Han pasado los primeros test del año, clásicas de pavés, Las Ardenas y vueltas de prestigio. Pero el olor a ciclismo llega en mayo con la primera de las tres grandes. Se trata, claro está, del Giro de Italia. Una carrera que lucha con la Vuelta a España por el segundo escalón en importancia, tras el Tour de Francia. Y después del triunfo de Alberto Contador el año pasado, parece que, por nombre y recorrido, en esta edición pierde algo de glamour.
No estará el madrileño en la línea de salida en Holanda, desde donde parte este año la corsa rosa. El testigo de grandes favoritos recae ahora en Vincenzo Nibali, ganador del Giro en 2013, Mikel Landa, tercero el año pasado, y Alejandro Valverde, que debuta en esta carrera a sus 36 años. Aunque no serán los únicos nombres a tener en cuenta. Porque como ocurre siempre en una carrera de tres semanas, al final, la dureza, los esfuerzos, los días y el paso de los kilómetros pone a cada uno en su sitio.
El Giro empieza este viernes 6 de mayo con una crono en Apeldoorn de 9’8 kilómetros. Una de esas incursiones típicas de la ronda italiana que ya ha salido de Dinamarca o Irlanda, para nada países fronterizos con Italia. El sábado y el domingo serán días de nervios con viento pero con jornadas propicias para las volattas. Y aquí sólo faltarán Degenkolb y Cavendish, porque los demás están, véase los alemanes Kittel y Greipel, el francés Démare, el australiano Ewan o los locales Modolo, Viviani o Nizzolo. Todos ellos lucharán por ser los más veloces. Y el lunes primer día de "descanso", que realmente será de traslado.
El Giro empieza de verdad en el Sur de Italia, donde irán subiendo hasta encontrarse los grandes macizos. En la sexta etapa ya llegará el primer final en alto; y en la octava, la trampa típica, tramos de tierra, el temido sterrato que, a buen seguro, tratará de aprovechar el más listo de la clase, Nibali. Pero habrá que guardar fuerzas porque al día siguiente llega la gran crono de esta edición, de 40 kilómetros y sin un metro llano.
El segundo lunes también será de descanso, pero aquí ya sabremos quiénes están para luchar. Pero sobre todo, el Giro conocerá quien no peleará por vestir su maillot de líder. El segundo bloque de carrera concentra sólo un final en alto, en la décima etapa, tras esa jornada de relax, y dos etapas de montaña bastante duras. De hecho, la décimocuarta etapa es el tappone de esta edición con seis puertos y que Valverde ya ha señalado como la más dura. Además, al día siguiente, la cronoescalada a Alpe di Suisi.
Y así llegamos a la tercera semana. Panorama absolutamente clarificado, pero en ningún caso decidido. Eso sí, una novedad con respecto a lo que suele ser tónica habitual en estas grandes rondas: no habrá ninguna contrarreloj en la última semana.
Empieza con un final en alto suave y dos etapas de relativa calma, idóneas para los más aventureros. Pero la 19ª y 20ª nos trae dos grandes pero cortas jornadas de montaña con final en alto. Traicioneras, porque en Italia nadie perdona y desde el pistoletazo de salida, en cualquier momento hay leña entre los ciclistas.
Aunque entonces, ya será cosa de unos pocos. Los tres mencionados, si nada falla, deberían ser los que ocuparan el podio. Pero con el permiso de los otros nombres que deben pelear por su hueco. Desde el polaco Majka (tercero en la última vuelta), todo un escalador, a un hombre más rodador como Dumoulin y que sorprendió en esa Vuelta del año pasado, siendo líder hasta el penúltimo día. Junto a ellos, el dos veces segundo en el Giro, el colombiano Rigoberto Urán, o su compatriota Chaves. El ruso Zakarin debería estar también en esa terna. Y, por supuesto, el canadiense Hesjedal, que parece que nunca está, pero siempre aparece en esta carrera que ya ganó en el 2015 y donde fue quinto en la pasada edición, o el italiano Pozzovivo.
Pero si el año pasado la sorpresa fue Mikel Landa, hoy toda una realidad, que nadie se sorprenda si este Giro, que goza de grandes nombres en los últimos años, ve cómo algún segunda espada conquista la maglia rosa. El recorrido, con una crono larga pero sin un solo metro llano; una cronoescalada y una montaña menos terrible de lo habitual hace que veamos, a partir de este viernes, un Giro para ciclistas que, quizá, necesiten no ser tan superhéroes y sí valga con ser humano. En Turín, donde acaba esta edición, resolveremos el nombre.