Seahawks-Patriots: las claves para seguir la Super Bowl
Tom Brady y Bill Belichick lucharán por su cuarto título de la NFL. Enfrente tendrá a una de las mejores defensas que se recuerdan.
El Patriots-Seahawks no es un derbi. Ni siquiera mantienen una gran rivalidad. De hecho, hace más de dos años que no juegan uno contra el otro. Ya se sabe que en EEUU, esos piques a la europea entre dos clubes, casi no existen. Los Red Sox contra los Yankees en béisbol y poco más. Y sin embargo, la 49ª Super Bowl que protagonizarán este domingo no es una más.
Los analistas coinciden en que estamos ante una de las finales más esperadas de los últimos años. El motivo es que se enfrentan dos estilos opuestos, dos maneras de entender el juego, dos aficiones muy diferentes… Costa este vs oeste, súper estrella vs colectivo, franquicia histórica vs recién llegado, ataque contra defensa.
Todos los tópicos que quieran estarán a partir de las 00.30 hora española sobre el césped del Estadio de la Universidad de Phoenix. Quitándole la parte de la rivalidad histórica, sería lo más parecido a la última final de la Champions que jugaron en Lisboa Real Madrid (New England Patriots) contra Atlético de Madrid (Seattle Seahawks). Ahora sólo queda por ver si ésta es tan emocionante como aquella (en este enlace pueden encontrar una pequeña guía sobre las reglas y los principales conceptos del fútbol americano).
Una pareja de leyenda
Aunque ahora son una de las franquicias más populares de EEUU, durante décadas los Patriots fueron el pariente pobre de Boston, a años luz, en términos de popularidad, de Celtics (baloncesto) o Red Sox (béisbol). Ya fuera por sus victorias (17 anillos) o por sus derrotas (ay, la maldición del Bambino), es imposible entender la historia de la NBA o las Grandes Ligas de Béisbol sin estos dos equipos.
Mientras tanto, en una ciudad que se apasiona por el deporte como ninguna otra en EEUU, los Patriots apenas presentaban como balance un par de apariciones en la Super Bowl (y con sendas derrotas) antes del año 2001. Aquella temporada, sin embargo, las cosas pintaban mejor. La plantilla estaba más equilibrada y tenían como estrella a Drew Bledsoe, el quarterback que les había llevado de vuelta a la final en 1996.
Sin embargo, en el segundo partido, todo se torció. Bledsoe fue lesionado por un rival y tuvo que ser sustituido por su suplente, un chico joven, escogido en el puesto 199 del draft del año 2000 y que apenas había lanzado tres pases en su temporada de rookie: se llamaba Tom Brady. Los Patriots perdieron aquel partido. Aunque ganaron el siguiente con Brady de titular, perdieron de nuevo el cuarto y se pusieron con un récord de 1 victoria y 3 derrotas. Hablamos de un deporte con una temporada regular cortísima, apenas 16 partidos por equipo, que casi no deja margen de recuperación. Así pues, con aquel récord y sin su estrella, todo parecía indicar que aquel no sería el año de los Patriots. Hay que tener en cuenta que la lesión de un quarterback es un drama para un equipo de fútbol americano. Todo el juego de ataque se organiza alrededor de este jugador. Y aquí no hay rotaciones, sus suplentes están casi de figurantes. Salvo catástrofe, lo normal es que ni aparezcan en toda la temporada.
Pues bien, de los doce partidos que quedaban en la temporada regular, los de Nueva Inglaterra ganaron 10, logrando el título de la división Este de la AFC y clasificándose para los play-offs. Una vez allí, vencieron a los Raiders, en un polémico partido bajo la nieve, con varias decisiones arbitrales muy discutibles. Luego, ganaron a los Pittsburgh Steelers en la final de la AFC. Y para completar una de esas historias que parecen sacadas del guión de una película, le arrebataron la Super Bowl en la última jugada a los grandes favoritos, los San Luis Rams de Kurt Warner, Marshall Faulk o Isaac Bruce, el mejor ataque que uno puede recordar en un equipo de la NFL.
Nadie esperaba nada de los Patriots en aquella final. Y sin embargo, el 3 de febrero de 2002 supuso el comienzo de una de las dinastías más exitosas de la historia del deporte profesional americano. El tándem que formaron Tom Brady y el entrenador Bill Belichick ha mantenido un nivel estratosférico durante más de una década, algo nada habitual en EEUU: han ganado su división en 12 de los últimos catorce años, han llegado a seis Super Bowl (tres ganadas y dos perdidas, hasta el domingo) y han acabado con récord positivo en todas las temporadas. Todos estos datos son récords de la liga. Probablemente sólo la pareja Greg Popovich-Tim Duncan en la NBA pueda equipararse en cuanto a resultados y longevidad.
Además, el quarterback es guapo y carismático, el yerno perfecto que cualquier madre querría para su hija, y se ha casado con la top-model más deseada de la última década, la brasileña Gisele Bundchen. No es extraño que esté cada año en todas las listas de los deportistas mejor pagados y más populares de EEUU.
Eso sí, más allá de la historia y de la anécdota, lo cierto es que los Patriots de Belichick y Brady son un equipo excepcional que se ha ido reponiendo año a año a la pérdida de sus figuras. Grandes corredores y receptores han ido y venido desde Nueva Inglaterra. Sólo el quarterbarck y el entrenador se mantenían fijos. Y siempre, les acompañara quien les acompañara, seguían ganando. Éste es, probablemente, el rasgo más distintivo de su genialidad.
Partido a partido
La historia de los Seahawks es menos glamourosa. A su estadio acuden muchos menos famosos y casi ningún político nacional (muy habituales en los partidos de los Patriots). Sí, son los actuales campeones, pero antes de la pasada temporada sólo habían llegado a una Súper Bowl, la de 2005, y la habían perdido. De hecho, entre 1984 y ese año 2005 se pasaron más de dos décadas sin ganar un solo partido de play-off. A todo esto se le puede añadir que su fuerte es la defensa y que apenas tienen un par de estrellas reconocibles para el gran público. Wilson y Lynch son grandes jugadores, pero probablemente no de los que mueven a las masas.
Sin embargo, harían muy mal los Patriots si se relajasen. Hay un dicho en la NFL que dice que "el ataque gana partidos y la defensa gana campeonatos". La exhibición del pasado año contra los Broncos de Peyton Manning debería tenerles sobre aviso. Pete Carroll ha formado un equipo sólido como una roca. Con mejor ataque del que se dice y una defensa como no se recuerda otra. Prácticamente no hay ninguna estadística importante en el aspecto defensivo que no lideren: yardas permitidas, primeros downs logrados por el equipo contrario, fumbles forzados…
Ya el año pasado llegaron a la final sin hacer mucho ruido, mientras los focos apuntaban a los Broncos, los Packers o los Patriots, con sus ataques explosivos y sus grandes quarterbacks. Hace un par de semanas, en la final de conferencia, tuvieron el partido prácticamente perdido contra los Packers y lo remontaron. También eso habla de su fortaleza mental. Sólo su público, famoso por ser el más ruidoso de la liga (y lo lleva a gala) parece confiar ciegamente en ellos. Por eso, junto al halcón, el emblema de la franquicia es el número 12, en referencia al apoyo que reciben desde la grada. No sabemos si Carroll seguirá al 'Cholo' Simeone, pero a los Seahawks les pegaría muchísimo el famoso "partido a partido".
Las claves
Es imposible conocer por dónde llegará el factor decisivo de la Super Bowl. El fútbol americano es un deporte muy proclive a la estrella inesperada: el receptor poco utilizado que coge el pase decisivo o el tipo de equipos especiales que hace un retorno ganador. En cualquier caso, hay algunas claves que sí pueden intuirse. Aquí apuntamos cuatro
- El factor Belichick: los Seahawks son la mejor defensa de la liga. Y destaca especialmente contra el juego de pase, el punto fuerte del ataque de los Patriots. Sin embargo, Belichick es especialista en las sorpresas. Por ejemplo, en la semifinal contra los Indianapolis Colts, su equipo se centró en la carrera, destrozando al rival por el centro y manteniendo a Brady en un segundo plano. No es lo habitual, pero era lo que requería el partido. Ningún otro entrenador de la NFL es tan dado a los cambios tácticos ni a sacarse de la manga a un receptor suplente, con el que nadie cuenta pero al que convierte en la estrella del partido. ¿Cuál será esta vez su arma secreta? Eso nos gustaría saber a nosotros… y a los Seahwaks.
- Los Seahawks, a la carrera: aunque el público de la NFL vibra con los quarterbacks, los receptores y los corredores. Pero el 90% de los partidos los deciden las líneas. Los tipos gordos del centro. Y a pesar de que está casi siempre oscurecida por la exuberancia de su ofensiva, la defensa de los Patriots no es ni mucho menos mediocre. En la semifinal, contra los Colts, el equipo defensivo de los Patriots fue clave, ahogando a la estrella rival, Andrew Luck, uno de los mejores quarterbacks pasadores de la liga.
Para la Super Bowl, el reto es muy diferente. Aunque es famoso por su defensa, no debemos olvidar que Seattle tiene el mejor ataque terrestre de la NFL: las estadísticas dicen que son el equipo que más yardas de carrera consigue por partido (172,6) y también el que más avanza en cada intento (5,3, una auténtica barbaridad).
Además, los Seahawks presentan un problema doble. No sólo avanzan con su corredor estrella (Marshawn Lynch), además plantean la amenaza constante de su quarterback: Russell Wilson es el mejor corredor de la liga desde esta posición, con más de siete yardas recorridas en cada intento. Por eso, buena parte de las opciones de los Patriots pasan por su defensa contra la carrera.
- Brady & Gronko, S.A.: en la liga, hay receptores con más balones atrapados, más yardas y jugadas más espectaculares. También hay quarterbacks más explosivos y dados al big play (jugadas de más de 20 yardas). Pero si uno tuviera que poner todo su dinero a la posibilidad de que un solo pase sea completo, elegiría esta pareja.
Gronkowsky es el tight-end (jugador de la línea que también puede recibir pases) perfecto. Altísimo, bueno en los bloqueos, mucho más ágil de lo que aparenta y con olfato para ver dónde puede romperse una jugada. Y claro, tiene a Brady para encontrarle. Si quedan 20 segundos y hay opciones de remontada, mire al número 87. Probablemente el balón se dirija en su dirección, a unos 3 metros de altura y allí estará él, para saltar, recogerlo y asegurarlo.
- A la caza: las pérdidas de balón conforman una estadística que en muchas ocasiones se pasa por alto, pero tiene una importancia enorme. En cierto modo, que a un running-back se le caiga el balón o un quarterback lance una intercepción tiene un componente de suerte. Pero cuidado, cuando un equipo siempre tiene suerte normalmente es porque se lo ha trabajado mucho.
Los Seahawks vuelven a ser este año el equipo que más pérdidas provoca de la liga. Su defensa presiona mucho. Y su agresividad le suele dar réditos. El pasado año ésta fue quizás la clave contra los Broncos. Desde la primera jugada, Manning sintió en el cogote el aliento de las huestes de Carroll y cuando se salió del guión se lo hicieron pagar. Los Patriots también son un equipo que arriesga en ataque, sobre todo si va perdiendo. Si están por detrás en el marcador, lo normal es que Brady tire de recursos. A lo largo de su carrera, cuando ha lanzado una moneda al aire, casi siempre le ha salido bien. Pero este domingo, los halcones estarán esperando a su presa, a la caza del menor descuido.
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