Rory McIlroy parece que empieza a ser de nuevo el jugador que deslumbraba al mundo del golf. Con un juego excelente en la primera vuelta, el norirlandés se ha colocado al frente de la tabla tras la primera ronda del 143 British Open, tercer major de la temporada, con una tarjeta de 66 golpes en un escenario de película, el Royal Liverpool.
El italiano Matteo Manassero se ha ubicado en segunda posición a un solo golpe del norirlandés, dando paso a un nutrido grupo de jugadores compuesto por los dos hermanos Molinari, Edoardo y Francesco; los estadounidenses Koepka y Furyk; el ganador del último Masters, Adam Scott, y el castellonense Sergio García, que por fin ha tenido una buena actuación en la jornada inicial de un grande.
Todos los ojos se dirigían hacia Tiger Woods, en su reaparición tras sufrir una intervención quirúrgica de espalda. Y, dicho sea de paso, ha cumplido con las expectativas. Un hecho que, por otra parte, no debe extrañar a nadie, pues hablamos de uno de los mejores, por no decir el mejor jugador del mundo. Con una tarjeta de 69, el Tigre se ha colocado junto a otro nutrido grupo con Rickie Fowler o Robert Karlsson, entre otros.
Otro de los protagonistas, más por imagen que por juego, es Sir Nick Faldo. En vísperas de cumplir los 56 años, con tres Masters (1989, 1990 y 1996) y tres British (1987, 1990, 1992) a sus espaldas, el inglés ha deleitado a los aficionados con algunos golpes magistrales. Pero los años no pasan en balde y Faldo está en la tabla con un total de +4, tarjeta que también han compartido jugadores como Bubba Watson, Webb Simpson, Ángel Cabrera o John Daly.
En cuanto al resto de españoles, actuación más bien floja. Rafael Cabrera-Bello, con -1, ha medio salvado los muebles, mientras que Gonzalo Fernández-Castaño finalizaba con +2 y Miguel Ángel Jiménez y Pablo Larrazábal lo hacían con +3. Lo dicho: jornada de luces y sombras en cuanto a nuestros representantes, aunque esto no ha hecho más que empezar.
La gran sorpresa negativa del día la ha protagonizado el sudafricano Ernie Els, que ha firmado una desastrosa tarjeta de +7, nada menos que a trece golpes de la cabeza de la tabla.