Este fin de semana arranca el Giro de Italia. Cumplirá su edición número 100, con un recorrido que promete ser espectacular desde el comienzo –con la subida al Etna en la cuarta etapa– hasta el final, con una contrarreloj en la última etapa en lugar de la displicencia habitual de Milán.
Por eso, y como homenaje a esta edición centenaria, en Libertad Digital hemos querido recuperar la figura del que fuera vencedor del primer Giro de Italia: Luigi Ganna.
Un ciclista tardío... y por obligación
Nacido en Induno Olona, Varese, el 1 de diciembre de 1883, Luigi Ganna creció con un físico atlético y robusto, más aún cuando comenzó a trabajar de albañil. Cumplidos los 18 años encontró trabajo en Milán, de donde le vino su afición a la bicicleta. No por gusto, sino por obligación. No había dinero para usar el tren cada día, así que debía recorrer los 50 kilómetros que había de distancia en bicicleta.
Fue así como comenzó a soñar con ser ciclista. Y contra la opinión de sus padres, se inscribió en dos carreras clandestinas en las que se llevó la victoria. Motivado por ello, en 1905 se inscribió en el Giro de Lombardia –que pronto se convertiría en una de las grandes clásicas del ciclismo internacional–, terminando tercero.
Tras aquel tercer puesto recibió dos recompensas que terminaron de convencer a Ganna y a su familia de que su futuro estaba en el ciclismo: las 18 liras, una cantidad importante en aquella época, como premio por su clasificación; y una oferta del Bianchi, uno de los equipos importantes del ciclismo italiano, que le permitía pasar a ser profesional.
Las victorias no tardaron en llegar: en 1906 se impuso en la Coppa Val d’Olona, en 1907 se llevó la Milán-Turín-Milán, y en 1908 fue segundo en la Milán-San Remo y en el Giro de Lombardía. En ese mismo año estableció el récord de la hora italiano, con una distancia de 40.405 kilómetros.
Gana el primer Giro
Y en 1909 llegó su gran año. Comenzaba con su fichaje por el Atala, continuaba con su victoria en la Milán-San Remo –con más de una hora de ventaja sobre el segundo–, y lo culminaba con su victoria en el Giro de Italia que, organizado por el periódico deportivo La Gazzetta dello Sport, veía la luz aquel mismo año.
Fue una victoria difícil, que representa el ciclismo de antaño, heroico, casi trágico, con situaciones que hoy nos parecen inverosímiles. Como muestra, la última etapa. Luigi Ganna había llegado a ella con cierta ventaja sobre sus adversarios gracias a sus exhibiciones en la montaña, con tres victorias de etapa incluidas. Sin embargo, durante el recorrido que le debía llevar a Milán como vencedor –aún no existía la maglia rosa, introducida en la edición de 1931–, pinchó.
Sus rivales aprovecharon la situación, sacándole de inmediato varios minutos. Especialmente activo se mostró su compañero de equipo Carlo Galetti, vencedor de las dos siguientes ediciones del Giro. Ganna, una vez sustituido el tubular, comenzó una remontada desesperada, prácticamente imposible visto el enorme margen que había conseguido el grupo de cabeza. Pero cuando todo parecía perdido, el destino le devolvió la fortuna: en Rho los escapados tuvieron que detenerse por un paso a nivel, justo el tiempo suficiente para que Ganna pudiera conectar con ellos, y firmar así su victoria final.
"Me quema mucho el culo", fueron sus primeras palabras nada más bajar de la bici. Era su manera humilde y sincera de relatar el derroche que había tenido que llevar a cabo cuando no lo esperaba. Ni un reproche a sus compañeros. Sólo el reconocimiento al sobreesfuerzo, y a la fortuna. Era otro ciclismo…
Sigue presente en el Giro
Aquella gran victoria lo consagró como uno de los mejores ciclistas de las primeras décadas del siglo XX, a pesar de que no cosechase tantas victorias como su calidad merecía. Y es que su falta de rigor táctico y de velocidad en los finales de etapa le jugó más de una mala pasada, a pesar de su calidad escalando y descendiendo.
Aun así, se retiró en 1915, con otro Giro en su bolsillo –aunque en este caso por equipos, en 1912–, tres etapas más de la gran ronda italiana, una Milán-Módena, y una medalla de plata en el Campeonato de Italia de ciclismo en ruta. Y lo hacía como un ídolo del pueblo italiano, que le amaba al ver en él la encarnación del pobre que alcanza el éxito con su fuerza de voluntad. Un ciclista honesto, leal, de pocas palabras, que había salido de un pueblo para ser campeón del país, sin perder nunca la esencia de sus orígenes.
Tras su retirada se dedicó a la fabricación y venta de bicicletas. De hecho, fue con una de ellas con la que Fiorenzo Magni venció en el Giro de 1951. Luigi Ganna fallecía el 2 de octubre de 1957, a la edad de 74 años. En su honor se le puso su nombre al velódromo de Varese.