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Un golazo de Cañellas sobre la bocina mete a España en semifinales del Mundial de balonmano

El equipo de Manolo Cadenas se medirá el viernes a Francia, verdugo de Eslovenia por 32-23.

El equipo de Manolo Cadenas se medirá el viernes a Francia, verdugo de Eslovenia por 32-23.
Cañellas marca ante la portería de Dinamarca. | EFE

Un gol del lateral Joan Cañellas en el último segundo dio a España la clasificación para las semifinales del Mundial de Qatar, en las que se medirá el próximo viernes con Francia, tras imponerse por 24-25 a Dinamarca en un choque en el que volvió a demostrar su mentalidad de campeona.

El temple necesario para resolver como sólo saben hacer los grandes equipos en los momentos clave, eso que en más de una ocasión le ha faltado ante Dinamarca, una selección que en los últimos años ya había apartado al equipo español de la final del Mundial de Suecia 2011 y del Europeo de Serbia 2012.

Una fama de perdedora de la que España se olvidó totalmente con su triunfo, precisamente ante los daneses, en la final del último Mundial, tal y como demostró en Doha con una última jugada culminada con un soberbio lanzamiento de Joan Cañellas, que dio a España el billete (24-25) para las semifinales.

La clave estará en la defensa, repetían una y otra vez como un mantra los jugadores de ambos conjuntos en la previa del partido, conscientes todos de que tanto España como Dinamarca castigan cada mínimo error con una fulgurante contra. Y así, a la carrera, de la mano de un velocísimo Anders Eggert, la selección danesa logró su primera ventaja (6-4) aprovechando una exclusión del defensor español Viran Morros a los doce minutos de juego.

Un marcador que pareció despertar definitivamente al conjunto español, al menos en defensa, faceta en la que los de Manolo Cadenas se habían mostrado hasta entonces incapaces de frenar la veloz circulación de balón de los nórdicos, que lograron llevar con excesiva facilidad la pelota a sus eficaces extremos.

Los españoles se encargaron de resolver ese problema a base de redoblar su intensidad y movilidad. Lo que antes eran balones claros para Eggert, ahora encontraban siempre la oposición de un jugador español, al igual que los lanzamientos lejanos, que encontraron los brazos de los defensores. Una mejoría defensiva que permitió, junto con la efectividad de los siempre seguros Valero Rivera y Joan Cañellas, dar la vuelta al marcador con un parcial de 2-6 en los siguientes diez minutos, que situó a España con una renta de dos tantos (8-10).

Pero cuando enfrente está un rival como Dinamarca, vigente subcampeón del mundo y continental, ninguna ventaja es suficiente, máxime con jugadores como Mikkel Hansen, que dejó en tablas al descanso el tanteador (11-11) con su primer gol en el partido. Fue un anticipo de lo que ocurriría en el arranque de la segunda parte, en la que la superestrella nórdica asumió toda la responsabilidad ofensiva en el equipo danés, con tres goles casi consecutivos, que dejaron a España (16-14) en una complicada situación.

La selección española reaccionó guiada por el tándem que formaron el central Raúl Entrerríos, que forzó hasta dos penaltis consecutivos que se encargó de transformar con su habitual frialdad Valero Rivera.

Esa circunstancia permitió a España engancharse de nuevo (18-18) al partido y con el paso de los minutos cada mínimo detalle comenzó a cobrar la mayor trascendencia. En especial los penaltis. Como el que logró detener Gonzalo Pérez de Vargas a Lindberg, todo lo contrario que Landin, que no pudo detener una nueva genialidad de Valero Rivera desde los siete metros.

Ese penalti permitió a la selección española afrontar los últimos trece minutos de juego con una ventaja de dos goles (19-21), todo un tesoro que defender en un tramo final de partido en el que cada falló se antojaba un drama. Lo pudo comprobar el equipo español, que en un suspiro se vio por debajo en el marcador (23-22) tras dos fallos consecutivos en la búsqueda de un cada vez más marcado Julen Aginagalde en el pivote.

Pero Raúl Entrerríos no estaba dispuesto a que tanto esfuerzo quedase en balde, ni mucho menos Joan Cañellas, que acreditó su candidatura a mejor jugador del mundo con dos soberbias acciones finales, un pase medido a Valero Rivera, que permitió a España tomar ventaja (23-24) en el último minuto, y sobre todo, con su último gol.

Un soberbio latigazo que metió a la selección española en las semifinales de un Mundial en el que los de Manolo Cadenas volvieron a demostrar su hambre por revalidar el título que lograron hace dos años en Barcelona.

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