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Rigoberto Urán, una historia de superación

Un retén paramilitar se llevó la vida del padre del ciclista colombiano, subcampeón del Tour de Francia, cuando era sólo un niño.

Un retén paramilitar se llevó la vida del padre del ciclista colombiano, subcampeón del Tour de Francia, cuando era sólo un niño.
Rigoberto Urán celebra su victoria en el podio de Chambéry. | Cordon Press

Llegar a ser segundo en una carrera tan complicada como el Tour de Francia está al alcance de muy pocos. Este año ese puesto en el podio lo ha ocupado el colombiano Rigoberto Urán. Un ciclista para el que llegar adonde está hoy no ha sido nada fácil.

Su infancia en Colombia no fue la de cualquier niño. Se la robaron. Un país envuelto en violencia, guerrillas, paramilitares, corrupción... la vida en la calle no era fácil, y un retén ilegal de paramilitares se llevó la vida del padre de Rigo.

Había salido a montar en bicicleta con dos amigos y no regresó a casa cuando se le esperaba. Al día siguiente, que fue cuando la familia Urán recibió la noticia, las vidas del pequeño de los Urán, su madre y su hermana cambiaron para siempre. Los asesinos del cabeza de familia lo habían llevado montaña arriba para robar ganado, pero todo apunta a que la moral de don Rigoberto provocó que se opusiera, con el consabido trágico desenlace.

La violencia se había llevado a su referente en 2001. El hombre con el que había empezado a montar en bicicleta, su ídolo. El hombre que le había enseñado a vender lotería y diferentes trucos para ganarse un dinero. El mundo de Urán se había borrado de un plumazo.

Pero Rigo cogió el toro por los cuernos y se encargó de una madre, Aracelly, que entró en una depresión que sigue sin curarse, y de su hermana, Martha. Lo prometió ante el féretro de su padre, junto a pedalear hasta el fin del mundo. Trabajaba durante todo el día en la venta de lotería, pero el ciclismo le costó retomarlo, aunque más tarde se convertiría en su válvula de escape.

Con el tiempo, Urán empezó su carrera meteórica en el mundo del ciclismo. Terminaría 2002 con un esfuerzo al que pocos chicos estaban habituados. Por las mañanas estudiaba, por la tarde vendía lotería para la manutención de su casa y por la noche entrenaba.

Su calidad no tardó en llamar la atención en Europa y su salto al viejo continente llegó de la mano del Tenax italiano. Pero por diferentes recomendaciones de otros ciclistas colombianos, Urán se instalaría en Pamplona.

En su primera temporada en Europa, corriendo la tercera etapa de Panne (Bélgica), Rigoberto no midió una frenada y se cayó. Por varios minutos quedó inconsciente y lo despertó el resentimiento de la fractura de clavícula que se había hecho. Durante su recuperación la vida del ciclista colombiano dio otro giro. El equipo le buscó domicilio en Brescia (Italia), donde conocería a los que ha llamado "mis segundos padres", su familia en Europa. Beppe Chiodi y Melania Charutti, una pareja italiana sin hijos, lo adoptaría desde el primer día.

La familia Chiodi Charutti, durante aquellos meses de recuperación, le enseñarían sus primeras palabras en italiano, las costumbres del norte de aquel país y hasta lo ayudaban a bañarse. No importó el bache del accidente. Unibet pagó una buena suma de dinero por él. Urán se convertía con 19 años en el corredor más joven de la máxima categoría del ciclismo mundial. Cuando iba a firmar el contrato pidió una condición. Para sorpresa de su nuevo equipo, Urán solo quería que lo dejaran vivir en Brescia junto a su segunda familia.

Así fueron los inicios del subcampeón del Tour 2017. Un héroe sobre ruedas que levanta los brazos recordando a su padre cada vez que gana una etapa, que cuida de su madre y su hermana en la distancia, y que mira de reojo en muchas metas buscando a sus "segundos padres" que le dieron todo en su vida en Europa.

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