Cuando nadie se esperaba ya nada en el mundo del Waterpolo femenino en España, aparecieron ellas. Una generación que se presentó en el Mundial Junior de Trieste en 2011 con 16 y 17 años. No fue a Italia a ver qué pasaba, a ver si había algún resquicio para la sorpresa. Fueron allí a ganar el Mundial y reventar la lógica.
Ya estaba con ellas el artífice de todo esto. Miki Oca alternaba al dirección de aquella selección con la absoluta femenina. Comenzó entonces una idea a rondar su cabeza. Había que compaginar veteranía y juventud en la absoluta hasta que esta generación fuera la que pidiera paso y adelantara a la anterior. Lo intentó en el Mundial de China, el mismo 2011, pero el resultado no fue bueno, decimoprimeras.
Pero eso, lejos de ser una experiencia negativa, resultó la solución definitiva. En 2012, en los primeros Juegos Olímpicos de su historia, el waterpolo español fue plata, derrotada por la gran EEUU en la final. De aquella experiencia sacó Miki Oca una gran conclusión. Esto no es un trauma, estamos en el camino correcto.
¿Cómo iba a ser un mal resultado una plata olímpica para alguien que no ha llegado nunca a la cita más importante en el mundo del deporte? En los veranos sucesivos, dos éxitos rotundos. En 2013 campeonas del Mundo en Barcelona, en 2014, de Europa en Budapest. Las "guerreras" están aquí.
Ese apelativo lo defienden estos días en Kazan buscando repetir el título mundial. Vuelven a estar varias chicas de estos últimos años. Jennifer Pareja, Clara Espar, Roser Torregó, Pili Peña. Las claves de aquel equipo que se empezó a construir hace ya cuatro años. "Es la mezcla perfecta. Creo que tengo entre mis manos un equipazo" ha dicho Oca antes de empezar el torneo que medirá a España a Kazajistán, Nueva Zelanda y Canadá en la fase inicial buscando los cuartos directos. Los segundos y terceros de cada uno de los grupos tendrán que jugar una eliminatoria incómoda de octavos.
Y con estas chicas y buscando éxitos otro verano más un tipo calmado, tranquilo, que apenas hace ruido. Un tipo al que le sobrepasó el éxito en aquella generación de jugadores impresionantes. Campeones del Mundo en 1998, campeones olímpicos en 1996 y subcampeones en 1992. Una selección para enmarcar de la que algunos salieron indemnes, otros perjudicados por excesos impropios. Miki Oca vio la oscuridad del túnel de cerca, salió de ella y en 2003 se reenganchó a su pasión de siempre, ahora como entrenador.
Merece la pena seguir las andanzas de las chicas que salen al paso de la selección masculina eliminada de este Mundial y pasando una época de transición. Ellas son más que ellos ahora. Se lo han ganado en la pista donde son las reinas actuales.