 2017 empezó a pensar en correr maratones. Pocos meses después, a principios de 2018, se mudó con su esposa y sus tres hijas de Anchorage a Clermont, una tranquila ciudad del estado de Florida, situada a las afueras de Orlando, que es considerada como destino ideal para los corredores por sus senderos de tierra que reducen el impacto en las articulaciones.

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Sendero de tierra en las afueras de Clermont (Florida), destino ideal para muchos corredores. | Cordon Press

El cuerpo de Marko se adaptó muy rápidamente para desarrollar resistencia. Como en los viejos tiempos. "Pensé que me llevaría mucho tiempo, pero mi memoria muscular lo recuperó de inmediato", confesó. Y así fue cómo Cheseto pudo volver a la larga distancia, disputando su primera carrera de media maratón en agosto de 2018. Fue en el Anchorage RunFest, donde finalizó en décimo lugar con un tiempo de 1h:26:55.

Tras los pasos de su tía Tegla Loroupe

Noviembre de 2018 fue un mes muy especial en la vida de Marko Cheseto: primero se convirtió oficialmente en ciudadano estadounidense y pocos días después disputó en Nueva York su primer maratón, marcando un tiempo de 2h.52:33 en su debut en la prueba de los 42,195 kilómetros. En la misma carrera, además, que su tía Tegla Loroupe —medallista de bronce en maratón en los Mundiales de Gotemburgo'95 y Sevilla'99— había ganado en dos ocasiones: en 1994 y 1995, con tiempos de 2h:27:37 y 2h:28:06, respectivamente.

Marko impresionó al resto de participantes y organizadores de la prestigiosa prueba neoyorquina con su larga zancada sobre Verrazano-Narrows, uno de los puentes colgantes más largos del mundo (de hecho, fue el puente colgante más largo del mundo entre 1964 y 1981) con una distancia de 1.298 metros entre Brooklyn y Staten Island. Un poderío físico con el que Cheseto también debía tener mucha cautela, pues los corredores con cuchillas de fibra de carbono han de calcular cuidadosamente cada paso para poder mantener el equilibrio.

Cheseto mantenía en los primeros kilómetros un ritmo mucho más rápido del esperado hasta que otro corredor le empujó por detrás y Marko cayó de bruces contra el asfalto. "Los componentes utilizados en la carrera son diferentes, pero el corazón para correr es el mismo, ya sea amputado o no", dijo el keniano a la hora de describir las complejidades de correr con prótesis una prueba como el maratón. Sin embargo, este contratiempo no le detuvo: se levantó rápidamente del suelo y pudo acabar la carrera.

Ejemplo para una campeona paralímpica

Una gesta, la de Cheseto en la Gran Manzana, en la que también se fijó Marla Runyan, la primera atleta paralímpica —padece ceguera parcial, en concreto la enfermedad de Stargardt— que ha competido en unos Juegos Olímpicos, en concreto en los de Sydney 2000, en la prueba de 1.500 metros. Esta exatleta estadounidense, que ganó seis medallas (cinco oros y una plata) entre los Juegos Paralímpicos de Barcelona'92 y los de Atlanta'96, aprovechó su cargo de gerente de la Asociación Atlética de Boston (BAA, por sus siglas en inglés) para invitar a Cheseto a que el 15 de abril de 2019 participara en el Maratón de Boston. "Su actuación en Nueva York realmente me llamó la atención. Sabía por su tiempo de debut que podía correr mucho más rápido", dijo la gerente de la BAA.

Y allí, en la capital del estado de Massachussets, Marko Cheseto se superó a sí mismo: firmó un tiempo de de 2h:42:24, diez minutos más rápido en Nueva York y rebajando en 28 segundos la plusmarca mundial (2h:42:52) que el británico Richard Whitehead estableció en 2010, precisamente en el maratón de la Gran Manzana. El keniano finalizó en el puesto número 483 de los 26.632 corredores que tomaron la salida en aquel Maratón de Boston.

Pero Cheseto ya ha demostrado con creces que siempre se supera a sí mismo. Después de firmar un suculento contrato con Nike, el pasado mes de octubre batía su propio récord del mundo en el Maratón de Chicago con un gran tiempo de 2h:37:23, mejorando en cinco minutos y un segundo su anterior plusmarca. "Por momentos pude ver a Marko rompiendo la barrera de las 2:30. No me sorprende que corriera tan bien como lo hizo en Boston y Nueva York", ha dicho Marla Runyan del keniano.

No hay límites para Marko Cheseto. Las competiciones están suspendidas en todo el mundo por culpa del coronavirus y él aprovecha el confinamiento para entrenar duro en Clermont. Antes del parón, Cheseto se había dedicado a viajar por todo Estados Unidos para contar su historia. Con ella quiere servir de inspiración a los más jóvenes para que persigan sus sueños. Siguiendo el ejemplo de su amiga Marla Runyan, su gran meta es disputar los Juegos Olímpicos para correr un maratón porque esta prueba no existe en el programa de los Paralímpicos. Y viendo que la palabra 'imposible' no existe en su vocabulario, en absoluto es descabellado pensar que en verano de 2021 lo veamos competir en los JJOO de Tokio...

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