Los Juegos de Berlín de 1936 tuvieron un indiscutible protagonista, muy a pesar de Adolf Hitler. Jesse Owens, atleta negro estadounidense, se erigió en el héroe al conquistar cuatro medallas de oro, alguna de ellas incluso con ayuda alemana. La cuarta de estas preseas la consiguió el 9 de agosto en la prueba de 4x100, aunque aquella victoria tuvo dos víctimas, dos atletas judíos: Marty Glickman y Sam Stoller.
Una final controvertida
Lo cierto es que inicialmente el cuarteto estadounidense para la prueba del 4x100 estaba compuesto por Foy Draper, Frank Wykoff, y los mencionados Stoller y Glickman. Ellos eran los cuatro atletas que habían entrenado para la prueba desde meses atrás. Pero pocas horas antes de que se disputara la final, se decidió que Jesse Owens y Ralph Metcalfe –también afroamericano- entrarían en el equipo.
Una decisión comprensible desde el punto de vista deportivo, en el sentido de que se trataba de los dos velocistas más rápidos del país, y del gran momento en que se encontraba Jesse Owens durante los Juegos.
Lo que no resulta tan comprensible es que los dos atletas descartados para darles entrada fueran Marty Glickman y Sam Stoller. Ambos tenían mejores marcas que Draper y Wykoff. De hecho, unos días antes de la competición los técnicos organizaron una carrera para determinar el orden de los relevos. Stoller fue el primero; Glickman segundo; Draper tercero y Wikoff cuarto.
"Dean Cromwell nos informó por la mañana que Sam Stoller y yo seríamos reemplazados por Jesse Owens y Ralph Metcalfe. Estábamos pasmados. Sam estaba atónito. No pronunció palabra alguna en toda la reunión. Owens sí habló, y le dijo al entrenador que había ganado tres medallas de oro de oro y estaba exhausto, y pidió que Sam y yo compitiéramos. Que nos lo merecíamos. Pero Cromwell lo señaló con el dedo y dijo: 'Harás lo que se te ordena'. Por ese entonces, los atletas negros obedecían órdenes, por lo que Jesse guardó silencio", declararía al respecto Marty Glickman.
Es evidente que se trató de una decisión de equipo, pero si se apostaba por los atletas con mejores resultados –y por ello se daba entrada a Owens y Metcalfe- no debían ser Glickman y Stoller los damnificados. Más teniendo en cuenta que el mismo entrenador no aplicó la misma teoría en el equipo de 4x400, ya que prescindió de Archie Williams (vencedor de la prueba de 400m), de James LuValle (quien había sido tercero), y de Glenn Hardin (oro en el 400 metros valls).
Se acusó al entrenador Dean Cromwell de favoritismo para con Draper y Wykoff, quienes también eran pupilos suyos en la Universidad de Carolina del Sur.
Pero sobre todo se acusó a Avery Brundage, Presidente del Comité Olímpico Estadounidense, de antisemitismo. De que lo que hizo fue un guiño hacia Adolf Hitler dando entrada a dos atletas negros para quitar del equipo a los dos únicos judíos presentes en la expedición americana. Hay que recordar que si bien Hitler nunca maniobró para que los atletas de color no participaran en los Juegos de Berlín, sí lo hizo contra los judíos…
Aquella situación estuvo a punto de dar lugar a un boicot a los Juegos –incluso se llegó a plantear la posibilidad de unos Juegos paralelos en Barcelona- pero fue el propio Avery Brundage quien intercedió en Estados Unidos en contra del boicot al afirmar que "no hay que mezclar la política con el deporte". El mismo Brundage que en los Juegos Olímpicos de Munich del 72, siendo ya el Presidente del COI, se negó a cancelar la competición después del asesinato de once miembros del equipo olímpico israelí a manos del comando terrorista palestino Septiembre Negro. "Los Juegos Olímpicos deben continuar", se limitó a señalar.
Los sueños rotos
"En toda la historia de las Olimpíadas modernas ningún atleta de pista y campo estadounidense apto dejó de competir en los Juegos Olímpicos, a excepción de Sam Stoller y yo, los únicos judíos del equipo estadounidense de 1936" afirmaba Marty Glickman al recordar aquel capítulo.
El propio Glickman relataría años más tarde –aunque sin pruebas- que había oído que el minstro de propaganda Nazi le comentó a Avery Brundage que Hitler "estaría muy decepcionado si había atletas judíos en ‘sus’ Juegos Olímpicos", y que Brundage pasó el mensaje como una orden a los entrenadores de la delegación olímpica estadounidense.
"Como era un muchacho de 18 años que acababa de finalizar su primer año en la universidad, juré que regresaría en 1940 y ganaría todo. Ganaría los 100 y los 200 metros; competiría en relevos. Apenas tendría 22 años en 1940. Era un buen atleta y lo sabía, por lo tanto, en 4 años estaría de regreso en la pista. Por supuesto, nunca hubo olimpíadas en 1940; estalló una guerra. Y en 1944 tampoco".
Récord olímpico
En cualquier caso, no es menos cierto que el equipo de 4x100 que finalmente compitió por Estados Unidos consiguió no sólo el oro, sino un récord mundial con una marca de 39,8 segundos, que tardó 20 años en ser superada.
Lo que no se sabrá nunca es si con los dos atletas judíos se hubiera logrado también la victoria. Quizá una marca mejor. O quizá no… Sea como fuere, como define Sam Stoller en su diario, fue "el episodio más humillante" de su vida.