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Leone Jacovazzi, el boxeador negro que atemorizó a Mussolini

En un momento en que Italia exportaba su imagen fascista al exterior, un boxeador negro era algo inadmisible. Por mucho que fuera campeón de Europa...

Leone Jacovacci, durante uno de sus partidos. | Archivo

Jamás una victoria tuvo tan aciagas consecuencias. Jacovazzi confiaba en un futuro próspero tras proclamarse campeón italiano y europeo de boxeo en 1928. Sin embargo, a partir de entonces cayó en el ostracismo. El motivo: Jacovazzi era negro, y eso causaba un gran temor en el régimen de Mussolini.

Una vida inclemente

Leone Jacovazzi nacía el 19 de abril de 1902 en Sanza Pombo, Angola, hijo de Umberto Jacovazzi, un ingeniero italiano que se había trasladado al continente africano y se había enamorado de una joven local. A los tres años el padre regresa a Italia, y lo hace con Leone.

Su infancia como niño negro en la Italia de principios del Siglo XX no fue cómoda, lo que le acarreó continuos problemas en la escuela y en la calle. Hasta que con 16 años decide huir de los prejuicios raciales de Roma y se traslada a Inglaterra, haciéndose pasar por un indio para poder subir al barco.

Es en el viaje en barco cuando conoce el boxeo, y a su llegada a Inglaterra comienza a entrenar. Tenía un físico privilegiado para ello, así que no tardó en cosechar las primeras victorias. Lo hace con el nombre de John Douglas Walker, que pronto sustituirá por Jack en honor al boxeador Jack Dempsey.

En 1921 se traslada a París, donde encadenará 25 victorias consecutivas. Y es ahí donde el mundo descubrirá su verdadero origen, cuando en mitad de un combate se dirige a su entrenador gritando en un perfecto italiano… Sin embargo, la federación niega su nacionalidad, argumentando que para conseguirla se necesitan al menos cuatro años de ciudadanía. De nada valía que hubiera pasado toda su infancia y adolescencia en el país transalpino. Claro, era negro…

Aun así, en 1922 decide combatir en Italia ante el campeón nacional del peso medio, Bruto Frattini. Perdió a los puntos, a pesar de su clara superioridad en el ring. No obstante, decide permanecer en el país para conseguir la nacionalidad. Él nunca se declara antifascista. Más bien al contrario, siempre proclama su amor al país. Pero el Partido Nacional Fascista de Mussolini no ve viable que un negro obtenga la nacionalidad italiana.

Finalmente lo conseguirá en 1927, y al año siguiente desafía al campeón italiano y europeo del peso medio, Mario Bosisio. Es el 24 de junio de 1928, en el Estadio Nacional de Milán, actual Flaminio.

El combate de las dos Italias

Es, probablemente, el primer enfrentamiento social dentro del deporte. Bosisio es milanés, Jacovacci es romano; Bosisio es técnico, Jacovacci es potente; Bosisio es blanco y rubio, Jacovacci es negro. Llegan multitud de trenes de Roma y de la Lombardía, y entre las gradas hombres importantes del fascismo como Balbo, Bottai o incluso Gabriele d’Annunzio, novelista y figura política de gran importancia en la Italia fascista, o la propia Edda Mussolini, hija mayor del Duce.

Ante 45.000 espectadores y con las radios haciendo llegar el combate a todo el país, Leone Jacovacci se impuso a los puntos, con el veredicto unánime de los árbitros en su favor. Se acababa de proclamar campeón de Europa del peso medio. Pero quizá desde el momento en que levantó el puño al cielo en señal de victoria, ante un boxeador blanco y fascista y frente a las máximas autoridades con camisas negras, Leone Jacovacci ya sabía que no le perdonarían aquel éxito.

Mucho menos cuando al día siguiente pudo leer en la prensa crónicas como la de Adolfo Cotronei, quien firmaba "soy un ferviente exaltador de mi raza, y no sé verla ni amarla si tiene sombras oscuras. El negro no es agradable en mi mente. Leone Jacovacci es justo campeón, pero hubiera preferido que Bosisio retuviera el título y su prestigio".

Pero lo cierto es que Jacovacci gozaba de gran popularidad entre el pueblo italiano. Sobre todo el romano y el del sur del país. Una popularidad que no gustaba para nada a Mussolini. Mucho menos después de su victoria y su título nacional y europeo. Es una amenaza, y en una Italia que debía "sorprender al universo, maravillosa, ordenada y potente como lo fue en los tiempos de Augusto", según el proyecto del Duce, no había sitio para un boxeador negro. Por muy bueno que fuera.

De hecho, no existe una sola foto de la victoria de Jacovazzi. Ni con el cinturón de campeón, ni con ningún trofeo. En la filmación del Instituto Luce no existen los minutos finales. El régimen trató de hacer como si nunca hubiera existido, como si aquel combate nunca se hubiera producido, como si el blanco y fascista Mario Bosisio siguiera siendo el campeón.

Mussolini retorció la propaganda y aceleró la censura para conseguir que el boxeador quedara condenado al ostracismo. Marginado. Tenía que caer en el olvido de una Italia que enseñaba a sus niños que "la misión de nuestros soldados en África es la de llevar a esas razas negras, falsas y viciosas, orgullosos y crueles, feroces con los débiles y los vencidos, la civilización latina y la justicia de la raza fascista".

Leone tuvo que abandonar el país, y regresó a Francia. Pero jamás se repuso. La mala fortuna hizo que tuviese que poner pronto el punto final a su carrera, después de sufrir un desprendimiento de retina durante un combate. Años más tarde regresó a Italia, a Milán, donde trabajó como portero de unos apartamentos. Quién sabe cuántas veces pasaría por delante de ellos Mario Bosisio…

En 1983, a los 81 años, Leone Jacovacci falleció después de haber superado siete infartos. Ese mismo año, 1983, Sumbu Kalanbay se proclamará campeón del mundo, primer boxeador negro italiano que lo consigue. Él sí pudo ser reconocido y aclamado…

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