Hace tiempo que los focos dejaron desparecieron de la vida de Lance Armstrong. La confesión de un sistema de dopaje sistemático a lo largo de toda su carrera en un programa de televisión, bajo la atenta mirada de millones de personas, supuso un terremoto en el mundo del ciclismo. El hombre invencible, el único caza de haber ganado siete Tour de Francia, el considerado mejor ciclista de todos los tiempos, confesó que todo era una gran mentira.
A poco menos de dos meses para que se cumplan dos años desde que admitiese públicamente haber ganado con trampas, la vida de Armstrong ha cambiado por completo, mientras se prepara para afrontar las demandas millonarias de sus patrocinadores y de su propio país. "La vida se ha vuelto inmensamente mejor desde que me visto obligado a dejar de tomarla en serio", con esta frase del escritor Hunter S. Thompson, el exciclista resume en su cuenta de Twitter en lo que se ha convertido su nueva vida.
Armstrong tuvo que vender su lujosa mansión de 730 metros cuadrados en Texas para afrontar unas pérdidas económicas que han dejado bajo mínimos su cuenta corrientes. Ya ha devuelto el medio millón de dólares que ganó al diario británico Sunday Times por asegurar que se dopaba y soporta el peso de una red de mentiras que ha fulminado su popularidad y la posibilidad de volver a competir, ya que se enfrenta a la prohibición de por vida de participar en cualquier competición oficial.
Por todo ello, el ciclismo ha pasado a un plano secundario en su vida. Aún conserva una de sus antiguas fuentes de ingresos, la tienda de bicicletas en Austin, Mellow Johnny's y se dedica a participar en carreras de aficionados y participar en charlas contra el cáncer. "Me estoy dedicando a la lucha contra el cáncer. Mis prioridades han cambiado, y todavía más, después de la muerte de mi amigo Robin Williams. He entendido que debemos aprovechar todos los momentos al máximo", afirma Armstrong en una entrevista en el diario galo Ouest France.
"Un largo túnel"
Ahora, sólo hace uso de la bicicleta una vez a la semana, "normalmente mountain bike", y asume los problemas de haber contado su historia y haber sido desposeído de sus triunfos. "Lucho con las consecuencias de estas declaraciones. Es un largo túnel del cual espero salir tarde o temprano",comenta. El siguiente paso es hacer frente a la demanda de su propio país.
El pasado mes de junio un juez federal de los Estados Unidos denegó el último intento del exciclista, junto con cuatro excompañeros, de detener una demanda por un caso de fraude hacia el servicio postal norteamericano (US Postal), patrocinador del equipo en el que militó entre 1999 y 2004, por presunta violación de los acuerdos de patrocinio. Según reza la demanda Armstrong violó su contrato y se enriqueció injustamente mientras hacía trampas, algo que afectó de manera negativa a la reputación de la empresa.
Por ello, el Gobierno norteamericano reclama una cantidad cercana a los 100 millones de dólares. "Alguna vez leo alguna cosa en los periódicos o en internet, pero sin entrar en detalle. No porque me haga mal sino porque simplemente he pasado de página. Basta decir que el final de mi carrera fue mi complicado. Es como un casino", añade sobre su nueva vida el que un día fue el ciclista más grande de la historia.