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Manyonga, el oro que dio esquinazo al 'diablo'

El sudafricano ganó el oro en salto de longitud. La droga estuvo cerca de sesgar una carrera llamada a hacer historia.

El sudafricano ganó el oro en salto de longitud. La droga estuvo cerca de sesgar una carrera llamada a hacer historia.
Luvo Mayonga | Agencias

Luvo Manyonga es uno de los mejores brincadores de la historia. Este domingo, se hacía con el oro en salto de longitud en los Mundiales de Londres tras firmar un salto de 8,48 metros. Esta temporada, Luvo está firmando los saltos más largos de los últimos ocho años. Ahora, Manyonga brilla en su máximo esplendor, pero no hace mucho el sudafricano estuvo cerca de tirarlo todo por la borda.

Su historia no ha sido fácil. Mayonga creció en Mbekweni, un suburbio a una hora de Ciudad del Cabo asediado por la pobreza y el crimen. Considerado un joven prodigio del atletismo, no asimiló su temprano éxito. El dinero que llegaba de los patrocinadores y los mítines, se escapaba demasiado fácil. A su vida no solo había llegado el éxito, también el 'Tik', una variante del cristal de methanfetamina bastante popular en Ciudad del Cabo. Una droga muy adictiva que estuvo cerca de arruinar el brillante futuro de la gran esperanza sudafricana del salto de longitud.

En 2012 Manyonga dio positivo y le cayeron 18 meses de sanción. Un palo deportivo tremendo ya que significaba perderse los Juegos de Londres. Sin embargo, Luvo, lejos de hundirse, se creció en la adversidad. Ayudado por sus entrenadores, Mario Smith y John McGrath, luchó para quitarse de encima al 'Diablo', como el propio Luvo define al 'Tik' -los expertos consideran a esta droga una de las más peligrosas del mundo-.

Reconoció su adicción, entró en un programa de rehabilitación y, poco a poco, parecía ver la luz al final del túnel. Sin embargo, el caprichoso destino le tenía preparada otra jugarreta. En 2014, cumplida la sanción, su principal apoyó, Mario Smith, perdía la vida en un accidente de tráfico cuando se dirigía a ver entrenar a su pupilo. el

Un tremendo palo que hundió a Manyonga. Otra vez se asomó al vacío, a la posibilidad de convertirse en el proyecto de muchas cosas, en uno de esos talentos malogrados por las malas decisiones. Los viejos amigos del barrio reaparecieron y con ellos el 'Tik'. Ahí, en el momento más delicado de su vida, se le apareció su particular ángel de la guarda. John McGrath, un tipo duro forjado en las frías aguas irlandesas -antiguo remero- y en la jaula -fue practicante de kick boxing-, se convirtió en el salvador de Luvo. McGrath no se anduvo con chiquitas:"Sólo tienes dos caminos: o te conviertes en un mito del atletismo o morirás de una sobredosis antes de los 30. Elige."

Para burlar al 'Diablo' había que tomar decisiones radicales. La más importante era separar al atleta sudafricano de su entorno. Había que volar de Mbekweni. La universidad de Pretoria puso las alas. Un ambiente radicalmente opuesto, con el atletismo como única distracción.

En 2015 , Manyonga estaba listo para volver a brincar. Y lo haría con más fuerza que nunca. Tras escapar del Diablo, de una tremenda adicción a una de las drogas más peligrosas, de ver como se perdía los Juegos, de conocer de primera mano la tragedia con la muerte de su entrenador, Luvo tiene una motivación que le empuja en el foso.

En los Juegos de Londres firmó la plata y en este 2017 crece a pasos agigantados, firmando brincos de más de 8 metros y medio con regularidad. En marzo, en Pretoria, estableció un nuevo récord de Sudáfrica con un salto de 8,62 metros durante los campeonatos de Gauteng Norte. Con esta marca, se situó duodécimo en el ránking mundial de todos los tiempos, mejorando en 12 centímetros el récord sudafricano que tenía Godfrey Mokoena desde que saltó 8,50 el 4 de julio de 2009 en Madrid. Los 8,62, firmados en su primer salto, son la mejor marca conseguida en el mundo en los últimos ocho años.

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Tras el oro de Londres, Manyonga tiene un doble sueño. Superar la barrera de los 9 metros y ser el verdugo del viejo récord de Powell (8,95). "Nací en 1991, el mismo año en el que Powell batió ese récord, así que creo que es algo que me está esperando". A sus 26 años, sus tremendas condiciones se unen a una dureza mental de la que pocos atletas pueden presumir. Luvo tiene alas y está señalado para hacer historia. ¿Lo conseguirá?

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