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Guerra en el bádminton español

Unos meses después de la consecución del Mundial por parte de Carolina Marín, Federación y jugadores han roto por los derechos de imagen.

Unos meses después de la consecución del Mundial por parte de Carolina Marín, Federación y jugadores han roto por los derechos de imagen.
Carolina Marín, en un partido. | EFE

El bádminton español recibió el empujón que esperaba el día que Carolina Marín se alzó con el campeonato del mundo en Copenhague el pasado 31 de agosto. Nunca una deportista que no fuese asiática se había hecho con el título, lo que situó a la andaluza entre los mitos del deporte español, pioneros que un día rompieron una barrera histórica.

Las cosas parecían haberse puesto de cara para un deporte todavía muy minoritario en España (6.804 licencias por cien millones en China) y era la oportunidad perfecta para desarrollar y dar a conocer su práctica en el país, además de conseguir patrocinadores y nuevas fuentes de financiación.

Unos meses más tarde, lo que ha llegado es un desencuentro de difícil solución. Hasta ese día, Marín y la Federación Española de Bádminton (FESBA) habían compartido la gestión de las subvenciones y los escasos medios con los que contaban. Pero la llegada del éxito también supuso el principio del fin de esa relación. Abrumados por lo que traían consigo los títulos, la Federación empezó a diseñar un documento para la gestión de los derechos de imagen de sus deportistas y Carolina Marín entendió que era hora de contar con un representante que velase por sus intereses.

Y el conflicto ha terminado por estallar esta semana con la celebración del Europeo mixto por equipos. El organismo solicitó a los 12 jugadores que van a participar que firmasen una cesión de sus derechos de imagen para el torneo. Las condiciones eran ventajosas para la Federación y Marín lideró un motín que dejó sin firma ninguno de los 12 contratos. La respuesta de la FESBA ha sido tajante: España no participará en el campeonato.

Los jugadores han explicado a través de la Asociación de Jugadores, que se reunieron durante el mes de diciembre con la Federación para negociar el reparto de los contratos de derechos de imagen, pero las conversaciones no llegaron a acuerdo. No obstante, el organismo, que asegura que el representante de Marín estuvo presente en la redacción de la nueva normativa, siguió adelante con ello y exigió su firma.

Sin posibilidad de competir en el europeo, la responsabilidad de poner orden en el bádminton nacional recaerá en el Consejo Superior de Deportes (CSD) que preside Miguel Cardenal. Los jugadores consideran desproporcionado un reparto en el que la propia Marín sólo ingresaría el 35% de lo que gane si consigue revalidar los títulos mundial y europeo. La guerra del bádminton español amenaza con dejar atrás un éxito histórico.

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