Joachim Deckarm y la mayor tragedia vivida en una pista de balonmano
Estaba llamado a ser uno de los mejores jugadores de balonmano del mundo, pero un choque durante un partido cambió su vida para siempre.
A Joachim Deckarm (Saarbrücken, 19 de enero de 1954) la pasión por el deporte le llegó desde muy pequeño. Era el prototipo del deportista alemán, fuerte y alto. Después de proclamarse campeón juvenil de pentatlón y probar con la gimnasia, encontró en el balonmano el deporte ideal para desarrollar todo su potencial físico.
No tardó en destacar y se convirtió en el referente de la época del Gummersbach en la década de los setenta antes de liderar a la selección alemana después de su primer año como profesional. Con 25 años, había llevado a su club a ser el gran dominador de la liga y la copa de su país y había llevado su dominio a Europa. Bajo su poderío anotador, Alemania había ganado el primer mundial de balonmano desde 1938. Estaba llamado a ser uno de los jugadores más grandes de la historia del balonmano, pero el 30 de marzo de 1979 su carrera se truncó sobre la pista el Tatabanya húngaro.
Deckarm había viajado con el Gummersbach para jugar en la cancha del Tatabanya cuando su vida cambió de camino para siempre. En el minuto 23 del partido, una pérdida de balón del equipo húngaro propició el contragolpe de los alemanes, comandado por el propio Deckarm que, a la carrera, se dirigió hacia la portería rival. En el camino estaba Lajos Panovics y se produjo un choque entre las cabezas de ambos. Panovics se quejaba amargamente sobre la pista y hacía gestos de dolor, pero los médicos que saltaron a la pista lo hicieron asustados por el estado de su rival. Inerte, tumbado boca a abajo sobre el suelo, Deckarn no reaccionaba. Había perdido la consciencia en el choque y se había golpeado la cabeza con violencia contra el suelo.
Los médicos se apresuraron a trasladarle a un hospital de Budapest, pero las noticias no eran alentadoras. Estaba en coma y no eran optimistas sobre que pudiese despertar. Transcurridos los días, fue trasladado hasta Colonia, bajo la compañía de sus padres y sus hermanos. El pesimismo sobre su estado era evidente y apenas quedaban esperanzas sobre su recuperación tras ser interevenido de una fractura craneal debido a la fuerte conmoción cerebral que había sufrido. Después de 131 días en coma, Deckarn despertó en una habitación de el 8 de agosto de 1979 convertido en otra persona, lejos de aquel extraordinario jugador que soñaba con ser el mejor del mundo. Había perdido masa corporal y sufría importantes daños cerebrales que le impedían andar y hablar con normalidad, estaba condenado a vivir con ayuda el resto de su vida.
Con ayuda, completó un exigente programa de rehabilitación, que le ha permitido ganar calidad de vida. Gracias a la solidaridad de quienes jugaron con él y quienes le conocieron ha conseguido afrontar los enormes gastos que supone su actual vida. Ahora es capaz de atender a las visitas en la residencia en la que vive desde el año 2002 y ha convertido su lucha en un ejemplo contra las adversidades. Aquel fatídico día, la vida de Jo Deckarm cambió para siempre. A pesar de que el choque fue fortuito, Panovics nunca superó lo que le ocurrió a su oponente se retiró después de aquel 30 de marzo de 1979.
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