El Tour de Francia siempre se caracteriza por la división de su carrera en tres grandes bloques. El primero, típico, es el más peligroso. La ronda gala acostumbra a poner ahí etapas llanas, ideales para llegadas al sprint, donde los favoritos a la general no gana la carrera, pero sí que la puede perder por caídas. En las otras dos llega la montaña, con crono individual, si la hubiera.
En esta edición, el Tour sólo falta a su gran cita con la crono, que suele estar ubicada el día previo al paseo triunfal por París. Es un esquema muy cuadriculado, en el que en la segunda semana están los Pirineos o los Alpes, y dependiendo de que cordillera no se haya subido, ése se lleva a la última semana, con el Macizo Central de por medio.
De esta forma, el Tour arranca este martes. Porque a partir de ahora, la carrera es completamente distinta. Llega la montaña, la alta montaña, con cuatro candidatos dispuestos a birlarle el maillot amarillo a Chris Froome. Es decir, en esta primera semana y viendo como ha sido su comportamiento, hay un quinto nombre que salta a la palestra, el del estadounidense Tejay Van Garderen, a sólo 12 segundos del británico. Por tanto, el mejor de los aspirantes.
Porque ahora es una guerra de tres contra dos. Los que peor están situados, Contador (a 1'03"), Quintana (a 1'59") y Nibali (a 2'22"), contra los dos mejores. Está situación hará que estos tres sean ofensivos y que Froome y Van Garderen se tenga que defender. Ahora cambia todo porque en la quiniela de candidatos entraban las opciones francesas con Péraud, Bardet y, sobre todo, Pinot. Pero han perdido mucho tiempo, demasiado, sobre todo en el caso del que fue tercero en la pasada edición, y contar con que algunos de ellos supere a los cuatro magníficos en la general suena a imposible.
Así pues, todos miran la rueda de Quintana, el mejor escalador de esta ronda y que tiene que refrendarlo a partir de este mismo martes con la llegada a la Pierre de Saint Martin, el primero de los tres finales en alto pirenaicos. Será una jornada para ir clarificando la general, la primera verdadera piedra de toque, ya que todos apunta a que, tras el día de descanso y una semana sin una subida dura más la semana previa a que arrancara la carrera, la larga ascensión de 15 kilómetros. Y por si fuera poco, en el día nacional francés, con lo que eso significa para los ciclistas galos, que querrán dejarse ver.
Después, el miércoles, turno para la llegada a Cauterets, con Aspin y el Tourmalet en el camino. Y se cierra la incursión pirenaico el jueves con el final en Plateau de Beille. La siguiente llegada en alto será el sábado, en Mende, donde hace cinco años ganó Purito por delante de Contador. Pero para cuando se llegue al Macizo Central, el Tour ya tendrá bastante definida la general.
Ahí se sabrá si las sensaciones de Contador, que día a día ha ido cediendo algunos segundos son reales o a partir de ahora, con el paso de las etapas, su rendimiento mejora. Y también se comprobará si, ciertamente, Nibali no está para pelear con los grandes por el podio. El amarillo, con la desventaja que lleva con los demás parece lejano.
Pero aunque suenen cinco nombres a priori para pelear por ese cajón, que nadie descarte las opciones del propio Purito, un hombre que ya subió al tercer peldaño en el 2013 sin hacer ruido, escalando paso a paso en la general.
En un principio, las tácticas con lo que queda por delante no serán arriesgadas. Es decir, los arrebatos de Nibali en busca de un vuelco total parecen complicados. Pero habrá que ver si el italiano decide mezclarse en la guerra que lleven a cabo los que están más alejados, los Mollema, Gesink o Talansky, que junto a los franceses deben ser los grandes animadores. Y, en principio, que nadie descarte a Alejandro Valverde, la segunda bala del Movistar.
Porque el conjunto español es el único que, a día de hoy, mantiene a sus dos mejores corredores con opciones. El líder es el colombiano, pero esa segunda baza les puede permitir ofensivas lejanas y diferentes a la del resto de equipos.
Lo que está claro es que ahora Froome, como él mismo ha avisado, tendrá que vigilar al colombiano. Van Garderen sabe que sus opciones de podio pasan por repetir una Dauphiné espectacular donde el británico le superó por las bonificaciones. Pero eso puede ponerse en la contra del estadounidense, porque se le puede hacer larga la carrera. Ellos dos defienden, el resto a atacar. Las cartas están puestas y sólo hay sitio para tres.