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Estocolmo 1912: una tragedia y un villano para llevar a los Juegos a lo más alto

Estocolmo están considerados los primeros Juegos Olímpicos que fueron, efectivamente, eso, unos Juegos. A pesar de una de las mayores tragedias.

Estocolmo están considerados los primeros Juegos Olímpicos que fueron, efectivamente, eso, unos Juegos. A pesar de una de las mayores tragedias.
Imagen de Francisco Lázaro, el maratoniano fallecido | Archivo

Si hasta la fecha los Juegos Olímpicos habían significado importantes avances, pero sin una solidez que los colocara en el centro del panorama deportivo, Estocolmo 1912 fue el espaldarazo que necesitaban para pasar a ser el evento deportivo que hoy día conocemos.

Los organizadores tuvieron tiempo, esta vez sí, de planificar el programa, y no dejaron ningún detalle al azar. Tomaron como referencia los Juegos anteriores, detectaron dónde se había fallado, lo corrigieron, y se permitieron la licencia de incorporar novedades que resultaron todo un éxito.

Así, entre otras, se usaron dispositivos electrónicos para medir los tiempos por primera vez; se introdujo la 'foto-finish' para las llegadas de las pruebas de atletismo, que ya eran las más seguidas de la competición; se instauró la ceremonia de entrega de premios a los ganadores de cada prueba, dándoles a estos un mayor reconocimiento; y se vendieron por primera vez los derechos de emisión en exclusiva, lo que significó que un ente privadoexplotó el producto, sabiendo como hacerlo.

Pero quizá la novedad más significativa, y que terminó de plasmar el anhelo de Pierre de Coubertin de unos Juegos Olímpicos supranacionales, para todos, fue que Estocolmo congregó por primera vez a participantes de los cinco continentes. Eso sí, España se quedó, una vez más, en casa.

En total, participaron 2407 atletas -48 de ellos mujeres, la presencia más alta hasta la fecha- provenientes de 28 países. Hubo 14 deportes olímpicos, con 102 especialidades. El medallero fue muy disputado entre Estados Unidos y Suecia. Finalmente, y aunque los suecos obtuvieron más medallas –un total de 65- el vencedor fue Estados Unidos, pues consiguió más oros: 25 –y 63 medallas en total- por las 23 de Suecia.

La tragedia de Lázaro

Pero en Estocolmo también se vivió una de las mayores tragedias vistas jamás en unos Juegos Olímpicos. Ya antes de comenzar la competición, hubo diversas disputas entre organización y comité olímpico sobre el recorrido del maratón.

Decididos mantenerse los 42.195 kilómetros instaurados en Londres, el circuito elegido era demasiado exigente. Así lo consideraba el COI, que solicitó su modificación. Sin embargo, la organización decidió mantenerlo "por razones mitológicas".

Durante el transcurso de la carrera, ésta parecía más una prueba eliminatoria que otra cosa. Los atletas iban abandonando uno detrás de otro. Hasta que pasó lo peor que podía pasar. El portugués Francisco Lázaro sufrió un desfallecimiento cuando llevaba recorridos 31 kilómetros. Trasladado urgentemente a un hospital, fallecería al día siguiente, justo en el momento en que se estaba celebrando la ceremonia de clausura de los Juegos.

Por cierto que en el mismo maratón el corredor japonés Shizo Kanakuri desapareció de la carrera a mitad de competición, y nunca más se volvió a saber de él hasta 1966, 54 años más tarde. Fue la televisión sueca quien le encontró, para conocer qué había sucedido. Kanakuri simplemente contó que se había detenido a beber agua, y al ver que apenas le quedaban fuerzas, decidió marcharse sin avisar directo a su país.

El primer volador finlandés

Entre los deportistas más destacados de Estocolmo 1912 podemos mencionar al primer "volador finlandés", como se conoce a los atletas finlandeses que dominaron el fondo y medio fondo en las primeras décadas del siglo XX. Hannes Kolehmainen consiguió, en una semana mágica, las victorias en las pruebas de 5 y 10 kilómetros, así como la carrera de cross de 8 kilómetros. Además, sería plata en cross por equipos.

También fue muy simbólica la victoria de Greta Johansson, que con 17 años se convirtió en la primera mujer sueca que conseguía una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, y lo hacía en natación, una de las nuevas pruebas que, poco a poco, se iban abriendo a la participación femenina.

Otros atletas destacados de Estocolmo 1912 fueron el príncipe hawaiano Kahanamoku, quien revolucionó el estilo libre en natación. O el ciclista sudafricano Rudolh Lewis, quien se llevó la prueba ciclista contra el reloj, de 320 kilómetros, con un tiempo cercano a las 11 horas; una prueba que, aprovechando la luz solar sueca, se había iniciado a las dos de la madrugada.

Thorpe, ¿héroe o villano?

Pero sin duda el gran protagonista de los Juegos fue el estadounidense Jim Thorpe. Era el primer atleta que conseguía el oro en dos disciplinas distintas: el Pentatlón y el Decatlón. Era el mejor, según acertó a decir un conmovido Rey Gustavo V de Suecia, mientras le colgaba la segunda medalla, "usted, señor, es el atleta más grande del mundo".".

Pero no tardaron en Estados Unidos en iniciar una campaña contra su figura, acusándole de profesional. Había jugado, y había cobrado, era cierto, en la liga de béisbol. Pero cantidades ridículas, en una competición semiprofesional. Poco le importó aquello al Comité Olímpico Internacional. Ni tampoco su propia regla, redactada por ellos mismos, de que cualquier protesta o reclamación debía hacerse en los siguientes treinta días al final de la competición. Y no más de seis meses, como era el caso.

En el fondo, subyacía el racismo aún latente en la sociedad norteamericana, que no podía permitir que un indio sioux -conocido en su tribu Wa-Tho-Huck, sendero brillante- se convirtiera, como así estaba siendo, en todo un ídolo en el país.

A Thorpe se le quitaron las medallas olímpicas, y falleció en 1953, sin ningún reconocimiento. No fue hasta 1981 cuando Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del COI, decretó que sus dos oros debían ser reconocidos. En 1999 la Asociación de la Prensa Americana le nombró el tercer mejor deportista estadounidense del siglo, sólo por detrás de Babe Ruth y Michael Jordan.

Pero a su muerte, Jim Thorpe estaba sólo, y sin medallas. Eso sí, en su tumba quedó escrita la frase "usted, señor, es el atleta más grande del mundo".

Estocolmo, el salvador

En definitiva, y a pesar de la tragedia de un atleta fallecido, se considera que los Juegos Olímpicos de Estocolmo salvaron, dignificaron y catapultaron el movimiento olímpico, convirtiéndolo en todo un símbolo en el mundo entero. Por la calidad de la competición, por la magnífica organización, por el nivel de los participantes, por su universalidad...

De hecho, continúan siendo un referente en la actualidad, y su éxito también económico supuso el impulso definitivo, por fin, para el sueño de Pierre de Coubertin. Tanto, que ni siquiera importó que la siguiente edición se viera cancelada por fuerzas mayores...

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