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Tonya Harding, ¿la mayor villana del deporte estadounidense o una víctima?

La historia de la patinadora ha dado para libros y para películas. La sociedad americana la considera culpable. Pero jamás se ha podido demostrar…

La historia de la patinadora ha dado para libros y para películas. La sociedad americana la considera culpable. Pero jamás se ha podido demostrar…
Tonya Harding y Nancy Kerrigan en febrero de 1994, sobre la pista de hielo. | EFE

Durante décadas, se ha considerado a Tonya Harding como la culpable de uno de los capítulos más deplorables de la historia del deporte estadounidense: la lesión de su gran rival en el patinaje sobre hielo, Nancy Kerrigan. Pero, ¿fue realmente ella la culpable? ¿O fue una víctima de todo aquel embrollo?

La rivalidad perfecta

Tonya Harding (12 de noviembre de 1970, Portland, Oregon) era la mejor patinadora de Estados Unidos. Y, probablemente, del mundo. A pesar de su imagen ruda y de pocos amigos, su calidad cuando se deslizaba sobre la pista de hielo era inalcanzable. Sobre todo cuando en 1991 se convirtió en la primera mujer americana que ejecutaba un triple axel (un salto de 1260ª; es decir, tres vueltas y media). Aquello le dio el título nacional y, poco después, se proclamaría subcampeona en el Campeonato Mundial de patinaje sobre hielo

Era la progresión de vida perfecta. Superada una infancia más que complicada, en la que llegaría a sufrir incluso malos tratos por parte de su madre, se había convertido en toda una estrella. Aunque no gozaba del carisma de otras deportistas, todos caían rendidos a sus pies. Era la mejor y, como tal, había que tratarla.

Hasta que apareció Nancy Kerrigan. Ella era todo lo contrario: guapa, simpática, con gracia, muy femenina… "Nancy era una princesa, y yo era un montón de mierda", llegaría a declarar la propia Harding.

La rivalidad era perfecta. Porque más allá de su imagen y carácter antagonistas, Nancy también era buena. Muy buena. Tanto, que en 1993 lograría la victoria en el campeonato nacional de patinaje sobre hielo de Estados Unidos, destronando a Harding.

Una imagen que da la vuelta al mundo

Poco después de aquel campeonato, y a sólo unas semanas de los Juegos Olímpicos de Invierno de Lillehammer (Noruega), concretamente el 6 de enero de 1994, se produjo el funesto capítulo. Nancy Kerrigan se encontraba entrenando en Detroit cuando fue atacada de improviso por un hombre en el vestuario. Con una barra de hierro le golpeó repetidamente en las rodillas, provocándole varias heridas. Las imágenes previas y posteriores, con la patinadora gritando de dolor y siendo llevada en brazos por su padre, fueron grabadas. Al día siguiente, todos los telediarios del país abrieron con ellas.

"¿Por qué?" Gritaba, dolorida, Nancy. Pero la pregunta que al resto del mundo le surgía no era esa, pues la respuesta parecía bastante obvia, sino ¿quién?

El primer detenido fue Shawn Eckardt, un amigo del marido de Tonya Harding, Jeff Gillooly. Supuestamente, había alardeado de haber sido él el culpable. Además, Eckardt y Gillooly formaban parte de una misma banda, denominada "The Hit Team". Gillooly también fue detenido. Entonces, ambos acusaron a Tonya Harding como el verdadero cerebro de la operación.

Y la historia sonaba muy verosímil. Al fin y al cabo, encajaba con la imagen y el carácter de Harding. A nadie pareció sorprender que hubiera sido ella la culpable, incapaz de tolerar que aquella chica hubiera irrumpido para arrebatarle el cetro que ella poseía, que ella consideraba suyo. Mucho menos sólo unas semanas antes de unos Juegos Olímpicos… Así que, todo casaba. Harding era la única beneficiada de la lesión de Kerrigan.

Con todo, el ataque no tuvo el efecto esperado. Porque si bien Kerrigan no pudo participar en el clasificatorio para los Juegos al estar en el hospital mientras Harding lograba uno de los dos billetes a Noruega, el comité decidió incluir finalmente a Kerrigan una vez recuperada de su lesión. Michelle Kwan, que había quedado segunda en el clasificatorio, era quien se quedaba fuera.

Así que el vodevil tomó tintes mayores. Ambas, Kerrigan y Harding, Harding y Kerrigan, iban a medirse en los Juegos de Lillehammer. Durante las semanas previas no se hablaba de otra cosa. Y a medida que se acercaba la cita, se iba multiplicando la atención. Porque la prensa norteamericana no estaba dispuesta a desaprovechar aquel filón. Mientras daban todos los detalles de la recuperación milagrosa de Kerrigan, casi como una gesta heroica, seguían acusando a Harding del macabro capítulo a través de tertulias, persecuciones a la patinadora, intentos de entrevistas inverosímiles… incluso llegaron a solicitar su exclusión de la convocatoria olímpica. Algo que ella terminó por demandar. Al fin y al cabo, no había pruebas…

Y llegamos a Lillehammer, a Noruega, a los Juegos. Y las dos patinadoras van a competir por el oro. La expectación era máxima. Todos los ojos estaban puestos en ellas. Multitud de fotógrafos, reporteros, cámaras de televisión… mientras entre ellas evitaban cruzarse. Un total de 48,5 millones de estadounidenses siguieron la final por televisión, el tercer evento deportivo más visto hasta la fecha en el país. Y hablamos de patinaje artístico...

El final de Harding

Tonya Harding quedó octava. Tras una mediocre actuación, en la que incluso tuvo que detenerse por un problema en una de sus botas, terminó llorando. Nancy Kerrigan, por su parte, llevó a cabo una actuación fantástica. Terminó segunda, ovacionada por el público, y bajo suspicacias de que los jueces no habían querido darle la victoria por el tremendo espectáculo mediático generado por la prensa en los días previos a la competición.

Harding, completamente humillada, se declaró culpable nada más pisar suelo estadounidense. Pero no del ataque, sino de obstrucción a la justicia. Aseguró que había descubierto detalles de los planes de su marido durante los días posteriores al capítulo, pero que los ocultó a la policía por miedo a ir a la cárcel. Más tarde confesaría que lo hizo porque su marido había amenazado con matarla, y sabía que era capaz de hacerlo. Se le retiró de inmediato la ficha federativa. Ya no volvería a competir jamás.

Al día siguiente los titulares de la prensa fueron demoledores. "Tonya Harding culpable". No especificaban de qué. Y aquello creó en la gente la sensación clara de que había sido la culpable directamente del ataque.

Y es la sensación que ha quedado para siempre. Aunque nunca nadie ha podido demostrar que así fuera. En 2008, por ejemplo, Barack Obama pronunció, durante la campaña a la presidencia, "no voy a hacer un Tonya Harding", en alusión a que no tenía la intención de derribar físicamente a su oponente. Tal es el calado de la historia que protagonizaron Tonya Harding y Nancy Kerrigan y que paralizó a todo el país.

Una historia que hoy, más de 25 años después, sigue sin cerrarse. Los implicados en el ataque fueron declarados culpables y sentenciados a prisión, aunque sólo la cumpliría uno de ellos (18 meses). Tonya Harding tuvo una sentencia leve, de 500 horas de trabajo comunitario y una multa económica.

La mayor sentencia sobre Harding cayó socialmente. Jamás sería perdonada, aun sin saberse a ciencia cierta si había sido ella. A la obligación de retirada por parte de la federación le siguió el rechazo de la prensa y la afición. Harding tuvo problemas. Confesó que su marido la había violado junto con dos amigos. Tuvo un leve accidente de coche mientras conducía en estado ebrio. Diferentes enfrentamientos con las autoridades. Y unos años en los que intentó dedicarse al boxeo profesional, sin demasiado éxito.

Mientras todo esto sucedía, terminó por encontrar el amor. Y tuvo un hijo, a pesar de que los médicos le habían asegurado que no podría tenerlos. Aquello centró su vida. También, en parte, la declaración de un miembro de la banda de su marido, quien afirmaría que mintió durante su confesión, y que él jamás había escuchado nada que incriminara a la patinadora. Aunque nadie le creyó… Todos siguen pensando que fue Harding.

Nancy Kerrigan, por su parte, ha trabajado como comentarista en diferentes campeonatos, y participó en el show televisivo Dancing with the stars.

Del ataque, ninguna de las dos ha vuelto a hablar. Harding afirma que la gente ya debe olvidarlo, que ha pasado mucho tiempo. Kerrigan, que todavía espera una disculpa, aunque también es cierto que siempre ha ofrecido el beneficio de la duda a la teoría de una conspiración por parte de su rival. Así que el culebrón continuará vivo… sin desvelarse si ha sido realmente Tonya Harding la mayor villana del deporte estadounidense o una víctima más de aquel dantesco capítulo.

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