La selección española de balonmano arrancó su andadura en el Mundial de Francia con una sufrida victoria (27-21) sobre Islandia, en un encuentro en el que España padeció lo imposible, hasta que logró ajustar definitivamente su defensa al inicio de la segunda parte.
Pese a la insistencia del seleccionador español Jordi Ribera en las jornadas previas de la necesidad de dotar a la defensa e la mayor solidez posible, a los españoles les costó un mundo asentar su retaguardia. Un problema que no sólo facilitó notablemente la tarea al conjunto islandés, sino que además, y quizá lo más importante, impidió a España desplegar el juego de contraataque que tan buenos réditos le dio durante la fase de preparación y sobre el que se sustentan gran parte de las opciones del conjunto español de pelear por las medallas.
Sin posibilidades de correr, la selección española se vio obligada a afrontar largos ataques estáticos ante la rocosa defensa 6-0 del equipo islandés, que contó en todo momento con la inestimable ayuda del portero Bjorgvin Gustavsson, que detuvo hasta tres penaltis en el primer tiempo.Precisamente un gol a portería vacía del guardameta islandés permitió al conjunto nórdico alcanzar a los veinte minutos una renta de tres goles (6-9), que encendió todas las alarmas en un equipo español, que apenas recordó al de los partidos preparatorios.
Permeable en defensa y, sobre todo, terriblemente errática en ataque, donde los internacionales españoles se empeñaron en engordar las estadísticas de Gustavsson, que por momentos superó el 56 por ciento de paradas, España se condenó a un inesperado suplicio. Sufrimiento que no palió ni la entrada de Gedeón Guardiola como compañero en el centro de la defensa de Viran Morros, una fórmula habitualmente ganadora, que hoy sin embargo se vio truncada por la irrupción de Runar Karason, que con sus goles aumentó todavía más la desventaja (7-11) del equipo español.
Sólo la fe inquebrantable de los españoles en sus posibilidades pareció mantener con vida al equipo español, que logró gracias a las paradas de Gonzalo Pérez de Vargas igualar la contienda (13-13) al inicio del segundo período, tras marcharse al descanso con una dos goles por debajo (10-12) en el marcador.
Pero esta vez a los de Jordi Ribera les hacía falta algo más que el acierto de su guardameta para superar a una Islandia, a la que le bastó un mínimo fallo para volverse a situarse con una ventaja de dos goles (13-15). Un plus que encontró en uno de los debutantes en este Mundial, el extremo David Balaguer, que logró transformar en veloces transiciones la mejoría defensiva del equipo español, que pareció por fin, dar con la tecla necesaria para frenar el ataque islandés.
Tres goles casi consecutivos de Balaguer permitieron a España dar la vuelta (16-15) a un marcador, en el que el conjunto de Ribera se puso con una renta de cuatro tantos (19-15) en apenas un abrir y cerrar de ojos. Síntoma de la mejoría defensiva de una selección española, que poco a poco fue ahogando el juego ofensivo islandés, como demuestran los tan sólo cuatro tantos (21-16) que concedieron los de Jordi Ribera en los primeros veinte minutos de la segunda mitad.
Una cifra que Islandia apenas logró mejorar en el tramo final del partido pese a arriesgar con la presencia de siete jugadores de campo en ataque, lo que no desaprovechó España para sellar definitivamente su primera (27-21) y sufrida victoria en el Mundial de Francia.