Después de recomendar dos de las mejores películas de sus respectivos años como fueron Yo Tonya y Million Dollar Baby, bajamos un par de escalones y aunque Titanes, hicieron historia no es ninguna obra maestra, sí es una buena película deportiva y además, en los complicados tiempos que vivimos, es una cinta que les aportará seguro una dosis extra de moral y optimismo, que falta nos hace a todos. Otra cinta que pueden poner a sus hijos porque contiene una alta cantidad de lecciones vitales.
La historia, basada en hechos reales, se desarrolla en Estados Unidos, en Alexandría, una ciudad en Virginia donde el fútbol americano, más que un deporte, es casi un estilo de vida que empieza a inculcarse desde los institutos. Es 1971 y aunque el racismo no está en su punto más álgido, tras años duros, todavía es complicada la mezcla de blancos y negros. La película nos ubica en el primer momento crucial de los chavales, cuando el instituto decide fusionar los dos colegios, el de los blancos y el de los negros, en uno solo. Como pueden intuir, los protagonistas todavía no han aceptado los cambios con los consecuentes roces, faltas de respeto y, por descontado, ausencia de compañerismo.
Con el objeto de apaciguar las aguas, el colegio va a utilizar la fuerza social y mediática del equipo para dar ejemplo al resto. Ahí entran en escena dos personajes clave en la historia: Herman Boone (Will Patton) y Bill Yoast (Denzel Washigton). Son los dos entrenadores del equipo de fútbol y figuras clave en esa transición de la que hablamos. Herman, blanco de piel, es relegado a segundo entrenador con la llegada de Bill, un técnico con métodos opuestos. Su personaje tiene algo de Morgan Freeman en Invictus con ese mensaje integrador, pero también tiene un lado Clint Eastwood, con métodos más propios de El sargento de hierro. El choque entre los dos es esencial en la película porque son los dos adultos que tienen que dar supuestamente ejemplo al resto. Ambos aprenderán lecciones que transmitirán a sus jugadores. Hay conversaciones profundas de las que uno puede aprender.
Vencer a los prejuicios, a las barreras que ha ido creando la sociedad durante décadas, a través del deporte, no es innovador pero no siempre está bien recreado. La historia de Titanes, un equipo de fútbol, solo le aporta una mayor épica a una película deportiva que no trata de deporte. Porque si con esto no fuera suficiente, por si la tarea de los entrenadores no fuera suficientemente complicada, van a intentar conseguir formar un equipo campeón que no solo supere a los rivales, sino también a las presiones locales que les intentan separar. Hay muchas películas actuales que optan a premios que tratan temas menos interesantes.
La cinta tiene muchas escenas inolvidables y los partidos, algo muy complicado de recrear, son bastante realistas. Los personajes de los jugadores están cuidados, cada uno tiene su personalidad, con sus miedos o valentías, y por lo tanto puedes diferenciarlos y no son chavales que están ahí sin más. Por cierto, fíjense bien que entre los jugadores está un jovencísimo Ryan Gosling. Aunque casi todo gira en torno a Denzel Washington que, como suele ser habitual, deja el listón muy alto. La productora es Disney pero, tranquilos, porque el enfoque es más adulto que infantil.