Se bañó en oro en la capital croata, Zagreb, hace casi un año, la inolvidable tarde del 28 de enero de 2018. La España de Jordi Ribera venció a Suecia en la final del Europeo, dando sentido al esfuerzo de todo un campeonato. Sucedió todo cuando la selección no aparecía en las quinielas y tras la decepción de 2016, donde una Alemania demoledora nos destrozó en una final de infausto recuerdo. Fue entonces cuando España lavó la cara, destituyó a Manolo Cadenas dos meses después, tras quedar apeados de los Juegos Olímpicos de Río, contrató a Jordi Ribera, un conocedor de este mundo y que había llevado a Brasil a unos históricos cuartos de final olímpicos. Con el nuevo seleccionador, decepción en el Mundial de Francia (eliminación en cuartos ante Serbia), y llegada a la cima un año después con retoques en el gran bloque de los últimos ocho años. España no viajaba a Croacia, hace 365 días, con la intención de incluir en la maleta una medalla dorada, pero lo cierto es que así sucedió.
Aterrizó en Alemania el bloque español (Munich será la sede en la primera fase) con la intención de comenzar este viernes ante Bahrein el Mundial de balonmano. Como siempre, un camino lleno de piedras, obstáculos constantes que habrá que evitar. La débil selección asiática primero, luego Islandia, Japón, Macedonia y Croacia. Con objetivos constantes. El principal, estar entre las tres primeras para pasar a la segunda fase, y cuantas más victorias haya mejor para una segunda fase terrible, con Francia, Alemania, Serbia o Rusia para poder soñar con las semifinales. Un espanto de recorrido, como siempre en estas citas.
Busca España, como campeona de Europa, un sitio entre la élite. Pero es muy caro conseguirlo. Dijo el otro día Ribera que "deberíamos exigirnos las semifinales, pero, claro, esto no es fácil. Como campeones de Europa no podemos defraudar". Tienen cierto sentido las palabras del seleccionador. Nunca se deben pedir objetivos inalcanzables, tampoco marcarse una cotas complicadas de conseguir, pero no es menos cierto que la actual campeona continental debería contar en los pronósticos
Y cuenta España para sacar nota en este Mundial con el bloque de los últimos tiempos. Aguinagalde, Cañellas, Gedeón Guardiola, Entrerríos, Pérez de Vargas, Gurbindo, Viran Morros, están para la causa, reclutados por Ribera por el honor nacional. Todos estuvieron en Croacia, incluso el portero, aunque Pérez de Vargas fue sustituido por Sterbik a mitad de campeonato por una inoportuna lesión. Acompañan a la legión de siempre los Dujshebaev (Dani y Alex), Ariño, Goñi, Adriá Figueras, Bernat Solé y Ángel Fernández tras el golpe que fue para él perderse la mayor parte del pasado Europeo, tras debutar ante Chequia pero lesionarse en aquel encuentro. Todos para la causa definitiva, alcanzar otro mundial, tercero que lograría España en catorce años tras el de 2005 y 2013. Pero eso es ir demasiado lejos.
Precisamente en eso ha insistido estos días el seleccionador. "No hay que precipitarse e ir partido a partido. Nunca se conseguirá nada de otra forma". Mensaje sensato aunque el optimismo acompaña a España. Por sensaciones propias de equipo (impresionantes los partidos preparatorios) y por historia. La selección lleva cuatro Mundiales a un nivel decente (bronce en 2011, oro en 2013, cuarto puesto en 2015 y sextos en 2017), y en los Europeos sube un escalón cada vez en las últimas cuatro citas. Desde el cuarto puesto de 2012, pasando por el bronce en 2014, la plata en 2016 y el ansiado oro, primero continental, en 2018.
Este viernes comienza una nueva aventura. Lo mínimo, pasar este primer grupo (hasta eso no será sencillo). Lo siguiente, poder soñar con un metal. Pero eso será cosa de otro artículo, ojalá, dentro de unos días. En este laberinto de emociones que es siempre un Mundial, hay tiempo para todo.