Aunque el Kayak no sea uno de los deportes que más atención despierta durante los Juegos Olímpicos, no hay duda de que la gesta que Birgit Fischer consiguió en Atenas 2004 fue gigantesca, quizá una de las más imponentes de la historia del olimpismo, y realmente difícil de alcanzar por nadie más.
Porque 24 años seguidos ganando medallas olímpicas, en seis ediciones diferentes, no está al alcance de cualquiera. Hasta la fecha tan solo un deportista más puede presumir de ese honor: el esgrimista húngaro Aladár Gerevich. Ya no se trata sólo de una cuestión de edad, que también, sino de mantenerse siempre y durante tanto tiempo en un nivel de exigencia tan alto, en un deporte que es eminentemente físico, y sobrevivir a los cambios de hábito y entrenamiento que lógicamente suceden en esas más de dos décadas y media.
Todo comenzó en la Escuela de Navegación del Club Deportivo de la Armada, donde pronto destacó como una gran canoista. Así, a los 18 años acudía a su primera cita olímpica, en Moscú 80, representando a la República Democrática Alemana. Y ahí, pese a su juventud, fue capaz de conquistar el oro en el K-1 500 metros.
En 1984 hubiera sido una de las grandes favoritas a revalidar el oro, pero el boicot que su país planteó a los Juegos de Los Angeles –junto a todo el bloque comunista- le impidió siquiera intentarlo. Muy probablemente hoy estaríamos hablando de una deportista medallista en siete Juegos, y no en seis.
Un dato que lo demuestra el hecho de que en 1988, en Seúl, conquistó tres medallas: el oro en el 4-2 500 metros y en el K-4 500 metros, y la plata en el K-1 500 metros. Justo después anunció su retirada, y estuvo dos años sin apenas entrenar. Pero cuando faltaba poco más de un año para Barcelona 92 las autoridades deportivas de la ya unificada Alemania la convencieron para volver.
Y seguro que no se arrepintieron, porque en la Ciudad Condal conseguiría dos medallas más: recuperó el trono 12 años después en el K-1 500 metros, a lo que sumó una plata en el K-4 500.
Un doblete que conseguiría a la inversa en Atlanta 96: plata en el K-1 500 metros, y oro en el K-4 500. En Sidney 2000 fueron dos las platas que conquistó: en el K-2 500 metros, y en el K-4 500. Sin embargo, en la individual, en el K-1 500 metros, no consiguió subir al podio.
Quizá por eso, o quizá por el hecho de que ya contaba con 38 años y había alcanzado ya nada menos que 7 medallas de oro y tres de plata, anunció por segunda vez su retirada. Y se marchaba con todos los honores, como una de las mejores deportistas olímpicas de todos los tiempos.
Pero aun así tuvo tiempo de regresar una vez más. Lo hizo como parte del equipo alemán que iba a luchar por las medallas en el K-4 y el K-2 500, su distancia, en Atenas 2004, cuando Fischer contaba ya con 42 años. Y bien que lo consiguió: oro en la primera prueba, plata en la segunda. Esa exhibición le valió el reconocimiento de mejor deportista alemana de ese año.
“Quizá ya no era la mejor del mundo como en años anteriores, pero sólo su presencia nos hacía estar mucho más motivadas y concentradas a todas, y creo que de no ser por ella no hubiéramos conquistado el oro”, declararía Carolin Leonhardt, una de sus compañeros en aquel K-4 500 de Atenas.
Un año más tarde, con 43 años, y tras ganar dos bronces en el Campeonato del Mundo, había llegado, ahora sí, el momento de su retirada definitiva. 24 años compitiendo en los Juegos Olímpicos, 6 ediciones obteniendo medallas -8 de oro y 4 de plata-, además de 37 medallas en campeonatos del mundo entre 1979 y 2005 bien lo valían.
No en vano, Birgit Fischer se había convertido en Atenas en la medallista de oro de piragüismo de más edad de todos los tiempos. Cuendo ella misma había sido, en Moscú 80, la medallista de oro de piragüismo más joven de todos los tiempos. En definitiva, la mejor palista femenina de todos los tiempos.