La selección española de balonmano se medirá el próximo sábado con Brasil en los octavos de final del Mundial de Francia, tras imponerse este jueves por un contundente 36-26 a Eslovenia, en un encuentro en el que el conjunto de Jordi Ribera ofreció toda una lección defensiva. Un espectacular trabajo que no sólo permitió al conjunto español tomarse la revancha de la derrota que encajó ante los eslovenos en el Preolímpico y que le costó el billete a Río, sino que, además, permitirá a los de Jordi Rivera evitar a Francia hasta una hipotética final.
No obstante, a España le costó arrancar, como si estuviese todavía anclada en la ciudad sueca de Malmoe, en el fatídico partido del preolímpico en el que los españoles tan sólo lograron anotar dos goles ante los eslovenos en los últimos veintitrés minutos de la segunda mitad. Ni Dujshebaev, ni Sarmiento, ni incluso el infalible Valero Rivera, que falló un penalti, eran capaces de superar a la defensa eslovena, que se anticipaba continuamente a los movimientos ofensivos del equipo español.
Tuvo que ser un debutante, el extremo David Balaguer, que no vivió en persona la pesadilla vivida en el Preolímpico, quien acabase por espantar definitivamente con los fantasmas que atenazaban a los españoles. De la mano de Balaguer, que anotó dos goles consecutivos, la selección española encontró definitivamente la forma para romper la defensa eslovena, un remedio ya clásico dentro del recetario español: velocidad, velocidad y velocidad.
Un ritmo que España aumenta todavía un punto más, gracias a su actividad defensiva, que no sólo permitió a los de Jordi Ribera cerrar a Eslovenia todos los caminos al gol, sino además, y quizá lo más importante, permitió a la selección desplegar sus rápidas transiciones. Sin dar tiempo casi a colocarse a la defensa eslovena, el conjunto español encontró las facilidades ofensivas de las que no había gozado hasta entonces, lo que permitió a España abrir a los catorce minutos una brecha en el marcador de tres goles 7-4.
Renta que España no sólo logró mantener, sino casi triplicar (18-10) al llegar al descanso, gracias a una espectacular defensa, que agotó todas la ideas ofensivas de una Eslovenia, a la que ni le valió atacar con siete jugadores de campo.
Trabajo defensivo que dio definitivamente alas a los veloces extremos españoles, como confirman los cuatro goles con los que cerró Ángel Fernández la primera mitad, y los siete que firmó David Balaguer en los primeros treinta minutos. Una solidez defensiva que España, pese a su notable renta, no rebajó en la segunda mitad, en la que incluso se mostró todavía más contundente, lo que permitió a los de Jordi Ribera alejarse todavía más en el tanteador (23-12).
Renta inexplicable sin el buen hacer del portero Rodrigo Corrales, que prolongó en segundo período sus buenos números de la primera mitad, que cerró con un más que notable 44 por ciento de paradas. Una piedra más del muro español con el que se estrelló una y otra vez un conjunto esloveno, que sólo con el partido ya totalmente resuelto a favor de los españoles logró anotar con cierta frecuencia.
Dato que no puede ensombrecer el excelente partido del conjunto español, que a base de piernas e inteligencia en defensa acabó de una vez por todas (36-26) con la pesadilla en que se había convertido Eslovenia para la selección en los últimos tiempos.