El golfista norirlandés Rory McIlroy ha vuelto a lo más alto del golf mundial después de remontar este domingo al español Sergio García en la última jornada del WGC-Bridgestone Invitational, donde el reciente ganador del Abierto Británico volvió a brillar para conquistar el torneo de Ohio y ser de nuevo el número uno.
Se cambiaron las tornas con respecto a lo sucedido hace dos semanas en el Royal Liverpool de Hoylake, pero el resultado fue el mismo. El castellonense se lució en el torneo fetiche de un Tiger Woods, ganador ocho veces del mismo, que tuvo que abandonar en medio del día por una preocupante y nueva lesión de espalda. En especial quedará para el recuerdo la segunda ronda de Sergio, la mejor de su carrera, 61 golpes.
A McIlroy por su parte le tocaba ir a rebufo, como al de Borriol hace dos semanas. Sin embargo, el británico demostró que no solo ha vuelto sino que quiere quedarse y puso el listón muy alto desde el principio de una jornada demorada en más de una hora por la lluvia. Sergio comenzaba el decisivo partido entre ambos, como primero y segundo, con tres golpes de ventaja, y en los tres primeros hoyos la situación había cambiado por completo.
Con cuatro birdies en los cinco primeros hoyos, McIlroy pasó a dominar el torneo. El buen juego de su rival mantuvo aturdido a un Sergio García que hasta el noveno hoyo no comenzó a respirar con su primer 'birdie'. La batalla, empatada, estaba servida, pero de nuevo en el hoyo 11, el norirlandés recuperaba el liderato con un gran 'putt' de 'birdie'.
Un bogey en el hoyo 15 terminaba con las esperanzas del español. Aún así, el castellonense lo peleó y rozó un birdie en el 17 con el que hubiese sometido a más presión a McIlroy de cara al último, pero con dos por detrás, el título era cosa del nuevo número uno del mundo. El hasta hoy mejor jugador del globo, el australiano Adam Scott, terminó en octava posición y necesitaba un Top 5 para no cederlo en el Firestone CC de Akron, en Ohio.
El ganador de la Jarra de Clarete sigue con el pie en el acelerador. Después de sumar sus dos primeros grandes, US Open (2011) y Campeonato de la PGA (2012) supo lo que es coronar la cima mundial. Bajó a los infiernos en un 2013 en el que muchos lo daban como juventud y éxito efímero. Dos años después vuelve a ser el mejor, con solo un major por delante para completar el Grand Slam.