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Última semana del Tour: Nibali y la lucha por el podio

El italiano tiene tanta diferencia con sus perseguidores que la atención se centra en saber quién le acompañará en el cajón de París.

El italiano tiene tanta diferencia con sus perseguidores que la atención se centra en saber quién le acompañará en el cajón de París.
Vincenzo Nibali, con el maillot amarillo de líder. | EFE

A lo grande. Así está ganando Vincenzo Nibali su primer Tour de Francia. Un hombre que ya ganó la Vuelta a España en el 2010 o el Giro de Italia en el 2013, y que ha subido al podio de las tres grandes. Ahora busca el mayor deseo de un ciclista: conquistar el maillot amarillo en París.

Nibali, el 'tiburón' que devora

Y lo está haciendo como mejor sabe. Como ya hizo en el pasado Giro, cuando día tras día daba una exhibición mayor para acabar con casi cinco minutos de diferencia con respecto al segundo clasificado, el colombiano Rigoberto Urán. Es un tiburón, al que le gusta arrasar con todo. Al más puro estilo Armstrong, destaca por su ambición y no escatima en conseguir la victoria de etapa si la tiene al acecho.

Profesional desde 2005, el italiano destacaba en sus inicios por su peripecia sobre la bici, siendo uno de los que mejor descendía en el pelotón. Y sigue siéndolo. Sólo que en este Tour, sin Froome ni Contador, está siendo tan superior que no precisa de arriesgar de más. Dónde sí arriesgó, y cimentó su triunfo, fue en la temida etapa del pavés. Nada especialista en ese terreno, el siciliano, el tiburón, se manejó como pez en el agua sobre el empedrado.

Ya lleva tres victorias. Una empresa nada fácil y sólo cercana a los grandes esprinters. La primera, de listo y por potencia, atacando a poco del final. La segunda, en el primer final en alto realmente duro de esta edición, el día que Contador se fue al suelo. Ya pudo seguirle en la subida Gérardmer, y sin el madrileño, fue el más fuerte, saliendo del grupo de favoritos a 3 de meta. Y la última, a lo grande, mostrando quién porta el amarillo. Y por qué. Sin necesidad de atacar, pero queriendo demostrar que es el más fuerte de esta edición.

Lucha por el podio

Nadie puede seguirle. Y el que lo hace, lo acaba paganado. Pero su ventaja es tan grande que estamos hablando de una de las mayores diferencias entre el primer y el segundo clasificado de los últimos años. Le saca 4:37 a Alejandro Valverde, el segundo en la tabla. Y del propio Valverde al sexto sólo hay 1:31 de diferencia. Hay dos carreras: la que hace Nibali, completamente solo. Y la que hay por detrás.

Esto le beneficia, porque en la última semana de una grande, por mucha dureza que haya, los corredores tienden a ser más conservadores y a vigilar la rueda de los que le preceden. Amarrar, vamos. Miran más a los que tienen por detrás que al que podrían superar por delante. Por tanto, no es de extrañar que salvo que vea la victoria de etapa fácil, Nibali no se meta en la guerra que habrá entre Bardet, Pinot, Van Garderen y Peraud, con Valverde teniendo que defender su segunda posición.

Y dentro de esta guerra por el podio, está la revolución francesa que protagonizan Bardet (AG2R), de 23 años, y Pinot (FDJ), de 24, con el veterano Peraud (AG2R), de 37. Y en medio, un estadounidense, también de la nueva generación, Van Garderen, de 25 años. 3 jóvenes y dos veteranos lucharán por acompañar a Vincenzo Nibali en el podio final de París. Porque el primer puesto parece asegurado.

Pero esto no ha terminado. Caída, avería, pinchazo... o incluso un mal día. Así, con estos condicionantes, el Tour ha ido perdiendo a algunos de sus favoritos a medida que pasaban los días: Froome, Contador, Talanski, Porte... Y ahora quedan los que han conseguido aguantar hasta el segundo día de descanso. Pero con los Pirineos y la única crono de este Tour por delante.

Los Pirineos y una crono en la última semana

El martes la etapa acaba en Bagnères de Luchon, en la frontera con España. Tras coronar el Port de Balès, un peligroso y vertiginoso descenso de 20 kilómetros conducirá al pelotón a meta. Será la etapa más larga de esta edición, de 237 kilómetros. Y toda etapa que llega después de un día de descanso siempre deja a algún caído en combate. Además, conocedores de la debilidad de Pinot en los descensos, éste será el objetivo inicial a eliminar. Aunque el terreno es propicio para emboscadas con dos puertos anteriores.

Pero si con eso no vale, al día siguiente el Tour vuelve a mirar al cielo, con llegada en alto en Pla d'Adet, de categoría especial, más tres primeras anteriores en sólo 124 kilómetros. Posiblemente, por el ritmo inicial que se meta de salida, la etapa más dura de este Tour, y que favorecerá a los más explosivos, a los jóvenes, que intentarán reventar a los veteranos y diésel como Valverde o Peraud. Con Nibali al acecho, para pescar en río revuelto y seguir aumentando las distancias. Siempre que a él le funcionen las piernas. Portillon (excursión por España incluida, cerca de Vielha, en el Val d'Arán), Peyresourde y Val Louron-Azet esperan a los ciclistas.

Aunque para día, la que hay el jueves, en el tercer día del típico tríptico encadenado montañoso del que tanto gustan en las grandes vueltas. Sólo dos puertos: Tourmalet y Hautacam, con mesta en este último. Y vaya dos. Los más míticos de esta edición. Esa etapa que muchos tendrán señalada en rojo. Pero también, la última oportunidad para los escaladores para hacer diferencias antes de la decisiva crono del sábado: 54 kilómetros de un quebrado recorrido que hará más amplias y duras las diferencias.

En principio, debería ser un "todos contra Nibali". Pero Valverde, por ejemplo, ya ha dicho que "firmo quedarme como estoy, segundo", aunque admite que todavía queda mucho Tour. Eso sí, quitarle el maillot de líder a Nibali se antoja difícil. El siciliano suma cifras récords, y ya ha vestido maillots de líder entre la Vuelta (2010, que ganó, y 2013), Giro (2010 y 2013, que ganó) y Tour (este año), un total de 50 días de líder. Un número impresionante para la época actual del ciclismo en el que no hay un gran dominador. Así que la consigna está clara: el que quiera quitarle tan preciada prenda tendrá que buscar algo distinto, a la antigua usanza, desde lejos, con emboscada y utilizando al equipo como arma. El asalto al maillot amarillo arranca en los Pirineos.

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