Se avecinaba batalla. Todos rumiaban que algo podía pasar en esta primera jornada alpina. Pero la guerra tendrá que seguir esperando. Es tanto el miedo al poder de Chris Froome que las hazañas de valientes de otra época quedan en eso, en otra época. Sólo un intento de Alberto Contador a 75 de meta con tres puertos todavía por subir le puso algo de picante.
Parecía que también lo iba a intentar el Movistar de Nairo Quintana y Alejandro Valverde, con tres hombres por delante en la fuga del día. Pero fue sólo un atisbo de realidad, porque a la hora de la verdad, el conjunto telefónico ya empieza a mirar la opción de meter a dos hombres en el podio. Una posibilidad cada vez más real por el abandono durante la etapa del estadounidense Van Garderen, sufriendo de salida, y por la caída, la cruz, de Alberto Contador en el descenso del Col d'Allós, dejándose más de dos minutos en meta.
Comienzo eléctrico hasta formar la fuga
Se arrancó muy rápido la etapa hasta que se formó la fuga del día, esa tan esperada y donde prácticamente todos los equipos metieron a algún corredor en ella. Se rodó muy veloz hasta que se fueron 28 ciclistas por delante, entre ellos el ganador de la etapa. Un hombre valiente, el hipster del pelotón, que cuida su barba. Eso no lo deja al azar. Igual que el ataque que le llevó a levantar los brazos en Pra Loup, emulando a Thevenet cuarenta años después, cuando derrocó a Merckx.
Primero iremos con la etapa en sí. Luego con la general. Porque los de delante se jugaban la victoria. Estaba claro que de entre alguno de ellos saldría el ganador, una vez que el pelotón de los favoritos se dejó llevar. Había gente como Majka, Pinot, Mathias Frank, Adam Yates, Urán, Kruisjwik o Talansky como grandes escaladores. Pero fue un valiente, de los pocos que quedan. En un equipo basado en los sprints de Degenkolb y lo que pueda hacer Barguil en montaña, asomó el alemán Simon Geschke.
Atacó antes del penúltimo puerto, Allós, a unos 50 de meta. Parecía un suicida, de ésos que se esperaba que surgieran en el pelotón. Y se marchó sólo. Diez segundos, medio minuto, un minuto...y en la subida a ese puerto de primera trató de Pinot ponerle remedio. Pero ya había un run-run con el galo y sus descensos. Le recortó mucho tiempo, pero el miedo (pánico, incluso) del francés y tomar mal una curva le mandó al suelo. Y sus aspiraciones de ganar la etapa con él. Lleva un Tour de Francia cruzado.
Así se vio un descenso en donde los demás le sobrepasan. Pero nunca llegó a sufrir Geschke por su triunfo en la subida final a Pra Loup, puerto tendido de segunda, de poco más de seis kilómetros. Triunfo para el Giant. No ha sido en llegada masiva.
Sólo Contador inquietó en el pelotón
Y mientras esto pasaba, ¿en el pelotón qué ocurría? Pues más bien poco. El único que quiso romper la tiranía británica del Sky fue Alberto Contador, lanzado por su compañero Michael Rogers. Un ataque que fue neutralizado por el Movistar, con el propio Valverde a la cabeza. Todo ello con el murciano virtualmente tercero y el madrileño cuarto, tras el abandono de Van Garderen. Primeros kilómetros duros y tras ese arreón, calma chicha y a pensar en lo que queda.
Lo que quedaba era el Col d'Allós, 14 kilómetros suaves, pero hasta 2.250 metros de altura, donde ya se nota la falta de oxígeno. Primero se puso a tirar el Trek de Mollema, para defender, de manera incomprensible (el ciclismo amarrategui) la novena plaza de Mollema, que peligraba por Frank, en la escapada con más de diez minutos de ventaja.
Y ya en el puerto, ahí entró el Astana de Nibali a tensar la carrera. Ritmo duro, haciéndole entre todos el trabajo al Sky. Tiraban a 27 de meta y después probó el propio Tiburón, aunque sin ir demasiado lejos, ya que todos en fila, incluido Froome, fueron a por él. El líder está sólido, muy sólido. Su equipo ya no tanto.
Caída de Contador en el descenso
También lo prueba Quintana, a menos de uno para coronar, pero el británico no le deja ni un metro y ahí, entonces, arrancaba lo que se presumía la parte decisiva: el descenso. Carretera bacheada, mal piso, y curvas peligrosas. Nibali coge la cabeza, pero Froome arriesga y se pega a él. Valverde tercero, Quintana cuarto; Contador más atrás. Y tan atrás se quedó que cuando llegó Sagan, su compañero, que venía de la fuga, se fue al suelo. Raspón en el costado derecho y adiós a sus opciones de podio. Queda mucho y vaticinar que el madrileño está fuera es aventurarse demasiado, pero su lucha es con un Valverde que ya le "ha dicho" que no le va a dejar ni a sol, ni a sombra. Primero se vio con el ataque del pinteño y después cuando los dos, a la vez, pararon a hacer sus necesidades.
Al ver la caída, Valverde sabe que es momento de jugar sus bazas y decide conducir la bajada. En ciclismo, lo de esperar al caído no se destila. Lo recuerda bien el propio Valverde en la Vuelta a España de 2012, cuando se cayó yendo de líder camino de Valdezcaray y Sky y Tinkoff tensaron la carrera.
Y aquí es donde entraba esa táctica desafortunada hoy de Movistar. Se suponía que, con varios hombres por delante, el objetivo era romper la carrera para que luego les sirvieran de lanzadera al propio Valverde o a Quintana. Herrada y Gorka Izaguirre tiran del grupo de los mejores, formado esta vez por cuatro, los dos mencionados más Froome y Nibali. No estaba Van Garderen, que abandonó; Contador por caída; ni Geraint Thomas, al que se le hace largo este Tour.
Tiraron del pequeño paquete mientras Contador luchaba sólo por detrás, sin compañeros, para minimizar las pérdidas. Aunque tenía un compañero por delante que le podía haber ayudado, el polaco Rafal Majka, que no se paró. No peleaba por la etapa y tampoco ayudó a su jefe de filas. Dice que nadie desde el coche de equipo le pidió que parara. Oleg Tinkov sabrá lo que se hace.
Luego, llegando a meta, Quintana lo probó hasta en tres ocasiones, con un contraataque de Froome. Todo para llegar juntos. El británico está súper, no tiene problemas. Pero el colombiano va a más. Se presume una mejoría aún mayor en los próximos días, donde queda mucha batalla. Por detrás llegó Valverde, que le metió un arreón a Nibali. Todos ellos a más de siete minutos de la otra carrera, la de Geschke. Contador lo haría, finalmente, a 2'17" de Quintana y Froome.
Ahora se le queda más lejos el amarillo, a 6'40", con el podio a unos dos minutos y medio. Un podio que peleará con otro español, Valverde, que, de nuevo, vuelve a tener una clara opción de subir al podio final de Paris. Espera que este año sí se den las circunstancias necesarias. Aunque id apuntando que esta caída y este retraso en meta habrá enfadado todavía más al madrileño. Si este miércoles probó de lejos, de aquí al sábado su objetivo será reventar la carrera. Ser quinto, o cuarto, no es un objetivo. Y si hay un ciclista temperamental en el pelotón, capaz de algo así, ése él.